viernes, enero 10, 2020

¿Fue un accidente aéreo?


El miércoles por la mañana, en medio de las represalias iraníes y con la tensión desatada, tuvo lugar un grave accidente aéreo en Teherán. Un Boeing 737 ucraniano se estrelló al poco de despegar y, como consecuencia, falleció toda la tripulación y el pasaje. A los nervios que se vivían en medio mundo por la disputa geopolítica se sumó el luto intenso en Ucrania y Canadá, las de las que procedían la mayoría de los fallecidos en el siniestro. Escenas clásicas de recogimiento y ofrendas en la terminal a la que debía haber llegado el vuelo y de la que partía, y la necesidad de estudiar qué es lo que había pasado para evitar nuevos accidentes similares.

Hoy, dos días después del desastre, la gran pregunta es si realmente estamos ante un accidente aéreo o un incidente militar, si el avión se cayó por la causa que fuese o fue derribado por un proyectil. Ayer empezaron a circular vídeos, en los que no se aprecia mucho, e informaciones de fuentes fiables que achacaban al fallo militar como causa del desastre, y a última hora de la tarde tanto el gobierno canadiense como en norteamericano consideraban que, en efecto, no estamos ante un accidente. Se inclinan por pensar que las defensas antiaéreas iraníes se equivocaron al detectar ese vuelo como el de un posible enemigo y actuaron en respuesta, derribando al aparato con un misil de ese tipo, no con los balísticos empleados en la respuesta iraní frente a EEUU. De ser así, el gobierno de Teherán sería el único responsable de este desastre y debiera hacer frente a todas las responsabilidades civiles y penales que de él surgieran. Así mismo, si se logra demostrar esta causa, el ridículo al que harían frente los sistemas militares iraníes sería de los más sonados, porque al contrario de otros derribos de aviones civiles, que fueron ejecutados de manera premeditada en el pasado (el caso coreano, por ejemplo) en este caso estaríamos ante un burdo error de objetivo, una errónea identificación de enemigo y, por tanto, una falla completa en los sistemas de detección de la defensa de Irán. De momento, a lo largo de la tarde de ayer se produjo, en paralelo a estas declaraciones desde el continente americano, una retirada progresiva de muchos de los aviones que volaban el cielo iraní, y la cancelación de rutas que usan ese espacio aéreo. Si uno acudía a la web de seguimiento de vuelos por radar comprobaba que el cielo de Irán se iba despejando, convirtiéndose en un agujero para la aviación, en lo que era una muestra de precaución de las compañías ante la posibilidad de que, realmente, el accidente no lo fuera. Las consecuencias geopolíticas de todo esto no están claras, pero no son menores. De ser un derribo, la hostilidad de occidente hacia Irán crecerá, con motivos evidentes, y la imagen del régimen, como antes les comentaba, puede quedar muy dañada, no sólo fuera, sino sobre todo dentro de la nación. El asesinato de Soleimani ha creado, como derivada, una unidad dentro de Irán que no se veía desde hace mucho, unidad que es mala para el futuro de la oposición democrática y genial para el régimen de los ayatolas. Este suceso aéreo puede volver a ser una vía para que se muestren fracturas en esa unidad, y que el estamento militar, elevado ahora a los altares junto al cadáver de quien fuera su miembro más prestigioso, pierda respetabilidad ante los ojos de la castigada población iraní. Obviamente el régimen sigue diciendo que estamos ante un accidente de origen técnico y que no hubo intervención de su ejército en ningún caso. A medida que pasan las horas la presión crece y parece que desde Teherán se empieza a abrir la mano para que expertos de aviación internacional acudan al lugar del siniestro y puedan investigar sobre el terreno. Se mantiene la negativa de dar a Boeing las cajas negras del aparato, pero es probable que en eso el régimen también tenga que ceder. Por el bien de la seguridad aérea y por el respeto a las víctimas, es obligatorio saber qué las mató.

En medio de este turbio asunto termina una semana que ha sido de infarto en Oriente Medio, con la tensión disparada y con tambores de guerra sonando. Parece que la acabamos de una manera mucho más tranquila que como empezó, lo que es objetivamente bueno, pero no debemos bajar la guardia. Los motivos de tensión que anidan en esa zona no han desaparecido, y si realmente irán pone nuevamente en marcha sus procesos de enriquecimiento de uranio como ha comentado sólo estamos ante la cuenta atrás de una nueva crisis, que será más grave. Tarde o temprano alguna de las piezas de ese tablero se va a mover de manera brusca, es demasiada la tensión que se acumula allí para que así no sea. Ojalá me equivoque (lo hago mucho)

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