lunes, mayo 31, 2021

Indultos dolosos

Escribo menos de lo que debiera sobre el tema catalán, dada su importancia y gravedad, pero como cuenta Ramón González Férrriz en “la Ruptura” este asunto a mi también me produce molestias emocionales y hasta físicas. Tras décadas viendo y viviendo el destrozo social que el fanatismo nacionalista es capaz de provocar en mi lugar de origen, aderezado además en ese caso con una banda mafiosa asesina, comprobar como el mismo delirio supremacista y sectario, esta vez sin violencia organizada, anida en otra sociedad y logra descomponerla es descorazonador. Nada aprendemos de lo que nos pasa, ninguna defensa nos creamos ante el virus del racismo que, en forma nacionalista, vive en lo más oscuro de nuestras entrañas.

El indulto que Sánchez va a conceder a los independentistas catalanes condenados por sedición es un pago para que Esquerra le mantenga en el poder todo el tiempo que sea posible. Nada más que eso, y nada menos. Es una jugada con la que busca extender la duración de su gobierno. No tiene nada que ver con ninguna otra cosa. El departamento de propaganda de Moncloa, dirigido por Iván Redondo, y cuyos miembros cobran si hacen lo que el jefe les dicta, ya ha elaborado un argumentario para ocultar lo anterior, que sin indultos todos ellos perderán el cargo y la nómina mucho antes, y en ese discurso falso creado para enmascarar el miedo al desempleo se utilizan conceptos amables para los que apoyan el indulto como concordia y graves para los que lo rechazan, como revancha y venganza. Una excelente muestra del marketing político que nos rodea, en el que lo emocional lo es todo y la verdad, si quiera un atisbo de ella, es imposible de sobrevivir a tantas toneladas de lemas, eslóganes y palabrería hueca. Algunos han comprado esa mercancía averiada, muy pocos por convicción, la mayor parte por interés, para congraciarse con un poder del que pueden sacar rédito o del que, directamente, cobran cada final de mes. No son pocos los que, por seguir a Sánchez por interés y creencia, han retorcido completamente su discurso en meses, semanas, y ahora recitan frases calcadas de esos PowerPoint elaborados en Moncloa, con agradable dicción, pero nula creencia, mostrando lo profundo de su interés personal, mayor cuanto mayor es la nómina mensual que perciben. Sabe el gobierno que la inmensa mayoría de la sociedad rechaza esos indultos, pero eso le importa poco, porque como a todo gobierno, lo que más le importa es seguir siéndolo. Su estrategia se basa en que el escándalo que se origine por la concesión del indulto se aplaque en unos meses, y que la recuperación económica que siga al fin de la pandemia y a la llegada de los fondos europeos (aviso, siempre tardan mucho más en llegar de lo que se espera) hagan olvidar este tema y le den margen para no convocar elecciones hasta, como muy pronto, otoño del año que viene, un año antes de lo que tocaría. En el tacticismo habitual en el que se mueve Redondo, que sobrevive semana a semana sin que le importe los destrozos que ello ocasione, la senda temporal está clara, y da igual cual sea el precio por comprar los apoyos que se necesiten para sobrevivir en el corto plazo, lo importante es seguir cada viernes al frente del poder y de las nóminas que otorga. Que la ideología del partido que me ha contratado, pensará el consultor Redondo, sea de izquierdas e internacionalista, y me vea obligado a amnistiar a unos sediciosos independentistas que, por definición, son cantonalistas, y que buscan el privilegio de unos, los más ricos, frente a otros, los más pobres, me da igual, porque como buen consultor me debo al que me ha contratado. Si ya con Albiol, del PP, fabriqué para su campaña unos lemas demagógicos sobre la inmigración puedo hacer con Sánchez lo que él quiera para que se mantenga el tiempo suficiente en lo más alto para que mi promesa de arrojarme con él a un barranco se sitúe lo suficientemente lejos en el tiempo como para haber encontrado un nuevo cliente al que asesorar, fabricar discursos, mensajes y lemas, y dejar al de ahora con los problemas que él, sólo él, se haya creado. Porque es el cliente el que pide y el consultor el que elabora, y nunca tiene la contrata la culpa de lo que quien la reclamó le pidió.

