A medida que Sánchez ha
ido prorrogando los estados de alarma se ha visto la enorme debilidad
parlamentaria que lo sostiene. Actúa Sánchez con las formas y aspectos de
presidente absoluto, pero cada votación en el Congreso muestra que conseguir la
mayoría absoluta necesita un esfuerzo enorme, y que nada está garantizado. Sus
presuntos socios, compañías tan poco aconsejables como Esquerra, le dejan
tirado a las primeras de cambio y muestran que Sánchez es para ellos poco más
que un tonto útil para poder exprimir a voluntad. Esto exige que la fábrica de
propaganda de Moncloa cada vez se esfuerce más para ocultar lo obvio.
En la sesión del
Congreso de hoy la
prórroga que va a salir es de quince días, no el mes deseado por Sánchez, y
gracias nuevamente al voto de Ciudadanos, un partido que arriesga mucho con
esta posición pero que repite apoyo, como lo hizo ya hace dos semanas. De la
mano de Arrimadas Ciudadanos ha adquirido un perfil distinto y se muestra como
un partido pactista, que es por cierto para lo que nació, y desde la pequeña
posición que ocupa en el Congreso, fruto de su desastre electoral de noviembre
del año pasado, busca sacar un rendimiento a sus escaños. Lo cierto es que la
posición de los naranjas es bastante incómoda. Por un lado saben que acordar
con el gobierno medidas económicas de urgencia y mantener el estado de alarma
mientras la movilidad deba estar restringida es algo necesario para el bien
común de todo el país, pero a la vez corren el riesgo de que, pasada la alarma,
Sánchez y los suyos vuelvan a dejar el sentido común en la cuneta y retomen las
conversaciones con los independentistas catalanes para tratar de acordar todo
tipo de cosas ilegales. Jugar en medio de dos orillas es un juego peligroso,
porque al final quedas lejos de ambas y corres el riesgo de que desde todos
lados te miren mal, pero creo que Ciudadanos está haciendo lo que debe hacer.
Hace ahora un año, sólo un año que parece un siglo, con un resultado electoral
excelente en abril, el Ciudadanos de Rivera erró de estrategia. Quizás el PSOE
no quiso nunca pactar con él, pero se equivocó el dirigente naranja al no ofrecerse
y dejar en evidencia la estrategia socialista. A Rivera se le abrió la
posibilidad de superar al PP y eso le obnubiló, le llevó a soñar con un
sorpasso en la derecha que era tan difícil como ilógico, pero en ello empeñó
sus fuerzas. En la repetición electoral Ciudadanos sufrió una sangría
espectacular, rivera se fue, y Arrimadas se ha hecho con el control de una
formación famélica en el Congreso, pero que tiene que lograr dar valor a su apenas
decena de escaños. Desde el acuerdo de hace dos semanas han sido muchas las
críticas que se han lanzado sobre Arrimadas, la mayoría de ellas, como siempre,
de personajes y sectores que nunca irían a votarla, hiciera lo que hiciese,
pero también ha habido críticas internas, con la renuncia de caras muy visibles
de la formación, como Juan Carlos Giraulta hace unas semanas y ayer mismo
Marcos de Quinto, tras el acuerdo que hoy refrendará en su última votación como
diputado. Sin duda esto debe ser duro para Arrimadas y su equipo, pero la
política no es amable, sino una descarnada lucha por el poder, donde priman los
intereses particulares y poco más. El cinismo vive a sus anchas en las
dirigencias de los partidos, y esto es algo que todos debiéramos tener muy
claro.
¿Saldrá beneficiado
Ciudadanos, política y electoralmente, de estos movimientos? Es difícil
saberlo, pero en el estado de semiruina en el que se encuentra poco importa
empeorar un poco más. Es cruel este país, en el que la sociedad demanda
constantemente pactos y acuerdos, pero que a la vez critica con saña a quienes
a entendimiento llegan. Arrimadas está demostrando ser valiente y jugar de
manera arriesgada. Cierto que eso no le garantiza recompensa futura, pero
tampoco lo haría quizás en caso de mantenerse enquistada en sus posiciones. En
todo caso, siendo la única mujer dirigente de un partido nacional, está
demostrando tener bastante más “huevos” que muchos de los que junto a ella se
sientan en el Congreso, y eso ya es mucho decir.
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