La conclusión más profunda que estoy sacando de todos estos meses de necia gestión de la pandemia es que, definitivamente, nos hemos convertido en un estado fallido, un país regido por una administración que no gestiona, que no rige, que no soluciona problemas, que no arregla nada a sus ciudadanos. Un país en el que las estructuras de gobierno, nacional y autonómicas, sólo trabajan, luchan y se esfuerzan por su propio interés de supervivencia, por acaparar recursos de los ciudadanos y destinar la mayor parte de los mismos a esas mismas estructuras y a quienes viven de ellas. No somos una república africana de esas en la que la población vive en el caos y la violencia, pero el alcance de nuestro fallo crece día a día. Y la vergüenza e indignación que eso produce también.
Hoy viviremos en enésimo capítulo del esperpento, sangrante, mortal, infame, que se da en este país a cuenta del coronavirus, y que tiene a Madrid como exponente máximo. Ayer, el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad echó para atrás las medidas de restricción de movilidad (no el resto) que el gobierno central había impuesto tras el desencuentro de hace una semana y la reunión del Consejo Interterritorial de Salud. En una sentencia, que si fuera examen supondría un cero absoluto para los que pusieron en marcha esa norma, considera el tribunal que no es una orden ministerial la que puede restringir derechos y libertades tan básicos como el de movimiento, y que o se determina algo así con una norma de rango adecuado o no puede ser. Recordemos que el Ministerio dictó esa instrucción tras el desencuentro con el gobierno de Madrid, gobierno regional que durante semanas no hizo nada y que, tarde y a desgana, empezó a aplicar medidas restrictivas cuando el número de contagios y fallecidos ya estaba desatado. Mientras el inútil gobierno de Ayuso dejaba que la situación sanitaria se pudriera en Madrid el inútil gobierno central miraba desde el tendido esperando a que la imagen de su oponente político regional se achicharrara. ¿Le importa a Ayuso y a los suyos la salud de los madrileños? Absolutamente nada. Sólo quiere de ellos sus votos e impuestos. ¿Le importa a Sánchez y a los suyos la salud de los madrileños? Absolutamente nada. Sólo quiere de ellos sus votos e impuestos. Y así, en una batalla política de ruindad extrema, aderezada con muertos diarios que resultan ideales para estos sujetos que nos rigen como armas arrojadizas, hemos llegado a la víspera del puente del 12 de octubre, el lunes es fiesta, con la amenaza por parte del gobierno central de decretar un estado de alarma que permita restringir la movilidad en Madrid y el tira y afloja de gobiernos para acordar eso, o algo similar, pero que tenga soporte jurídico. De paso los contagios siguen y las muertes también, y el agobio de los sanitarios, y la falta de médicos y de recursos, y la descoordinación entre hospitales y residencias de ancianos, y la falta de datos fiables, y los anuncios de actuaciones que se quedan en nada, y la compra de reservas de material, y…. y todo esto se puede extender a muchas otras regiones españolas, que no están en el foco mediático porque no rentan, pero que presentan situaciones epidemiológicas lamentables y la misma necedad institucional. Cataluña, La Rioja, Navarra o las dos Castillas tienen cifras de infectados desatadas, más bajas que en Madrid, sí, pero que serían consideradas como apestadas vistas desde cualquier Lander alemán, uno de esos lugares en el que los ciudadanos importan a sus administraciones. ¿Qué tiene que pasar para que Sánchez y su banda, del PSOE, dimitan del gobierno de la Comunidad de Madrid, sean juzgados y, espero, sentenciados a muchos años de cárcel por su actuación en esta crisis? ¿Qué tiene que pasar para que Ayuso y su banda, del PP, dimitan del gobierno de la Comunidad de Madrid, sean juzgados y, espero, sentenciados a muchos años de cárcel por su actuación en esta crisis? Replicaría esta frase para cada uno de los gobiernos autonómicos que, desgraciadamente, tenemos que soportar, y pagar. A algunos no les gustará esto que escribo, no pocos lo suscribirán para los gobiernos de la sigla contraria a la suya. Así nos va.
No atisbo esperanza alguna. Si logramos contener el virus será por el sacrificio individual de los ciudadanos y por el trabajo, denodado, mal pagado, despreciado por sus gobernantes, de los que forman el sistema sanitario español, “uno de los mejores del mundo” infradotado y sostenido por profesionales maltratados hasta el extremo. El ciudadano de a pie, sólo, está abandonado. Ayer, esos gobiernos irresponsables pedían “responsabilidad” a los ciudadanos para que el comportamiento de cada uno supla sus propias carencias. No se con qué vergüenza se atrevieron ayer a salir a hablar después del último de sus episodios de necedad. ¿Consejo para padres que tengan hijos? A parte de mucha paciencia, que les obliguen a aprender idiomas de verdad y que, si les quieren, y les importa su futuro, les larguen de este país. Que se busquen la vida en otro que les proporcione algo a cambio de su sacrificio.
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