El fin de semana se han cumplido dos meses desde la jura de Joe Biden como presidente de EEUU, por lo que puede ser un buen momento para empezar a ver qué está haciendo la nueva administración al cargo del país. Voy a intentar fijarme hoy en el plano interno y mañana, si no sucede nada raro, en el internacional (ahí hay mucha chicha). Por de pronto sigue la luna de miel de nuestros medios con Biden, por lo que juzgan como maravilloso todo lo que haga, lo sea o no. Frente a la convulsión de los años de Trump Biden ha introducido sosiego, lo que es de agradecer, aunque eso haya hundido en aquel país las ventas de la prensa y audiencias de los medios de comunicación, que en la bronca y susto permanente vivían, financieramente, mejor.
Biden llegó con dos retos a su presidencia, el de reunificar el país tras la divisiva era Trump y el de la lucha contra la pandemia. Es en este segundo, urgente y con idea de ser superado en el medio plazo, en el que se está centrando con una doble estrategia. Por un lado, apoyo absoluto a la masiva campaña de vacunación, que ofrece unas cifras en aquel país que son envidiables, con más de una quinta parte de la población como ya receptora de al menos una dosis de vacuna. En esto vuelve a dejar en evidencia a la UE, donde la vacunación está siendo deprimente. En estadios, en aparcamientos, en donde sea, laborables y festivos, en EEUU se vacuna a lo grande, con cifras diarias que superan por bastante el millón de inoculados. La otra pata de la estrategia Covid de Biden es la económica, y el apoyo de enormes paquetes de estímulo y ayuda para sobrellevar las consecuencias de la crisis. Ya ha conseguido que el legislativo dé el visto bueno a un plan de ayudas enorme, de 1,8 billones de dólares, billones con b europeos, de doce ceros, que incluye un cheque de unos 1.800 dólares a cada mayor de edad del país, en un tipo de transferencia directa que ya hizo Trump el año pasado, pero en mayor cuantía si cabe. Este pan de estímulo, junto con otros que vendrán, buscan el disparo de la economía norteamericana cuando la vacunación sea lo suficientemente extensa para permitir la vuelta a la normalidad. Las dimensiones de estos planes de rescate han suscitado dudas entre expertos tanto por la capacidad para financiarlos como, sobre todo, por el posible demonio inflacionista que pueden desatar, pero de momento Biden opta por lo urgente, por tratar de que la crisis se frene, y luego ya se verá cómo se desenvuelve la normalidad. En la parte pandémica la gestión de la nueva administración difiere, afortunadamente, de la pasada, y EEUU avanza por el buen camino. Sobre el otro gran problema, la división del país, poco se sabe, entre otras cosas porque el comportamiento suave de Biden ha dejado las estridencias de los forofos trumpistas sumidas en la oscuridad mediática, pero poco indica que se haya avanzado en este asunto. El republicanismo sigue herido, y no está claro cuáles van a ser los siguientes pasos de un trump que sigue contando con un enorme apoyo entre las bases del gran y viejo partido, el GOP, como allí lo llaman. La formación del gabinete Biden no ha sido demasiado traumática, pero ni ha sido inclusiva con la incorporación de independientes ajenos a los demócratas ni ha conseguido calmar las aguas del propio partido demócrata, sometido a fuertes tensiones entre sus almas moderada y radical. De momento el poder es lo que más une, como saben los que lo tienen y padecen los que no, por lo que el frente interno demócrata es probable que, hasta el inicio de la campaña electoral de las elecciones de medio término de 2022 no se vuelva a abrir. Bastante antes de ese momento se habrá tenido que manifestar la posición republicana, y es de esperar que cuando Trump contraataque el ruido vuelva a ser llamativo.
Un problema que Biden veía como menor se le ha presentado con toda su crudeza en estas semanas de mandato y, ante él, está fracasando. Se trata de la gestión migratoria en la frontera. El efecto llamada de la nueva política migratoria ha disparado las solicitudes de asilo y los intentos de entrada en el país, y ahora mismo el sur de EEUU y norte de México es un caos en el que ni los derechos humanos se respetan ni al ley se cumple. La idea de Biden de dar vacunas a México a cambio de que incremente los controles para evitar entradas ilegales en territorio gringo hubieran escandalizado, y con razón, a todos nuestros bienpensantes articulistas si la hubiera declarado Trump, pero la ha lanzado una administración demócrata, desbordada. Cambio radical en el gobierno, sí, pero los problemas de siempre ahí siguen.
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