Ayer fue un día de
grandes ganancias en los mercados financieros, cosa que es de agradecer en
medio de este panorama. Las bolsas globales subieron con fuerza y las primas
periféricas europeas cayeron. En lo que hace al Ibex remontó algo más del 4%,
en medio de un sentimiento global optimista ante los inicios de la desescalada
en muchos países, alentado aún más por las noticias de que algunos experimentos
con vacunas, en este caso norteamericanas, son alentadores. Recuerden que lo
que hoy son buenas noticias mañana pueden ser dudas, por lo que deben ser
vistas con prudencia, pero a algo hay que agarrarse en medio de la tormenta.
Lo más importante de ayer,
en lo económico y lo político,
fue el acuerdo presentado por Merkel y Macron para crear un fondo europeo de
reconstrucción de ámbito europeo, dotado con 500.000 millones de euros, que
sería un complemento del presupuesto comunitario, que se gestionaría desde
Bruselas, que se financiaría con deuda emitida por parte de las instituciones
europeas y se dirigiría a apoya a las naciones más castigadas, entre ellas
España, centrado en las áreas sanitarias, medioambientales y turísticas, entre
otras. Lo que escenificaron ayer los dos principales dirigentes de la UE fue el
acuerdo para crear un instrumento, la iniciativa política que lo va a
respaldar, y que abre las puertas a que el conjunto de la UE lo haga. Cierto es
que hasta que se produzca el acuerdo definitivo puede pasar tiempo y las cosas
que ayer se dijeron, expresadas en una decisión comunitaria, pueden ser
distintas, pero como decía refiriéndome a las subidas de la bolsa, es algo a lo
que agarrarse en tiempos de zozobra. La iniciativa es distinta a otras ya
presentadas y conocidas, sobre todo porque en ella se habla de transferencias,
no préstamos, y se abre por primea vez la opción de emisión de deuda conjunta
europea, que no computaría como deuda nacional de ningún país en concreto. Reitero,
falta pulir los detalles, que siempre son delicados, pero lo de ayer fue lo más
parecido que creo que vamos a ver a la creación de los famosos coronabonos, y
eso es ya por sí mismo un gran avance. Un enorme avance. También se indica en
el acuerdo que esas transferencias de dinero estarán acompañadas no exactamente
de una condicionalidad, pero sí de la necesidad de que el estado receptor
realice reformas y ajustes en sus economías, por lo que en este caso no
estaríamos hablando de rescate propiamente dicho, como sí lo sería el recurrir
al MEDE, pero en todo caso quien de estos recursos haga uso no podrá hacerlo
libremente, porque se verá sujeto a una supervisión. Y es lógico, porque eso
también supone la corresponsabilidad que tanto se demanda por parte de las naciones
económicamente débiles, que necesitan recursos. Si te falta dinero y alguien te
lo va a dar o dejar (no es lo mismo obviamente) el que te lo cede tiene derecho
a condicionar para qué te lo da y cómo lo vas a emplear. Países como el nuestro
o Italia, poseedores de cuentas públicas muy debilitadas, que empezaron este
año con grandes niveles de deuda y déficit, se encuentran de bruces con una
crisis devastadora que les va a descalabrar todos sus presupuestos y elevar los
niveles de deuda hasta cifras estratosféricas, inasumibles. Las acciones de
compra desplegadas por el BCE y el soporte de instrumentos como el MEDE pueden
servir a corto plazo para dar un respiro a estas economías y permitirles
afrontar los gastos de emergencia, pero carecen, carecemos, del músculo
necesario para afrontar la reconstrucción sin una disciplina fiscal y unos
recursos ausentes. Y ahí la presencia de este fondo puede resultar decisiva.
Una muestra de qué
países están en condiciones de poder afrontar la crisis en solitario es la
noticia conocida ayer de que lo
puesto encima de la mesa por Alemania para sus empresas supone la mitad del volumen
de las ayudas otorgadas en el conjunto de la UE. Es evidente que, pongamos
España, no es capaz de hacer un esfuerzo ni siquiera comparable, y claro, eso
penaliza aún más a las empresas españolas respecto a las alemanas. El acuerdo
de ayer es un primer paso, y muy importante, en el camino de la creación de una
integración fiscal europea y, si me apuran, movido por el optimismo, de un
tesoro europeo. Pero no nos ceguemos, es
necesario que en casa, como señaló ayer el gobernador del Banco de España, ajustemos
las cuentas públicas a riesgo de que de poco sirva lo que desde fuera nos
puedan dar.
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