La probabilidad de que esos indultos sean útiles de cara a apaciguar el tema catalán es ínfima, porque en Cataluña ya es enorme la grieta social abierta entre los nacionalistas supremacistas, populistas dignos de Trump hasta en su estilo y forma y poder financiero, y el resto de la sociedad, y serán necesarias décadas, muchas décadas, para recomponer el destrozo que el odio independentista ha creado. Ni indultos ni gestos huecos serán útiles. Sólo paciencia, ley, lógica al actuar y mucho mucho tiempo. Y ejemplaridad, y defensa de las clases medias y bajas catalanas, abandonadas por una presunta izquierda que hace tiempo ya se alió con lo más rancio de la oligarquía local para buscar unos privilegios aún mayores de los que ya disfrutaba. Y encima tienen la desfachatez de querer vender esto como progresismo.

viernes, mayo 28, 2021

Si se puso la primera de AstraZeneca, repita

Al menos la vacunación avanza, en lo que sin duda es la mejor de las noticias en medio de tantas malas. El porcentaje de personas en España que ya ha n recibido una primera dosis está en el entorno del 36,5% y las franjas de edad presentan ratios de vacunación casi absolutos, lo que está permitiendo reducir la mortalidad de una manera evidente. El panorama, poco a poco se despeja, lo que es aprovechado por políticos sin escrúpulos para volver a cuestiones pasadas y a tratar de sembrar cizaña en forma de mal entendida concordia, pero así es la naturaleza humana, perversa como pocas. Lo trascendental, las vacunas están ganando al virus.

Y no será porque se lo estamos poniendo difícil con estorbos y polémicas inútiles. Parece que las de la marca AstraZeneca están en el ojo de todos los de miradas cortas. Son vacunas seguras, eficaces, que derrotan al virus con un elevadísimo porcentaje de eficacia y otorgan inmunidad duradera. El problema que hay tras esa marca es legal, de incumplimiento de los contratos pactados con la UE a la hora de las entregas que fueron compradas, pero no hay problema alguno con el medicamento en sí. Los casos de trombos descritos tras la administración de su primera dosis son realmente ínfimos, porcentajes de unidades sobre el millón de vacunados, y se sitúan a la altura de los ocasionados por Janssen, otro compuesto también basado en adenovirus modificados. Pero el lío judicial de la marca británica ha sido aprovechado por los gobiernos de varios países para ejercer una política restrictiva en su administración que compromete la seguridad y bienestar de los ciudadanos. Tras un injustificable retraso en la administración de la segunda dosis al personal esencial menor de sesenta años que, en su momento, recibió la primera dosis, hubo un acuerdo, entre políticos, del Ministerio de Sanidad y las CCAA, recomendado que esa segunda dosis no fuera de AstraZeneca, sino de Pfizer, lo que fue visto como una obscenidad por la comunidad científica y sanitaria. Es más, se determinó que quienes quisieran expresamente que se les repitiera la dosis de AstraZeneca firmasen un consentimiento expreso para, supongo, que los gobiernos de todo tipo queden exonerados legalmente por lo que pudiera pasar. Esto es completamente estúpido. La Agencia Europea del Medicamento, la EMA, que no está en Barcelona gracias a los independentistas aún no indultados, la OMS, los estudios del fabricante.. hay unanimidad sobre la seguridad de la marca británica y que su pauta debe ser completada por ella misma. La mera idea de mezclar tipos de vacunas de funcionamiento muy distinto (adenovirus modificados frente a ARN mensajero) resulta chocante. La consecuencia es que, mostrando una lógica ausente en nuestros irresponsables públicos, los vacunados de primera dosis están escogiendo, con un porcentaje casi tan alto como el de la eficacia vacunal, repetir con AstraZeneca, lo que muestra que los ciudadanos vuelven a ser más juiciosos que los que dicen ser sus representantes. Y en esas estamos cuando desde el Ministerio de Sanidad se emite ayer un comunicado, infame, en el que se destacan, por encima de todo, los mínimos casos de trombos detectados por la inoculación de esta vacuna, y se urge a la población a que no haga caso de las recomendaciones sanitarias sino de lo que los políticos han determinado. Este comunicado de ayer es infame, podía haber sido escrito por la oficina de negacionistas que Bolsonaro o Trump han usado durante toda la pandemia, y es un caso palmario de irresponsabilidad. Decenas de médicos, expertos, sanitarios y responsables del tema vacunal de toda España salieron ayer en tromba a denunciar semejante abominación, cuyo único efecto posible es el de meter miedo a la gente para que no se vacune, y demandar del Ministerio una postura científica, y si no es el caso, el silencio de quien no tiene ni idea de lo que habla. Menos mal que la gente cada vez hace menos caso de lo que se dicta desde los desgobiernos central y autonómicos, ese perfecto ejemplo de fracasados que la pandemia ha dejado completamente desnudos en su incapacidad.

