martes, enero 28, 2020

El coronavirus empieza a cotizar


Hasta ahora el impacto económico de la epidemia del coronavirus de Wuhan había sido anecdótico, algunas vacilaciones en los mercados internacionales, pero nada parecido a una respuesta clara. Ayer la cosa cambió, con caídas generalizadas en las bolsas de medio mundo, de un 2% de media en Europa y un 1,5% en EEUU, bajada del petróleo, subida del oro como activo refugio y ascenso de los valores de la deuda pública. Bien es cierto que algunos mercados, como los estadounidenses, cerraron el viernes en máximos históricos, por lo que tarde o temprano era de esperar una caída. El consenso de analistas, sirva para lo que sirva, achaca lo de ayer tanto al virus chino a, un poco, porque tocaba hacer un parón. Veremos a ver.

Lo cierto es que empiezan a surgir análisis sobre cuáles pueden ser los impactos de esta crisis en la economía, tanto china como global, y de momento el consenso, nuevamente, señala que podríamos estar ante una situación bastante similar a la vivida en crisis pasadas comparables, como la del SARS. Se apuesta por un evento de impacto intenso pero breve, basándose en un comportamiento epidémico que sea controlado en un tiempo razonable y sin consecuencias desastrosas. El SARS llegó a causar cerca de ochocientos muertos, y se extendió por varias naciones del sureste asiático. Por lo que se sabe del nuevo virus, su capacidad de contagio (lo que se denomina R0) es bastante más elevada que la del SARS, de tal manera que un enfermo podría contagiar de entre tres a cinco personas, y su mortalidad es inferior a la del brote que usamos como comparación. Nos encontramos, por tanto, y siempre teniendo en cuenta los datos que poseemos, ante una enfermedad de extensión más rápida y menor virulencia. Sin embargo, hay dos factores nuevos que juegan en contra nuestra, y permite amplificar el impacto económico del presente virus. Uno es que, desde que se produjo el SARS, el peso económico de China no ha dejado de crecer, y hoy en día es imposible entender la economía global sin ella. El nuncio que hizo ayer el gobierno de Beijing de prolongar las vacaciones de año nuevo introduce un retraso en el sistema productivo chino no contemplado y que, como un efecto dominó, se va a trasladar a las cadenas logísticas y de producción de medio mundo, donde China es omnipresente. Las afectaciones que puedan sufrir estos procesos de producción globales son las que más preocupan, porque son fácilmente desestabilizables y cuesta volver a poner en orden. Por usar el clásico símil norteamericano, pocas veces más apropiado en su literalidad, puede que China ya sea lo suficientemente grande como para que, cuanto en Beijing estornuden, la economía global se constipe. El otro factor es el de las redes sociales, que tienen una doble cara. Muy positiva porque su uso por parte de la comunidad científica está ayudando a compartir la información que se posee del virus y todo lo relacionado con su origen, funcionamiento y alternativas de curación. La secuencia de ADN del mismo circula desde hace días en la red y trabajos de investigación son compartidos en tiempo real, aumentando por tanto el poder de la ciencia como técnica distribuida para poder encontrar un remedio. Pero ya sabemos que en las redes se grita mucho y se viraliza más la basura que lo bueno. Extienden los nervios, la histeria y el alarmismo, y eso genera evidentes efectos económicos, casi ninguno bueno. Frente a los que antes comentaba en la logística y producción, pueden ser más intensos pero más breves, más en formato pico que valle, pero se unen a todo lo demás. Es evidente que las cifras futuras de PIB del primer y segundo trimestre chino de este 2020 van a estar lastradas por lo que está pasando. La dimensión del efecto aún es casi imposible de determinar.

Un factor económico chino que es muy relevante para España es el del turismo. Recientemente China se ha convertido en una potencia exportadora de turistas, que gastan mucho, y España lleva ya algunos años intentando conseguir un trozo de ese goloso pastes. Las entradas de turistas y divisas provenientes de China no han dejado de crecer y lo que ahora sucede puede ser un golpe a esta tendencia, que empezaba a asentarse. El enorme Corte Inglés de Nuevos Ministerios, cerca de donde trabajo, está rotulado en chino, además de en ruso y árabe, y no por casualidad. La suspensión de viajes y restricciones similares puede afectar mucho a esta industria tan importante para nuestra economía. Hay que estar muy atentos a lo que pasa y tratar de distinguir, entre el ruido, la información certera.

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