lunes, noviembre 04, 2019

Rebote en la cumbre del clima para Madrid


Madrid es esa ciudad que se presenta como candidata a eventos internacionales y no logra ser elegida. Conocida es la persistencia con la que ha optado a acoger olimpiadas y cómo ha fracasado una y otra vez. Se ha sabido posteriormente la cuantía de las mordidas que otras sedes ganadoras, como Río de Janeiro o Tokyo, han pagado a los coítos, los miembros del COI, por lo que se deduce que Madrid no pudo igualar el presupuesto en B que presentaban esas candidaturas. Quizás la propuesta organizativa y de espacios era la mejor, pero no el soborno asociado, y la ciudad se ha quedado sin juegos, quizás para siempre.

Es Madrid, por el contrario, esa ciudad que consigue de rebote celebrar eventos que otros tenían planificados y se ven forzados a renunciar por causas de todo tipo, donde últimamente abundan la violencia y los estallidos de furia local. Hace casi un año se jugó en esta ciudad una final de la cosa esa del balón entre equipos sudamericanos porque los contendientes, argentinos ambos, fueron incapaces de garantizar la seguridad del evento, y se decidió celebrarlo a varios miles de kilómetros del río de la plata. En apenas unas semanas se desplegó un enorme operativo de seguridad y se acogió a las hinchadas y medios de prensa. El partido se jugó sin muchos incidentes y los hosteleros y comerciantes locales hicieron un buen negocio mediante un acto multitudinario que no estaba previsto. La ciudad, otra vez, mostró lo que es capaz. Algo similar es lo que puede acabar sucediendo en unas pocas semanas, tras la confirmación de que será Madrid la sede de la COP25, la cumbre anual sobre el clima de la ONU cuya celebración estaba prevista para principios de diciembre en Santiago de Chile. La situación de violencia y descontrol que vive aquel país ha forzado al gobierno de Sebastián Piñera a cancelar el ofrecimiento de ser sede del evento, y ahí apareció rápido Pedro Sánchez, con el olfato del político que ve una buena oportunidad, para prestar Madrid como comodín y evitar una suspensión o aplazamiento de la cumbre, que ya fue trasladada de su primera ubicación, Brasil, tras la negativa del negacionista Bolsonaro a cooperar con ese evento. La cumbre se desarrolla durante varios días, del 2 al 10 de diciembre si no estoy equivocado, contiene al gran puente de la Constitución e Inmaculada en su interior y supone la llegada de miles de visitantes, que algunas fuentes estiman entorno a los veinticinco mil. El evento se desarrollaría en los recintos feriales de IFEMA, que están más cerca del aeropuerto que del centro de la ciudad, y la repercusión en todo el sistema de alojamiento y ocio de la ciudad puede ser muy intensa. La movilidad también se va a ver afectada, porque tanto transporte público como taxi y servicios de VTC se van a ver ante un incremento de demanda no previsto inicialmente en fechas en las que ya de por sí la actividad es muy alta, con el soniquete de la Navidad encima todo el tiempo. Se debe improvisar un dispositivo de seguridad específico no previsto, y a buen seguro otra vez se suspenderán permisos y jornadas festivas en unos cuerpos de seguridad que, entre acontecimientos como estos y la tensión en Cataluña, están últimamente sometidos a una carga de trabajo que nada tiene que envidiar a la de los estresados operadores financieros. Retos logísticos de todo tipo y el escaso plazo de cuatro semanas para que todo esté a punto y el aeropuerto de Barajas reciba a miles y miles de viajeros. IFEMA ha realizado congresos con mayor volumen de asistentes, pero con más tiempo para poder ser planificados. El reto es enorme.

Mi sensación es que todo saldrá a la perfección, no sólo por tener confianza en ello, sino sobre todo por una cierta sensación de cómo es la idiosincrasia de este país y esta ciudad. Si nos diera un año para organizarla a buen seguro que no hacíamos nada en los primeros diez meses y luego, a todo correr, en un par, lo montábamos todo. Ahora tenemos un mes, por lo que sólo hay que hacer las cosas al doble de la velocidad habitual. Hasta nos da tiempo a realizar un canal navegable desde Sevilla hasta la puerta de IFEMA para que Greta Thumberg pueda llegar con su millonario y elitista velero a participar en el evento. Con un par de semanas, de trabajo, justo las últimas, seguro que lo logramos.

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