¿Qué es lo que sucede aquí? Hay varias opciones, y una no descartable, dado que ese patrón se ha repetido con anterioridad, es que estemos ante no un error, sino una nueva mentira administrativa forzada por la ausencia de dosis. Quizás no haya las suficientes de AstraZeneca que se dijeron que se iban a guardar, y por eso los gobiernos emiten ese discurso, a sabiendas de que es falso. Más o menos como el de las mascarillas, que seguro recuerdan, que no eran necesarias porque no las había, y se mentía a sabiendas por la ausencia de material que no se quería reconocer. En fin, otro caso más de lamentable gestión en este triste episodio de pandemia, que no será nunca evaluado, auditado ni sancionado como se merece. Pase usted de todos estos inútiles de los gobiernos central y autonómico, y si se vacunó en primera dosis de AstraZeneca, pida repetir marca en la segunda.

jueves, mayo 27, 2021

Faltan semiconductores

Ahora que la economía global parecer rearrancar con fuerza al ritmo de la vacunación en occidente se empiezan a ver los problemas estructurales generados por la pandemia, que en algunos casos van a suponer un cuello de botella para la recuperación global y van a tensionar las cosas. Otro día hablaré de la discusión que hay sobre los estímulos monetarios y los riesgos inflacionarios, debate que creo que es muy serio en el primero de sus términos y exagerado en el segundo, pero hoy vamos con las cosas físicas. Sí, física, porque en un mundo donde cada vez todo es más virtual los productos físicos hacen mucha falta, aunque ni se vean ni comprendan.

Uno de los más relevantes son los semiconductores, la base de los procesadores informáticos que antaño estaban sólo en los ordenadores pero ahora son omnipresentes. Equipos informáticos, relojes inteligentes, televisiones, electrodomésticos, pulseras de entrenamiento, coches, equipos de sonidos, los infinitos móviles que todo lo llenan… empiezan a ser minoría los equipamientos que no cuentan con semiconductores en sus tripas y que son los que les hacen funcionar, porque forman el “cerebro” que ejecuta el software que les da sentido y utilidad. Ahora mismo el mundo vive un auténtico boom de las compras de productos en los que estos componentes son imprescindibles y otro boom similar de instalación de infraestructuras que dan servicio al mundo digital, donde la demanda de estos componentes es aún más intensiva Consecuencia, el mercado está escaso de semiconductores, las plantas que los producen no dan abasto y las cadenas logísticas globales que suministran todos los elementos a las plantas que producen, pongamos, coches, no es que se resientan, sino que directamente no pueden hacer frente a los pedidos y se rompen. Los montadores de coches mantienen el suministro de acero y componentes metalúrgicos para componer carrocerías e ir ensamblando modelos, pero llega el punto de instalar los navegadores, sistemas electrónicos de arranque, de gestión de ABS y de otros tantos componentes digitales y faltan las piezas, que en este caso son los semiconductores, y el coche a medio hacer no puede terminarse. La fábrica debe optar por bajar el ritmo de producción de vehículos y tratar de almacenar, como sea, el mayor número de unidades mediohechas para ganar tiempo, pero el espacio es finito y el aprovisionamiento no llega, y la fábrica se ve obligada a parar las líneas para no seguir incurriendo en costes de producción que no se transforman en unidades vendibles. En España plantas como la de Figueruelas o Almusafes ya están bajando la producción por este problema, y en EEUU más de una ha cerrado temporalmente porque no puede seguir acumulando stocks. Y así, una tras otra, diversas empresas industriales se están viendo metidas en un serio problema por algo que no eran capaces de imaginar. Las entregas de consolas como la Playstation 5 llevan un retaros enorme, porque estos dispositivos, en el fondo, son potentísimos ordenadores que dependen de los semiconductores tanto o más que los fabricantes de portátiles o smartphones, y empieza a surgir un mercado negro de “plays” en el que la cotización de los que las tienen se calienta al ritmo de una demanda insatisfecha. Las esperas para las compras de portátiles, disparadas por la demanda de teletrabajo y la necesidad de muchos trabajadores de renovar los equipos de casa, que han dado mucho de sí durante los meses de encierro, no dejan de crecer, y esas empresas empiezan a priorizar el producir los equipos de alto valor añadido, los que les dejan más margen, destinados a empresas y otras industrias, frente al mercado de particulares, que ven como lo de ir a la tienda y llevarse el equipo empieza a ser algo poco frecuente. Los ejemplos están por todas partes y lugares, y reflejan un curioso e importante problema global, que no tiene una solución inmediata.

