Antes
de nada, resulta impropio que la primera sentencia de los innumerables juicios
que restan en el caso de los EREs se produzca muchísimos años después de haber
tenido lugar los hechos que se examinan. Una justicia lenta y con semejante
tardanza escasa justicia es, y el que esto sea así no se debe tanto a la
desidia de los que han desarrollado el proceso judicial, que algo también ha
habido, sino sobre todo a la falta de medios y recursos de una justicia que,
como en esta ocasión, puede condenar a los responsables de, entre otras cosas,
dotarle de medios. Pocos alicientes tiene el político corrupto para espolear
una institución que se le puede venir en contra.
En
lo que hace en sí al caso y la sentencia, la conocida ayer es dura, y deja
negro sobre blanco, en miles de folios, unas prácticas corruptas que se dieron
de manera reiterada y sistemática desde los organismos de la administración
andaluza, de manera amparada y consentida por los responsables políticos de la
Junta, que desde ayer dejan de ser presuntos para pasar a ser culpables. El
caso de los ERE es uno de los principales entramados de corrupción de la época
moderna y lo tiene todo para ser atractivo para el espectador y el guionista.
Corruptelas, políticos enfangados, sobornos, putas, cocaína… lo suficiente para
una buena película en la que los malos esta vez no serían los de derechas sino
los de izquierdas. Quizás, permítanme ser un poco malvado, por eso no hay
película, y dudo que la haya. Este caso ha sido utilizado por el PP para tapar
las vergüenzas de los suyos y echárselo a la cara del PSOE. Los socialistas,
por su parte, no han dicho apenas nada de este tema en muchos años, la renuncia
a los cargos políticos de Chaves y Griñán vino impuesta como condición por
Ciudadanos para el anterior pacto de gobierno de los naranjas con los
socialistas en la Junta, y conocida ayer la sentencia, pudimos ver a Jose Luis
Ábalos, portavoz del PSOE, transmutarse en portavoz del PP en el caso Gürtel.
Mismos falsos argumentos, misma manera de escurrir el bulto, mismas mentiras,
mismo descaro. Los cerca de cuarenta años de poder ininterrumpido y absoluto
del PSOE en la Junta de Andalucía propiciaron la creación de una red clientelar
que dilapido caudales públicos sin control alguno, de la misma manera que el PP
lo hizo en Valencia y Madrid, y por la misma causa, la posesión absoluta del
poder. El que haya habido condenas en este caso quiere decir que parte del
sistema institucional ha funcionado, y que la corrupción del poder no ha
logrado pervertirlo del todo, pero son evidentes los esfuerzos que se hicieron
desde la Junta de Andalucía para que el procedimiento de mangoneo que se había
implantado no cayera. La sentencia absuelve al interventor, que hizo lo que
pudo, bien poco, para evitar que el desfalco siguiera, pero no fue capaz de
impedirlo porque, nuevamente, el poder político se las había arreglado para sabotear
el trabajo de la institución encargada de fiscalizar los gastos. El de los EREs
es otro ejemplo de manual de lo que Acemoglu y Robinson llaman, en su obra ya
de referencia, las élites extractivas, el comportamiento de rapiña por parte de
los que detentan el poder de los recursos y capacidades de lo público para
lograr el beneficio personal. Da igual si el que lo hace se viste de pepero,
socialista, podemita, independentista o arquitecta neofranquista, el
procedimiento de robo es el mismo y las justificaciones que los del propio
bando y medios afines harán de lo sucedido serán idénticas, cambiando únicamente
los nombres de los encausados, sus siglas y la denominación judicial del caso
de que se trate. No se vio ayer por parte de los socialistas el más mínimo propósito
de enmienda ni asunción de culpa (tampoco lo esperaba) como no se vio en su
caso en el PP ni en otros tantos partidos y asuntos. La idea es que el tiempo
pase y que el siguiente caso sea de otro partido para utilizarlo como arma
arrojadiza. Y así el cutre infantilismo sigue.
Un
detalle interesante, y grave, de la sentencia de ayer, son los comentarios que
diversos medios han ido haciendo sobre presiones para que la publicación del
fallo tuviera lugar pasadas las elecciones del 10N. No se si eso es así o no,
pero de serlo, sería muy grave. En todo caso, el PSOE es mucho mejor a la hora
de gestionar la imagen y la opinión pública para tapar sus escándalos que el
PP, que parece que aún está en primaria en lo que hace al cinismo y márketing,
por lo que tengo mis dudas de que de salir la sentencia antes de las elecciones
hubiese tenido influencia efectiva. En todo caso, debiera saberse si eso iba a
ser así o no y si hubo esfuerzos para que se retrasase, y si el rumor es falso,
que los propagadores del mismo paguen con oprobio el sembrar mentiras sobre la
ya amplia zafiedad que rebosa en este caso.
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