Nada de lo que suceda con la evolución de la pandemia descargará de responsabilidad al necio grupo de dirigente que, con poder central y autonómico, desgobiernan el país y buscan en muertos e infectados las herramientas perfectas para alimentar sus egos, atizar al contrario y elevar su poder en medio del erial. Sí, es nauseabundo, y merecen nuestro total desprecio, pero lo más grave, lo peor, es que estos políticos son los nuestros, son los que han surgido de nuestra sociedad. No han llegado en na nave espacial de un planeta lejano, no, sino que han nacido aquí, como nosotros, entre nosotros. Son, como todos, fruto de la misma sociedad. Su fracaso ejemplifica al máximo el fracaso del colectivo del que formamos parte.
Nos negamos a admitir esto, nos repele, y usamos a estos políticos basura como muñecos de vudú para descargar sobre ellos la culpa de lo que pasa, y no poca es suya, pero tampoco poca es del resto de nosotros. Durante esto días se han conocido noticias de irresponsabilidad manifiesta en ciudades como Valencia, Barcelona, Salamanca o Granada. En todas ellas el caso era muy similar. Fiestas universitarias celebradas en recintos alquilados o colegios mayores que acaban con un alto número de contagiados, en las que a buen seguro el virus es una de las muchas cosas, y de las menos arriesgadas, que se comparten. Esas fiestas han acabado con brotes intensos que han obligado a cerrar campus, como el de la politécnica de Valencia, han conllevado expulsiones de alumnos de los centros, como la treintena larga que han sido expedientados en Salamanca y, en general, han provocado disparos en las tasas de contagio de las ciudades en las que se han desarrollado los hechos. En este caso no hay políticos o administraciones implicadas, ni adolescentes hormonados, pero sí un buen montón de jóvenes en edad universitaria, que saben lo que sucede, pero que les importa bien poco, se sienten inmunizados, superiores, y lo único que les importa es la juerga, su propia diversión. Es imposible no calificar de irresponsables a estos sujetos, que con su actitud han provocado la expansión de la enfermedad y un enorme coste económico y social a las instituciones universitarias y al resto del alumnado, que se van a ver perjudicados por su actitud. De hecho se hace realmente difícil en no pensar en epítetos que hacen referencia a sus madres y a la relación de parentesco que existe entre ellas y los alumnos juerguistas, como inicio de una serie de descalificativos escritos en gruesas letras mayúsculas, pero si uno escarba un poco en la noticia y la estudia en detalle se encuentra con que estas fiestas son el reflejo de nuestra sociedad, o de una parte muy significativa de la misma, que no entiende a los demás como parte conviviente de la vida sino como estorbo o mero objeto de utilización. Una de las reflexiones que deja en su obra el filósofo Javier Gomá, autor de la tetralogía de la ejemplaridad, es que uno de los grandes retos de nuestro mundo, superpoblado y urbanizado, es el de aprender a vivir juntos unos con otros, a saber que los espacios son comunes por necesidad, porque somos muchos en poco de ello, y que las reglas con las que nos comportemos deben estar siempre supeditadas al impacto que nuestros actos van a tener en personas que, conozcamos o no, se van a ver directamente influenciadas por ello. Y pocos ejemplos más crueles y efectivos para entender esto que el de una pandemia en la que cada uno somos potenciales vectores de transmisión de un virus que no vemos, que no percibimos en el ambiente, y que nos la puede jugar directa o indirectamente. Los que llevan a cabo esas juergas no conocen el concepto de responsabilidad social, y si lo conocen, lo desprecian, lo que es aún peor. Su burbuja de deleite infantil es ajena al mundo real en el que viven, y eso puede causar desgracias. Y en las ciudades que he mencionado ya las ha originado.
Legalmente, ¿cómo se pueden perseguir actitudes de este tipo? ¿es licito denunciar a los juerguistas y hacerles pasar por la cárcel y / o pedir que carguen con los costes de un cierre universitario provocado por ellos? No soy experto en derecho, así que no se si se puede actuar con la ley vigente sobre ellos, pero si algo se pudiera hacer, se debiera, porque una reprimenda y un aislamiento no son castigo para lo que han hecho. ¿Y saben lo peor de todo? Que puede que en el futuro alguno de estos chavales sea político o haga carrera en ese ámbito. Con la irresponsabilidad demostrada les auguro un prometedor futuro en los partidos que pueblan nuestro país, y quizás con el tiempo, aunque está difícil, su futura gestión no deje en muy mal lugar a los irresponsables que ahora nos desvelan desde sus tribunas y atriles.
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