No
es Iowa el estado más representativo de EEUU, aunque sí encarna el interior de
un país en el que la granja y la tierra son modo y forma de vida, dispersas
entre la infinitud de paisajes que no se acaban nunca. No muy poblado, y con el
maíz y la soja como principales productos de su industria, cada cuatro años el
ojo político del mundo se centra ahí porque es el primer lugar en el que se
celebran los caucus, un sistema arcaico de asambleas locales para determinar
los representantes de ese estado para las convenciones de los partidos demócrata
y republicano. Es el ser el primero el que le da la relevancia y, en no pocas
ocasiones, el poder para determinar tendencias, crear candidatos o generar
problemas en presuntos favoritos.
Dos
días después de la celebración de los citados caucus de iowa, aún hay dudas
sobre quién ha sido el ganador, pero resulta obvio que el claro derrotado no es
otro que el partido demócrata. Dividido entre multitud de candidatos, los
problemas técnicos que están retrasando el escrutinio y la sensación de caos
que se ha generado es, sin duda alguna, un duro golpe para el conjunto de esa
formación, que es la que tiene que escoger candidato para enfrentarse al actual
presidente. Los republicanos, que ahora mandan, también realizan el proceso de
primarias, pero sin aliciente alguno, porque es tradición que el candidato que se
presenta a la reelección apenas cuenta con oposición en su partido y todo ese
proceso de primarias es un mero trámite para que el vigente presidente visite
localidades que apenas ha pisado a lo largo de su mandato. Por cierto, si los demócratas
son los perdedores del caos de Iowa, son los republicanos los grandes
beneficiados de la monumental chapuza en que se ha convertido esa cita política,
e imagino a Trump muerto de risa en la Casa Blanca, con toda la razón del
mundo, insultando sin cesar a los inútiles que han convertido al partido de los
burros en el hazmerreír de medio mundo. Se dice que todo se ha debido a una
aplicación de móvil utilizada para remitir los resultados y recontarlos, no
suficientemente testada, que ha fallado, pero sea esa o no, la sensación
general es de frustración ante la incapacidad organizativa del partido, y dado
como corren los bulos en estos tiempos, la mejor excusa para reducir la legitimidad
de los resultados, cuando se disponga de los mismos. Acusaciones de fraude,
amaños, intento por parte de algunos dirigentes demócratas de alterar los
resultados que se iban conociendo… puede usted escoger entre un ramillete de
teorías conspirativas en las que, esta vez, los rusos parecen pesar poco porque
visto lo visto no hace falta mucha injerencia extranjera para sabotear unos
comicios norteamericanos. Sí, me dirán que no es lo mismo, pero en España nos
hemos acostumbrado a la extraña situación de que, apenas pasadas dos horas del
cierre de las urnas en unas elecciones, tenemos un resultado que suele estar ya
basado en más de la mitad del escrutinio completo del voto, sin asomo de
problemas ni incidencias destacables. En esto somos de una eficiencia digna de
ser admirable, de las mejores del mundo. Pese a ello, no lo dude, serán algunos
de los que han organizado este caos en Iowa los que sigan dictando sentencia
sobre la limpieza de los procesos electorales de medio mundo y la legitimidad
de los mismos, en base a un historial de recuento de votos que no es mucho más
serio que el de la elección de delegado de cualquier clase de instituto, donde ella
era un milagro que el número de votos emitidos no superase por mucho al de
alumnos presentes. Mucho, mucho, mucho va a tener que recapacitar la formación
demócrata para superar el baldón con el que se ha coronado en Iowa y que, aún más,
aumenta las probabilidades de que Trump sea reelegido en noviembre, sea cual
sea el candidato contra el que se enfrente.
Los
resultados. Con
el 62% escrutado, dos días después, el ganador demócrata, por los pelos, es el
novato Pete Buttigieg, poseedor de un apellido que va a desesperar a casi
todos los periodistas, seguido muy de cerca por Sanders, Warren en tercer lugar
y Biden en cuarto. Este resultado se aleja de las encuestas nacionales, que
ponen a Biden como favorito a la nominación. Recordemos también que a estos
caucus no se presenta Bloomberg, que se centra en el supermartes de marzo, por
lo que todo está aún más confuso de lo que estaba antes. Eso sí, Buttigieg,
poseedor de una biografía chocante y de lo más propicia para la carrera política,
se une al carro de grandes favoritos, y puede llegar a dar la campanada de la
nominación. Sigan su carrera, merece mucho la pena.
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