Los principales productores de semiconductores están en Taiwan, seguidos por EEUU y China, pero es en la isla asiática donde han surgido monstruos empresariales que llevan la voz cantante en el sector. Con inversiones requeridas de muchos miles de millones de dólares y tiempo, las fábricas que producen estos componentes no surgen de la noche a la mañana, ni mucho menos, y por ello, es una decisión estratégica, costosa en el corto y medio plazo, la de aumentar la producción local de estos componentes. Europa parece estar en ello pero, si se decide mañana que se harán nuevas fábricas no veremos sus resultados hasta dentro de unos años. Es lo que tiene el mundo físico, reproducir cosas es mucho más costoso de lo que parece

miércoles, mayo 26, 2021

Sobre “La Ruptura” de RGF

Ramón González Férriz es, actualmente, columnista en El Confidencial y con anterioridad ha pasado por diversos medios de comunicación, preferentemente escritos, como editor y responsable de los mismos. Escritor de varios ensayos de historia de las pasadas décadas, que tengo pendientes de leer, politólogo, es un intelectual activo en vida y tiempo, y ha escrito ahora un opúsculo en formato digital, titulado “La Ruptura” que es un certero relato de cómo él y otras personas con inquietudes similares trataron de cambiar la política del país y fue la política la que les cambió.

Considera Férriz en su relato que es fracaso la palabra que debe definir lo que consiguieron tras tanto esfuerzo y búsqueda, y acierta, tanto en el término usado como en el valor requerido para escribirlo así, sin medias tintas. La historia relata como él y otros muchos jóvenes, cultos, leídos, con inquietudes políticas, amantes de los datos, con envidia del rigor institucional anglosajón, empiezan a adquirir una edad y posición que les otorga la posibilidad no sólo de teorizar sobre el poder y la política, sino directamente acceder a ella y ejercerla. Ciudadanos es el vehículo en el que se embarcan muchos de los protagonistas, pero no es ni mucho menos la única opción. Con un amplio espectro de ideas entre todos ellos, con un cierto predominio de la socialdemocracia clásica, el ascenso de la formación de Rivera, el de un PSOE que vuelve a ser liderado por Pedro Sánchez y un PP en decadencia corruptiva es el caldo de cultivo de la incorporación de amigos y miembros del círculo de Férriz a áreas orgánicas de la política, donde se empiezan a decidir estrategias y mensajes a la opinión pública. El procés catalán también está presente en todo este tiempo, y su relevancia, y el daño que fue capaz de producir en todas las dimensiones imaginables se cuela por el relato sin cesar hasta convertirse en una de las dos fuentes de maldad que acabarán por destruir los sueños. La otra, la de siempre, es el poder. La moción de censura del PSOE y su ascenso al poder lleva a que varios de los miembros del grupo pasen de ideólogos a gestores de lo público, a tener cargo y mando en plaza, minúsculo o no, pero real. Y el ejercicio del poder es una droga que vuelve loca a la gente. A medida que pasan los tiempos el ejercicio de idealismo de casi todos empieza a chocar con las ambiciones personales y, sobre todo, con el sectarismo, las murallas ideológicas que empiezan a surgir entre todos, con un abismo creciente entre los que sí han accedido al poder y los que no, entre los que deciden cosas y creen acertar siempre y los que, no pudiendo decidirlas, las consideran enormes errores. Como en el clásico, las brujas tentaron con sus sirenas de poder a los ingenuos y empezaron a surgir variantes de Macbetl por todas partes, ambicionando cuotas, designios y parcelas de influencia, y viéndose entre todos como posibles rivales. Las semillas de la discordia ya habían germinado con fuerza en un campo abonado, lleno de consultas electorales que hacían irrespirable el clima dentro y fuera de los partidos, y con ascensos y derrumbes fulgurantes, en los que nuevamente Ciudadanos es el ejemplo perfecto de lo que pudo llegar a ser y no lo fue. Los puentes se van cortando entre el grupo de amigos y al final llegan las rupturas, las negaciones, las distancias insalvables de los que una vez creyeron que iban a hacerlo distinto, y mejor, que sus predecesores, pero que han ido cayendo en viejos y nuevos errores, hasta el punto de que, con la poca perspectiva del tiempo que tenemos, se puede considerar a estos últimos años de la política española como los más decepcionantes y cainitas de los vividos desde que comenzó la democracia. Lo que iba a ser la nueva política es una manera aún más perfecta de fracasar.

