jueves, enero 23, 2020

China confina Wuhan


En China todo se hace a lo grande, y por decreto, por imposición de un gobierno despótico que posee el poder y el control sobre la sociedad, no conformada por individuos libres, sino por súbditos sometidos. Si se decide hacer un aeropuerto, los técnicos determinan dónde debe estar, y el gobierno se encarga de que ahí esté en un plazo no muy breve de tiempo, y si alguien vivía en ese lugar, será el gobierno el que se encargue de que deje de vivir ahí, y si es necesario, que deje de vivir, y punto. Sin reglas democráticas, la eficiencia de la economía china es elevada y su crecimiento asombra, pero no debemos nunca olvidar que su régimen se parece mucho al franquismo que regía España en los cincuenta, con el comunismo ocupando el lugar del nacional catolicismo.

¿Qué se desata un brote neumónico en una megalópolis? No hay problema, se confina a toda la población y se le prohíbe salir de allí. Esto es lo que ordenó ayer el gobierno chino sobre Wuhan, una ciudad de once millones de habitantes (repita, piense en la cifra y mire a su alrededor imaginando once millones de personas) en la que comenzó el brote del coronavirus neumónico que ahora está en muchos informativos de todo el mundo. La medida es, en sí misma, absurda, sobre todo porque el virus ya se ha extendido fuera de esa urbe, y controlar a la población que vive allí sólo permitirá confinar el foco inicial de la enfermedad, pero no los focos secundarios que ya se han detectado fuera del lugar de inicio. Ahora, si el gobierno quiere mostrarse duro ante la enfermedad y lanzar un mensaje internacional de que hace todo lo posible para luchar contra la enfermedad, quizás sea algo que tenga sentido. Tampoco hace falta ser muy perspicaz para, viendo esta noticia, pensar que los mensajes de tranquilidad que lanzan las autoridades de Beijing son, cuando menos, poco realistas. Si el brote es pequeño y leve, ¿por qué tanto alarmismo? Y si no es tan pequeño ni tan leve, ¿de qué sirve un confinamiento en un foco que ya no es el único? Como verán, un montón de preguntas para las que carezco de respuesta alguna. Lo único cierto es que desde hoy no se puede ni entrar ni salir de una ciudad de dimensiones gigantescas en la que viven muchos millones de personas. Imaginemos, europeos, que se cierra París o Londres, ciudades más pequeñas que Wuhan, y se prohíbe a sus habitantes escapar. Se cancelan trenes, se bloquea el aeropuerto y lo que hasta ayer era una viva metrópoli conectada con medio mundo se convierte en una isla que empieza a asimilarse a una prisión. Las dimensiones de las ciudades modernas las hacen impracticables para ser abandonadas a pie por las personas, por lo que es probable que, conocida la orden, muchos intentasen anticiparse a la salida cogiendo coches u otro tipo de vehículos para abandonar la ciudad por su red de carreteras. Se supone que estas carreteras también estarán cortadas, en ambos sentidos, aunque es casi seguro que será escaso el flujo de entrada a la ciudad. ¿Y dónde acaba una ciudad hoy en día? El término municipal y la corona de edificios quizás pueda tener un límite físico, pero en el día a día del trabajo cualquier urbe, pongamos Madrid, tiene unos complejos flujos de entrada y salida que la expanden mucho más allá de sus propios límites conceptuales. Hay gente, no poca, que va y viene diariamente a trabajar a Madrid y que vive en Toledo, Segovia, Guadalajara, etc… pensemos en Londres o París, que se expanden como manchas de aceite a su alrededor. ¿Dónde se acaban? ¿Cerrar, pongamos Madrid, incluye sólo la ciudad pura o toda la Comunidad, que vive y trabaja en simbiosis con la capital? ¿Incluimos ahí todo el corredor del Henares? En Madrid el río que la atraviesa, muy adecentado en los últimos tiempos, sigue siendo un juguete, pero Londres, París o, también, Wuhan, poseen un señor río que permite un flujo de mercancías y viajeros. ¿Dónde acaba aguas abajo Londres? En el mar.

Y todas estas reflexiones y dudas, y miles más, surgen a cuenta de un virus del que sabemos bien poco. Como mínimo debiéramos conocer su tasa de contagio entre individuos y el tiempo de incubación del mismo en el que resulta contagiable para modelizar cómo puede expandirse la enfermedad, y a ello añadirle la tasa de mortalidad que genera para realizar estimaciones sobre la gravedad del problema al que nos enfrentamos. De momento es seguro que la gripe convencional, que apenas causa alarma ni genera noticias, posee tasas mucho más mortíferas que las de este coronavirus. Una buena fuente de información de lo que está pasando es el blog Microbiolog de Ignacio López-Goñi, un experto absoluto en la materia. Acudan a él.

No hay comentarios: