Una
de las cosas que más comentarios está suscitando estos días en el mundillo económico
es la complacencia, cuando no ausencia total de sentido, con la que las bolsas
globales están respondiendo al brote del coronavirus chino. Cuando
los datos de la epidemia no dejan de crecer y extenderse, y el número de muertos
ya ha superado la barrera de los dos millares, los mercados siguen subiendo
como si nada, ajenos a las consecuencias económicas que la enfermedad puede
tener sobre el crecimiento global. Como
muestra nuestro Ibex que ayer, por segundo día consecutivo, aguantó por encima
de la cuota de los 10.000 puntos, en un año que, de momento, es de clara
ganancia.
¿A
qué se debe esto? No lo se. Dos son las explicaciones que circulan por todas
partes como excusa para estos ascensos. Una es que los inversores sí están
preocupados por el coronavirus, pero el consenso general es que se trata de un
problema de corto plazo. Es decir, que va a causar trastornos y problemas de
todo tipo pero que, con la misma sorpresa con la que llegó, se irá, de tal
manera que tras una caída de los indicadores económicos vendrá un fuerte rebote
y esta enfermedad no supondrá un descenso en el camino del crecimiento económico
sino un mero bache. La otra explicación es la de la magia monetaria, yes que día
sí y día también el banco central chino anuncia nuevas medidas de estímulo e
inyección financiera para tratar de ayudar a empresas y la economía del gigante
asiático y que las cosas no descarrilen, y esta magia monetaria china se verá acompañada
de medidas igualmente expansivas por el resto de autoridades monetarios
mundiales si las cosas se ponen feas, o ese es al menos el mantra que repiten
sin cesar los que son preguntados. La FED, el BCE o lso bancos centrales de Japón
y Reino Unido actuarán de manera intensa y coordinada para evitar problemas globales
si estos llegan a darse. En general, los dos argumentos se basan en uno, que es
la confianza sobre las herramientas que tenemos para hacer frente a un
sobresalto económico de baja intensidad, pero a mi hay muchas cosas que no me
cuadran en todos estos argumentos, y por ello no acabo de estar ni convencido
ni tranquilo. Mi principal duda es que las políticas monetarias, que están ya
muy exhaustas, son útiles ante problemas financieros, pero en este caso nos
enfrentamos a problemas reales, no sólo en el mundo económico, sino en todos
los aspectos. Las fábricas no producen, los consumidores no consumen, la economía
china está parada y los problemas de suministro en cadenas de producción, fábricas
y comercio global no harán sino crecer y extenderse a medida que el parón se
prolongue, todo ello mientras la enfermedad no esté controlada. Para cubrir una
deuda o un impago una inyección de liquidez por parte de una autoridad monetaria
puede ser una medida muy efectiva, sí, pero si la fábrica está cerrada porque
los trabajadores no pueden salir de casa por la cuarentena y las ventas no
existen por esa misma cuarentena, ¿de qué sirve una línea de crédito a muy
buenas condiciones? Sospecho que nos encontramos ante una situación de
inusitada y artificial complacencia ante un problema de dimensiones mucho más
grandes e intensas de lo que nos imaginamos, y que esta complacencia lo único
que está haciendo es alargar el momento de toma de consideración de la gravedad
de la crisis, lo que aumentará aún más si cabe la dimensión futura de la misma.
También pudiera ser que, como pasa muy a menudo, esté equivocado y que los
efectos económicos del coronavirus sean leves y pasajeros, apenas una pequeña
gripe financiera global. Ojalá sea así, pero lo dudo mucho.
Ayer
Apple, gigante donde los haya, y que como tal puede actuar sin mucho miedo al
mercado, lanzó lo que se denomina un “profit warning”, un aviso de que sus
ingresos y beneficios estimados no van a ser los previstos como consecuencia
del coronavirus. China es un mercado trascendental para la compañía
californiana tanto por el hecho de que sus aparatos se montan allí (Foxcon)
como por el enorme volumen de ventas que obtiene entre los consumidores de
aquella nación. ¿Ha sido Apple el canario en la mina? ¿el primer valiente que se
ha atrevido a cuantificar las pérdidas que va a generar el coronavirus? Está
por ver, pero es de esperar nuevos anuncios por el estilo y números cada vez más
rojos provocados por una enfermedad de efectos sanitarios locales pero de
consecuencias económicas, no lo duden, globales.
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