Hay días plácidos, semanas en las que en la política no pasa nada salvo las intestinas luchas diarias que no dejan señales más allá de los rostros de los enfrentados, y horas de vértigo en las que puede surgir una tormenta y descargar de una manera torrencial, llevándose por delante cargos, voluntades, vicios y deseos, que de todo hay en los despachos oficiales. Ayer a esta hora todo parecía tranquilo en el panorama regional, hoy sigue alterado tras el serio golpe que, comenzando en la región de Murcia, se extendió a otras comunidades, y cuya dimensión completa aún no se alcanza a ver. De hecho ni es seguro que se lleguen a producir algunos de los eventos convocados ayer.
Todo empezó por Murcia, que sale poco en los medios. A primera hora de la mañana Ciudadanos anunciaba que rompía su pacto de gobierno y ayuntamiento capitalino con el PP para apoyar una moción de censura con el PSOE, de tal manera que la actual vicepresidenta murciana, del partido naranja, fuese la candidata a la presidencia regional y los socialistas se hicieran con el poder en el ayuntamiento. El rumor de pactos entre socialistas y naranjas que sembró Ánder gil, portavoz del PSOE en el Senado hace no muchos días, empezaba a tomar cuerpo donde menos se lo esperaba. Al final de la mañana era el PSOE el que presentaba otra moción de censura en Castilla y León, donde requiere cuatro votos de Ciudadanos para hacerla efectiva, y donde parece, a esta hora de la mañana de hoy, que no se va a dar ese transfuguismo. El gobierno coaligado del PP con Ciudadanos de Andalucía salió a la palestra para decir que con ellos no iba nada de este lío y que la Junta estaba estable y segura. Y en medio de todo este lío, no a la mitad del camino que va de Murcia a Valladolid, pero sí en el nexo de encuentro entre ambos, saltó por los aires el enfrentado gobierno de la Comunidad de Madrid. Ayuso, la presidenta, cesó a los consejeros naranjas y anunció la disolución de la asamblea y la convocatoria de elecciones para el martes 4 de mayo, después del puente y festivo del 2, trasladado este año al lunes 3 por caer en domingo. A la vez Mas Madrid y el PSOE presentaron mociones de censura ante la asamblea de Madrid con el objeto de derribar el gobierno de Ayuso, y a estas horas de la mañana de hoy sigue habiendo un embrollo de padre y señor mío sobre la simultaneidad de ambos movimientos, la prevalencia de cuál sobre cuál y si finalmente esa convocatoria electoral se llevará a cabo. Como es habitual desde que llegó al gobierno, Ayuso ha conseguido ser la protagonista no buscada por sus contrarios de un movimiento que no buscaba desestabilizarla a ella directamente, pero que suponía una evidente amenaza. Si finalmente hay elecciones, cosa que me temo que tendrá que decidir un tribunal, es muy probable que las gane y saque un resultado muy bueno, acompañada de la disolución de sus hasta ayer socios naranjas de gobierno, y con inciertos resultados por parte de los partidos de izquierda, que a esta hora, (fíjense lo importante que se vuelve el reloj en tiempos convulsos) carecen de candidatos oficiales, como es el caso del PSOE. El intento de la moción de izquierdas es una artimaña para tratar de salvar sus escasos muebles y busca retrasar una convocatoria electoral que Ayuso sabe que le puede beneficiar, y usará la dirigente popular los argumentos de sus denostados independentistas catalanes para defender ahora unos comicios que hace unas semanas consideraba absurdos en Cataluña. Como se puede ver, un lío político en el que unos, otros, estos y aquellos sólo se preocupan por detentar el poder, conservarlo o arrebatárselo a quien, a esta hora, lo tiene. Nada que no se haya visto en cualquier pasado.
Qué buena tarde pasaría ayer el gran Shakespeare en el parnaso literario por el que retoza, charlando con los espectros de Macbeth, su mujer y las brujas que les tentaron. En esa obra muestra el bardo como el ansia por lograr el poder vuelve loca a la gente y le impulsa a la traición, a cometer actos viles, antaño asesinatos, hoy votos en contra, a cambio de un futuro lleno de promesas que, casi siempre, se tornan en llanto y amargura. Nada está claro tras el día de ayer, salvo que fallecieron algo más de doscientas personas por la pandemia, que la vacunación no acelera y la ruina económica crece. Bueno, hay una cuarta cosa clara. A los políticos de este país no les importan ninguna de las tres cosas mencionadas. Sólo el poder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario