viernes, febrero 14, 2020

Abascal en TVE


Ayer Carlos Franganillo entrevistó a Santiago Abascal, líder de Vox, en el tiempo del Telediario, como se ha hecho anteriormente con Sánchez y Casado. Llegaba la entrevista con cierta polémica porque el sindicato CCOO había pedido que no se hiciera, postura en la que esta organización se quedó sola. Erraba el sindicato en fondo y forma. No sólo es un ciudadano como otro cualquiera, sino que vox ha recibido muchos votos y eso le coloca como la tercera fuerza en el Congreso. La televisión pública puede y debe entrevistar a cualquiera, porque todo ciudadano la paga vía impuestos. Por comparar extremos, me genera un rechazo profundo tanto la ideología de Abascal como la del actual Vicepresidente Iglesias. Negar entrevistas a ambos sería un idéntico ejercicio de censura.

Por hacer un chiste fácil, la ideología de Abascal es de sota, caballo y Rey, y que me perdone la Casa real por la broma y, sobre todo, disculpe dicha institución el manoseo que sobre ella pretende ejercer Abascal. Envuelto en la ola de populismo que recorre las democracias occidentales, alimentada por el miedo de unas sociedades a un futuro que no controlan y a un mundo que empiezan tanto a no entender como no dominar, Vox supone la respuesta del castillo, la de levantar murallas y fosos para resguardarnos ante el exterior. Su discurso se basa en el sentimiento nacionalista y en el rechazo a todo lo que no sea “de aquí” donde “aquí” es lo que los gerifaltes de la organización definan. Las similitudes entre ese discurso de Vox y el que realizan los xenófobos independentistas catalanes son tan asombrosas como lógicas, y réplicas del mismo pueden verse en Italia, Francia, Holanda, EEUU y, en general, cualquier nación que queramos analizar. Protección de los valores y costumbres propios, rechazo al otro, tradición, son mantras en los que Vox basa su respuesta, y muy poca cosa más, y encuentra votos en una población que se siente desnortada, sin respuestas, y muchas veces abandonada por los políticos tradicionales que la han dejado de lado por considerar sus votos como prescindibles. El éxito de Vox es, en gran parte, fruto del fracaso de la política tradicional, de sus mensajes equivocados, de sus corruptelas diarias. Abascal, como líder, no es capaz de salirse de las reglas básicas de su formación y muestra un perfil tan rocoso en lo físico como ausente de ideario. Criado en las juventudes del PP durante muchos años, abandonó esa formación cuando las siglas ya no le pudieron garantizar nómina y sustento, y creó Vox, que transitó por el desierto de la irrelevancia hasta que el populismo internacional y el separatismo catalán le ofrecieron una ventana de oportunidad que la formación supo aprovechar, disparando sus votos y escaños a costa de un PP que sigue manteniendo una imagen de marca empañada por la corrupción y escándalos pasados. Vox es también un genial invento para un PSOE que, por fin, se ha encontrado con una división en la derecha española, y la alienta lo que puede a sabiendas de que la fragmentación de voto, muy penalizada por el sistema electoral, drenará escaños en la derecha cada vez que PP y Vox se enfrenten a los socialistas. Miran en Ferraz con envidia al PS francés, que logró espolear al frente Nacional de Le Pen padre para sembrar la discordia en el gaullismo, la derecha clásica francesa. Viendo el desastre posterior que ha sido la política francesa gracias al auge de esa extrema derecha harían bien los aprendices de brujo de Ferraz en no alimentar monstruitos que pueden irse de madre, y el PP debiera tener una estrategia clara para desgastar a los pupilos de Abascal y reconquistar esos fueros, no mediante un discurso extremista, que sólo hará daño al votante pepero (ya se sabe que entre el original y la copia siempre gana el original) sino con una estrategia inteligente. En medio de la división Vox coge aire, y eso es en sí mismo una mala noticia.

Un punto importante de la entrevista fue el intento, por parte de Carlos Franganillo, de poner a Abascal frente a los bulos que difunden en internet sus cuentas propias y las de simpatizantes del partido. Lamentablemente esta táctica está extendida por todas las formaciones, pero los de Abascal, que son de los más nuevos, se han subido a ella con deleite e intensidad. Desvió el tema el dirigente de Vox cada vez que el entrevistador le mencionaba ejemplos claros de manipulación, considerando menor el que lo que se mostrase no fuera cierto y volviendo al mensaje de fondo que repite sin cesar, para el cual los hechos no son importantes. Vox ha venido para quedarse un cierto tiempo, tocará gestionar el mucho ruido que va a generar.

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