Ayer por la tarde se
hizo público el primer avance de resultados el estudio de seroprevalencia, desarrollado
por personal de distintos organismos públicos y privados y coordinado por el
Instituto de Salud Carlos III. Este estudio aún está en ejecución, pero existen
ya algunos resultados preliminares, que fueron los que se hicieron públicos
ayer. Lo más básico de lo sabido es que las noticias no son buenas. La
tasa media de infectados detectados en el país es del 5%, con picos
provinciales que superan por poco el 10%, por lo que el concepto de
inmunidad de grupo, buscado por algunos epidemiólogos, está muy lejos de
haberse logrado.
Este estudio es una
encuesta, que busca ver el alcance nacional de un fenómeno por métodos
estadísticos. Es imposible testar a toda la población, por lo que se ha
recurrido a herramientas ya conocidas y validadas para saber el alcance global
de la enfermedad. Piense usted en la EPA o en un sondeo de intención de voto.
Se genera una muestra de la población que se quiere analizar, representativa en
el nivel de detalle buscado, en este caso provincial, que no tenga sesgos de
edad, género u otras variables. En el caso de la EPA el INE pregunta a esa
muestra sobre su situación laboral para conocer el estado del mercado de
trabajo. En el caso del voto la empresa demoscópica cuestiona a la muestra
sobre sus intenciones de cara a unas futuras elecciones, y con esos datos se
crea una proyección de voto nacional. En este caso las “preguntas” consisten en
la realización de test de anticuerpos a la muestra poblacional seleccionada,
test que nos dirán si las personas pasaron la enfermedad o no, que no nos dirán
cuándo la pasaron o con qué intensidad, o dónde o cómo se contagiaron. Sólo si
han sido afectados o no. A partir de ahí los datos se extrapolan y obtenemos
una imagen nacional, desagregada por provincias, de la incidencia de la enfermedad.
Esta encuesta va a tener dos olas más, es decir, se va a proceder a testar
nuevamente a la población muestral dos veces más con intervalos de dos semanas,
para comprobar si existe una evolución en la tasa de contagio en ese periodo de
mes y medio, pudiendo así no sólo una imagen fija del nivel de contagio sino
también una cierta evolución de los mismos, obteniendo por tanto una valiosa
información de hasta qué punto la tasa de contagio evoluciona en el tiempo. El
resultado obtenido, muy bajo, es malo, malo en el sentido de que hace que la
gravedad del problema que tenemos entre manos sea aún mayor de lo que pensamos.
Piense usted que la catástrofe absoluta que hemos vivido se ha dado con unas
tasas de infección realmente bajas, por lo que imagínese lo que pudiera suceder
si los infectados hubieran sido, pongamos, el doble. Las insoportables cifras
de muertos que arrastramos se multiplicarían quizás por esa proporción. También
se puede estimar, de una manera burda pero acertada, cuál es la letalidad real
de esta enfermedad, y con los datos de ayer y los de fallecidos que tenemos se
puede situar en poco más del 1%. A algunos les parecerá muy baja, pero es
realmente alta, y sobre el conjunto de la población española ese poco más del
1% supone cerca de medio millón de personas. Un disparate. Una temporada de
gripe común suele situar su letalidad claramente por debajo del 0,1%, por lo
que estamos ante un enemigo mucho mucho más mortífero que el de la gripe
estacional. Sí, no es el ébola o la viruela, cuyos porcentajes son mucho más
altos, pero es lo suficientemente virulento para ponernos a todos contra las
cuerdas y bloquearnos, y hacernos sufrir lo impensable.
Sobre la inmunidad de
grupo, recordar que este es un concepto teórico que se alcanza cuando se supera
determinado umbral de infectados, y depende tanto de la letalidad de la
enfermedad como de su capacidad de transmisión. Se estima que para este virus
esa inmunidad empieza a funcionar a partir del 60% de la población. Estamos
lejísimos, por lo que las posibilidades de un rebrote del mal en posteriores
olas, que ya eran elevadas, lo son mucho más una vez conocidos estos datos.
Desde luego, hasta que haya vacuna o tratamiento, nada volverá a ser como
antes, porque este maldito virus lo ha trastocado todo y apenas nos ha empezado
a afectar como población susceptible.
Mañana es San Isidro,
patrón de Madrid y festivo local en la ciudad. Concepto absurdo este de
festivos en estos tiempos de pandemia, pero así es. No habrá artículo en este,
su blog.
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