viernes, enero 31, 2020

China se desconecta del mundo


Es deprimente comprobar cómo la actualidad política española viaja sin rumbo al albur de las improvisaciones de su presidente y condicionada por los vientos independentistas que la mantienen a la deriva, como bien lo cantaba Remedios Amaya. Sánchez volvió a evidenciar ayer que es capaz de cambiar de postura en horas si Esquerra le estruja lo suficiente, demostrando que su gobierno y su poder es representativo, y poco más. A este paso el episodio de Ábalos y las multiversiones incongruentes va a ser la tónica general de lo que nos espera en la legislatura, dure lo que quiera Esquerra que dure. Va a ser desolador, sí, pero al menos nos reiremos un poco de nuestra propia desgracia. No queda otra

Así que larguémonos rumbo a China, aunque eso sea algo que cada vez, en el mundo real de los viajes, empieza a ser más complicado. Allí, epicentro de la infección del coronavirus, las cosas se complican por momentos, sobre todo porque el número de afectados no deja de crecer, el de muertos también (aún en cifras muy escasas, afortunadamente) y se puede ya afirmar que todas las provincias chinas están afectadas por algún caso, por lo que la cuarentena de Wuhan ha tenido un efecto que no parece muy relevante, como era de esperar dada la dimensión que ya tenía el brote cuando se empezó a propagar. Ayer la OMS declaró la alerta internacional por este virus, medida que llevaba varios días en estudio y que se resistía a aplicar, quizás escarmentada tras el fiasco de la gripe A de hace unos años, en los que el revuelo mediático y médico no estuvo a la altura de las consecuencias de lo que fue una gripe muy menor. Pese a ello yo me quedé sólo defendiendo que en ese caso las autoridades y especialistas médicos habían actuado correctamente, porque es mejor prevenir y declarar una alerta y que luego el resultado sea nulo que confiar a que todo sea pasajero y la situación se descontrole. Es una elección entre situaciones de riesgo sometidas a alta incertidumbre, y en estos casos lo mejor es ser prevenidos. A medida que el brote se extiende por China y otros países la situación médica se complica, y la social más. Esta semana numerosas aerolíneas han suspendido sus vuelos con el gigante asiático por el miedo al contagio y por el derrumbe de la demanda, y hoy es ya el gobierno de EEUU el que pide a sus ciudadanos que no viajen allí, por lo que el tráfico de personas entre China y el resto del mundo tenderá a la nada en breve. Ayer mismo el gobierno ruso decretó el cierre de más de cuatro mil kilómetros de frontera que comparten ambas naciones, así que China misma se enfrenta a una situación de cuarentena nacional, aunque quizás sea algo que ya no tenga mucho sentido, dado que le brote se ha extendió más allá de sus fronteras. A medida que los cierres crecen el efecto económico del virus va a más y los problemas futuros causados por ese efecto económico se amplían. Una cosa es una crisis de horas, días, y otra una situación en la que durante un tiempo indefinido la producción de uno de las mayores naciones del mundo, que representa un 18% del PIB global, se detenga. Se anuncia en varios medios que las vacaciones por el año nuevo lunar se prolongarán durante toda la próxima semana de febrero, por lo que la inactividad se extiende. El efecto que eso provocará en las cadenas logísticas de producción de todo el mundo puede ser enorme, como una ola de retrasos e incumplimientos que se extienda desde allí a fábricas y empresas de todo el mundo. Stocks de piezas, almacenes, plantas de montaje… piense por un momento en todas las industrias que utilizan fábricas y / o componentes chinos en su proceso de creación, y quizás no haya alguna que se libre. Desconectar a China del mundo puede ser sencillo, el miedo corre mucho y logra hacer cosas inauditas, pero el coste de esa decisión será global y, sin duda, intenso.

Y todo esto sucede al inicio de un proceso de expansión que aún puede prolongarse durante bastante tiempo. En esta web pueden ustedes seguir el crecimiento de las cifras oficiales de infectados, muertos y recuperados en todo el mundo. Ahora mismo estamos en 9.776 contagiados y 213 fallecidos, pero verán que la curva de infectados crece sin cesar, lo que es normal en un proceso de contagio de este tipo. La crisis del coronavirus está creciendo y no se va a acabar a corto plazo. Sería deseable que, en un par de semanas, estas cifras se estabilizasen, síntoma de que los contagios empiezan a reducirse. Veremos a ver si es así o no.

Subo a Elorrio y me cojo un par de días. Si no pasa nada raro, el siguiente artículo será el miércoles 5 de febrero

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