miércoles, noviembre 06, 2019

Aramco sale a bolsa


Parece que esta vez va en serio y Aramco va a salir a bolsa, Quizás a muchos el nombre de Aramco les suene a chino, pero no debiera. Responsable de la extracción y refino de una décima parte del petróleo que se consume en el mundo, ese nombre hace referencia a la empresa petrolera saudí que ostenta el monopolio del crudo en aquel país. Regida por la familia Saúd como una extensión de sus propiedades, se la considera la empresa más valiosa del mundo, con un valor que puede situarse en el entorno de los 1,8 billones de euros (el PIB de España es 1,2 billones) lo que prácticamente duplica el valor de monstruos como Apple, Microsoft, Amazon, Google…

El plan saudí para sacar una porción de esta empresa a bolsa es antiguo, y se ha frustrado en numerosas ocasiones, tanto por la complejidad y volumen de la operación como por las propias opacidades del reino del desierto y su manera de gestionar las cosas. Se ha hablado habitualmente de sacar un 5% del capital de la empresa, lo que puede suponer, redondeando, unas ganancias para los saudíes de unos cien mil millones de dólares, tres veces lo que vale Telefónica hoy en día. En estas cifras siempre está como base la valoración que Riad ha hecho del imperio petrolífero, de sus infraestructuras y reservas, y pese a que se sabe que los recursos petrolíferos saudíes son ingentes, ha habido suspicacias sobre el valor de los activos de la compañía y lo que realmente esconde bajo su nombre. Obsesionados por el ingreso rápido que supone la salida a bolsa, los dictadores saudíes han mantenido su opacidad, y eso es una combinación imposible en este caso. Cotizar en bolsa exige una transparencia mucho mayor a la empresa que decide dar ese paso que si uno se mantiene alejado del parqué. En el fondo, salir a bolsa no es sino vender una parte de tu negocio a otros, que en el porcentaje vendido, entran a formar parte de tu empresa y tienen acceso a tu información. A veces eso es bueno y necesario, principalmente paran la empresa que sale al parqué, porque obtiene una fuente de financiación rápida y directa, pero acarrea consecuencias que pueden ser no deseadas. Elon Musk, el fundador de tesla, sigue coqueteando vía twitter con la idea de sacar a su empresa de cotización (eso se hace recomprando las acciones, poniendo dinero encima de la mesa) porque está harto que la SEC (el regulador bursátil norteamericano) y un montón de auditores le estén husmeando día tras día. En España tenemos el caso de empresas como Mercadona o, especialmente, El Corte Inglés, que son indistinguibles del tejido económico nacional, pero que no cotizan. Los grandes almacenes son el ejemplo perfecto de oscurantismo en sus cuentas y gestión propietaria, más allá de los líos familiares que se han hecho públicos en los últimos años. Nadie conoce el detalle del balance de El Corte Inglés, y sería casi público si tuviera que salir a bolsa. Consideran sus dueños que no necesitan el ingreso suplementario del parqué a cambio de perder la propiedad y privacidad plena, y es su decisión, y la pueden mantener indefinidamente, siempre que ante las necesidades financieras encuentren alternativas privadas. En el caso saudí, la situación es la misma, pero a una escala tan gigantesca como nepotista. Controlada por los príncipes herederos y sus adláteres, que son muchísimos, Arammco es otro tentáculo del poder regio en el que la separación entre estado, negocio y empresa es, como mínimo, gris. Acuciado por una deuda pública crecente y unos precios del petróleo que parecen haber alcanzado un máximo estructural ante la emergencia del fracking, el reino saudí busca, con la venta de ese pequeño porcentaje de la empresa, una riada de dinero fresco que sanee las cuentas nacionales y cubra el déficit creciente de una economía absurda, que derrocha los ingresos que casi, en su totalidad, provienen del petróleo. Arabia Saudí es, en este sentido, un fantoche, que empieza a asumir que en un mundo descarbonizado su papel será irrelevante. Tardará décadas, quizás, pero la tendencia está ahí.

Más allá de la espectacularidad de las cifras financieras de la operación, por la que han pujado la city londinense, Singapur, Tokyo y Wall Street, a sabiendas de las multimillonarias comisiones que pueden surgir, todo el mundo ansía con curiosidad conocer detalles del interior de esa misteriosa y mágica empresa. El atentado que sufrieron sus instalaciones hace pocos meses con aquellos drones que decían venir de Yemen pero probablemente lo hacían de Irán dejó claro que el mantenimiento y seguridad de sus instalaciones no es lo que se nos ha dicho, y eso se notó en las estimaciones de valor de esta macrooperación económica y de poder, que va mucho más allá de lo bursátil. Veremos a ver cómo cotiza, si cumple con los dividendos previstos, y qué se esconde detrás de su turbulenta historia.

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