miércoles, febrero 12, 2020

¿Miente China sobre el coronavirus?


Internet es una fuente de información maravillosa, algo casi mágico que resulta inimaginable que no existiera desde el principio de los tiempos, pero que surgió un día, cuando algunos de, por ejemplo mi generación, acabábamos de terminar la Universidad. Como todas las grandes herramientas, puede ser muy peligrosa si es mal usada, y como vía de desinformación y difusión de bulos internet es tan efectiva como atemorizante. El mundo de las falsas noticias en el que vivimos existe gracias a internet, porque mentiras siempre ha habido, pero nunca han podido extenderse con la rapidez, alcance masivo e intensidad con la que ahora lo hacen.

¿Miente China sobre el coronavirus? Quizás sea esa una de las preguntas más repetidas a lo largo de estos días en todo el mundo, y para responderla no tenemos otra opción que recurrir a los datos oficiales y prestar poco caso a las referencias web que hablan de otra cosa. Curiosea uno por ahí y encuentra fácilmente enlaces en los que el número de fallecidos es disparatado y los infectados e cuentan por cientos de miles. Es imposible saber de dónde salen estas cifras tan altas y la credibilidad de las mismas es tan endeble como intenso el alarmismo que transmiten. ¿Por qué surgen entonces? Por dos factores principalmente: Por un lado, por la psicosis que se genera ante estos fenómenos, en los que el miedo corre mucho más que cualquier virus y su efectividad, sin ser letal, es absoluta. El otro factor, particular en este caso, es la tradicional opacidad del gobierno chino, una perfeccionada dictadura que trata de controlar toda la información posible y que, en el caso de este virus, hizo todo lo que pudo para evitar que la existencia del mismo se conociera, provocando el arresto de personal médico y el ninguneo de los primeros pacientes. Ya comentamos aquí la semana pasada el trágico caso del doctor Li Wenliang, y de cómo su muerte es el principal exponente de esa oscurantista política que caracteriza a las dictaduras. Casos como estos, y el eterno recuerdo de cómo se comportó el régimen soviético ante desastres internos como el del Chernóbil alimentan las especulaciones de todo tipo y suponen echar más y más gasolina al incendio de la desinformación global. El recelo aumente el miedo y así la bola no deja de crecer. La cada vez más probable cancelación del congreso Mobile de telefonía de Barcelona por el goteo de ausencias de empresas es una buena muestra de la extensión del pánico sin que las razones médicas profesionales avalen un comportamiento similar. ¿Es este coronavirus un problema grave? Desde luego, y sobre todo para China, pero de momento el número de casos que se registran en el exterior de aquella nación son más bien anecdóticos. Cierto es que si todo el planeta se queda encerrado en casa dos semanas el brote remitirá, pero también lo es que las consecuencias económicas de este brote, fruto de la paralización de la economía china y la reducción de intercambios globales, pueden ser bastante más lesivas que las causadas estrictamente por la enfermedad ¿Dónde está el punto de cordura para actuar? Las autoridades debieran fijarlo, pero siguiendo el estricto consejo de los profesionales médicos y expertos en este tipo de enfermedades. Estos profesionales no se cansan de repetir que las probabilidades de contagio fuera de China son muy escasas, que las mascarillas son efectivas, pero mucho más lo es el lavarse las manos, y que la gripe estacional, la normal de cada año, mata a mucha más gente que la que, probablemente, alcance el coronavirus. Debemos estar muy atentos al seguimiento de la enfermedad, el gobierno chino debe colaborar de la manera más transparente posible con las autoridades internacionales, pero el pánico ni está justificado ni sirve de nada. De momento ni las bolsas reaccionan como sería lógico ante un problema de estas dimensiones, y eso cada vez me extraña más.

Para conocer los datos oficiales de la enfermedad hay dos webs excelentes que se actualizan a diario. Una de ellas, esta, muestra los datos de contagiados, muertos y recuperados con una referencia geográfica global, de tal manera que se puede descender en el mapa para ver las zonas más afectadas. La otra, esta, muestra la evolución temporal de afectados y fallecidos comparada con dos brotes pasados, el del SARS y el de la gripe aviar, pudiendo uno seleccionar si quiere ver las gráficas con sus datos puros o en logaritmos, para así comparar de manera más precisa la tasa de crecimiento de las curvas. Los datos, 1.115 fallecidos hasta la fecha, son muy serios, el reto que planeta este brote lo es. Pero si acudimos a bulos y rumores lo agravaremos aún más.

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