martes, enero 21, 2020

Sánchez en TVE


Ayer Pedro Sánchez concedió su primera entrevista desde, creo, la victoria electoral del 10 de noviembre. Más de dos meses en los que no ha pasado casi nada en la política española sin una sola entrevista del principal protagonista. Resulta curioso, o no, con qué facilidad los políticos buscan a los medios para vender su mensaje cuando se encuentran en campaña y cómo la rehúyen una vez que alcanza el poder, y descubren que es ese mismo poder que atesoran el que les permite vender el mensaje, sin necesidad de que los periodistas sirvan de intermediario. Los utilizan como correa de transmisión, y algunos de ellos están encantados. Curioso, o no.

Poco fue lo noticioso de la entrevista de ayer, concebida como un ejercicio por parte de Sánchez para colocar argumentos políticos que llevamos oyendo ya semanas y que se van a convertir en el mantra de los próximos meses. Confirmó la subida del salario de los funcionarios un 2%, que le aconsejo que lo ahorre en vista del cada vez más desatado déficit público. A preguntas sobre cómo se va a poder controlar esa variable y las limitaciones que Bruselas impone en materia económica, Sánchez se mostró evasivo, diciendo que todo se cumpliría como es debido, pero sin dar una muestra certera de cómo va a implantar algo de seriedad presupuestaria. Su objetivo pasa por aprobar unos nuevos presupuestos antes del verano, pero conseguir los 176 votos necesarios para ello se antoja difícil y, sobre todo, muy caro para las exiguas arcas públicas. Sobre el otro gran tema, Cataluña, fue algo más locuaz, pero no evitó algún momento de estilo “Rajoyesco” en una nueva muestra de que, como los martes son los nuevos viernes en lo que hace a reuniones del Consejo de Ministros, Sánchez es cada vez más Rajoy en su modo de expresarse y parecer. Anunció que se reuniría con Torra en Febrero y lo enmarcó en una gira que va a hacer por todas las Comunidades Autónomas para reunirse con todos los presidentes regionales (atenta, Greta, las emisiones de CO2 que pueden emanar del Falcon en esos viajes serán de órdago) pero dejó clara su visión de que estamos ante un conflicto político, cuando una semana antes de las elecciones era de convivencia, que sería buena idea reformar el código penal para adaptar algunas figuras que son las que han permitido la condena a los golpistas catalanes, cuando una semana antes de las elecciones pedía mayor dureza contra ellos y nuevas penas relacionadas con los referéndums ilegales… en definitiva, cada palabra suya sobre este asunto estaba rellena de un adanismo propio del inconsciente, dejando caer en todo momento que estamos ante un problema heredado del gobierno anterior, y una debilidad de quien se sabe cogido por parte de los independentistas. No esperen muchas soluciones prácticas en este asunto y sí mucho, muchísimo márketing, que de eso vamos a estar servidos hasta el hartazgo en las próximas semanas, meses, años… lo que vaya a durar el gobierno. Muy habilidoso estuvo Carlos Franganillo al preguntarle qué opinaría el PSOE si el PP hubiera nombrado a un ministro como Fiscal General del Estado, a lo que Sánchez respondió con una excursión por la tangente alabando las cualidades técnicas y profesionales de una Dolores Delgado que, si no me equivoco, sigue siendo diputada del PSOE y que participó activamente en la campaña electoral de noviembre, no precisamente alentando en exclusiva a la participación. La figura del rector de la fiscalía ha sido manipulada por todos los gobiernos, quizás de manera sublime por Felipe González cuando nombró para ese cargo a un ya olvidado Eligio Hernández que fue de lo más desastroso y partidista que hubo en el mundo parajudicial. Dolores Delgado ha sido leal y fiel a Sánchez y al partido, y obtiene como premio un puestazo, para el que técnicamente está capacitada pero éticamente no. Su nombramiento, como si lo hubiera sido por parte del PP en una situación similar (pensemos en Enrique López y los cargos que ha ocupado a lo largo de su carrera) es una cacicada, lo diga un portavoz político del grupo que sea o su porquera. Y el silencio de la facción de Podemos ante este nombramiento no es sino una muestra de cómo el poder exige pleitesía, y qué rápido la otorgan quienes en su vida sólo desean aspirar a él.

Justo al final de la entrevista salió el tema de RTVE, del concurso público para su administrador, que duerme en el limbo deseado por todos los partidos, la situación de absoluta interinidad en la que se desenvuelve el ente y la necesidad de profesionalizar un medio que todo partido y gobierno ansía por controlar (Iglesias, admítelo, sueñas con ello cada noche ahora que lo tienes tan cerca). Ahí Sánchez volvió a ser evasivo, aunque sí acertó al señalar que el consumo vía plataformas y los servicios de streaming han cambiado lo que entendemos por televisión, y que RTVE debe ser una potencia global en ese nuevo ecosistema. ¿Cómo? ¿Con qué gerencia? De eso seguimos sin saber nada. Carlos Franganillo y Ana Blanco se fueron sin respuestas.

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