Era
de esperar
la decisión que se tomó ayer al cancelar el Mobile, el congreso de telefonía móvil
de Barcelona, tras el rosario de ausencias que se han ido conociendo a lo
largo de los últimos días. Una cita como esta sólo tiene sentido por las
relaciones personales que se desarrollan entre los asistentes y los contactos y
contratos que ahí se firman. No son necesarias para exponer productos, y si el
evento como reunión se desinfla porque a él no acuden los que interesan, no tiene
sentido celebrarlo. Las presiones de los gobiernos central y autonómico eran
absurdas ante unas bajas que ya cancelaban, de facto, todo el congreso.
Parodiando
a la descripción que se suele hacer de la influencia de lo más remoto y pequeño
en la teoría del caos, se puede decir que el indeseado paseo de un pangolín por
un mercado de Wuhan ha causado la mayor ruina económica de la ciudad condal en
mucho tiempo. Las cifras que se manejan sobre el impacto del Mobile en
Barcelona son estratosféricas, del entorno de varios cientos de millones de
euros, y el arrastre no se queda sólo en la ciudad, sino que toda Cataluña y el
conjunto de España se ven muy beneficiadas por un congreso que supone una
inversión tremenda. A medida que las cancelaciones se daban se podía escuchar a
hosteleros, restauradores, empleados de montaje de pabellones y representantes
de cualquier sector dando su opinión sombría sobre un futuro que pintaba mal,
manteniendo la esperanza de que al final e celebrase, aunque sea disminuido, un
congreso para pasar el trámite y diera algo de rendimiento. Finalmente, no será
así, y desde ayer, a eso de las 20 horas, todo el mundo en la ciudad hace
cuentas sobre cuánto va a dejar de ganar este mes tras la suspensión, cuánto ha
gastado en previsión del congreso y cuánto de todo eso, que era inversión, pasa
a ser coste puro y duro. Son miles los empleos que, sobre todo indirectamente,
pero también directos, se evaporarán con la no celebración del Mobile, y las
cuentas de casi todos los negocios de la ciudad lo notarán, de una manera u
otra, en forma de caída de ingresos. Recordemos, además, que no se ha aplazado
a unos meses posteriores, que era una de las alternativas que sonaba a
principios de semana, sino que directamente se ha cancelado, este año no habrá
Mobile. La organización ha señalado que se prepara ya para la cita del año
2021, pero que este lo da por finiquitado, y ahora tendrá ante la mesa la gestión
de una cancelación que le va a causar un gran perjuicio económico. Abogados de
todo tipo, expertos en buscar negocio en las desgracias ajenas, empiezan a
rebuscar entre los estatutos de GSM, entidad privada organizadora del evento, y
los seguros contratados por ella y los participantes las opciones que existen
para recupera algunos de los gastos en los que los participantes ya han incurrido,
y nuevamente las cifras que se barajan son mareantes. Es posible que justo sean
los abogados de los pocos sectores que puedan sacar tajada de la desgracia que
supone la noticia que conocimos ayer, pero es que, como bien señalo el gran
Woody Allen, repleto está el piso que ocupan en el infierno de Dante, y pese a
ello no dejan de proliferar. Para la ciudad, y el conjunto de España, el Mobile
es una de esas loterías que nos han tocado en el mundo de los negocios, de la
que se habla menos que de otras, pero que posee un enorme efecto de arrastre en
todos los sentidos financieros y de negocio que uno sea capaz de imaginar (e
incluso en los inimaginables u oscuros) y como desgracia es como debe verse la
noticia de su cancelación. Pase lo que pase, ya se puede decir que la crisis
del coronavirus ha causado un serio impacto en la economía española, y si esta
tarde se diera por finalizado el brote, cosa que no va a suceder, ya son
cientos de millones de euros lo que nos ha costado la broma de esta enfermedad.
Todo
esto nos permite reflexionar, aunque sea mínimamente, sobre lo imbricado que se
encuentra el mundo en el que vivimos y cómo la globalización nos ofrece
oportunidades insospechadas para los negocios y la vida, pero también riesgos
imprevistos ante los cuales poco podemos hacer para cubrirnos. En un mundo
complejo como el que habitamos los lazos que nos unes a sitios remotos y
desconocidos nos ayuda a no caernos cuando nos sujetan, pero pueden a sí mismo
arrastrarnos si desde allí surge un problema. Es la típica disyuntiva que se
vive en las cordadas de montaña, donde uno se salva al ir atado, pero varios
pueden arrastrar a todos si caen. De momento lo seguro es que el Mobile se ha caído,
nada se puede aventurar a ciencia cierta sobre la evolución de la crisis del
coronavirus.
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