El tono del escrito, que se lee en un ensalmo, es didáctico, personal, e inevitablemente melancólico, porque Férriz, que mantiene un contacto con todos los protagonistas pero que no es de los que llegan a tocar poder, ve como el sueño se torna en pesadilla, que además se lleva por delante amistades y proyectos compartidos. No es sólo la ruina de una idea de regeneracionismo, que tan necesario era y es, y que pocas veces ha sido intentado llevar a la práctica en este país por personas tan jóvenes y tan capacitadas para ello, sino la constatación de que la política, el poder, es capaz de destruir los más nobles espíritus e ideales en una ceremonia de ego y vanidad que no tiene fin. Shakespeare lo contó como nadie, sus brujas viven en el relato de Férriz desde las primeras páginas, y ahí siguen, destruyendo. Léanle

martes, mayo 25, 2021

Los incansables sembradores de oído (para Luna y AIS)

Se nos llena la boca reclamando la vuelta de los abrazos tras más de un año de distancia social forzada, pero cuando vemos a una cooperante de Cruz Roja envolviendo con los suyos a un joven subsahariano, aterrado, usado como munición por parte del gobierno de Marruecos, parte de la sociedad decide linchar a la voluntaria y le hace la vida imposible. Una escritora realiza un discurso en la sede del gobierno exponiendo su visión de la vida y deseos, fruto de lo que le ha tocado vivir, y en pocas horas el odio exponencial decreta poco menos que su cabeza sea cortada y ensartada en una pica. Todo esto en apenas una semana.

¿De dónde surge tanto odio? ¿Por qué odiar así, de esa manera? Cada vez entiendo menos el funcionamiento de esta sociedad en la que todos tenemos megáfonos para expresar nuestra opinión, pero los usamos como arma arrojadiza, como instrumento para golpear a los que no piensan como uno cree que deben pensar los demás. ¿Vamos por la calle insultando a todos con los que nos cruzamos? No, entonces, ¿por qué en las redes funcionamos como bestias pardas causando daños sin cesar? Sin lugar a dudas el anonimato influye y ofrece una excelente coartada para desatar todo tipo de instintos que nos reprimimos en la vida real, en la que no nos podemos camuflar bajo identidades falsas ni hacernos pasar por lo que no somos. Pero hay algo más de fondo, algo más oscuro, y creo que tiene que ver con el absoluto endiosamiento al que hemos llegado respecto al yo, a la creencia cierta de que lo que uno cree, piensa, hace, es lo mejor, y que somos el patrón por el que debe cortarse el discurso y vida de los demás. En un mundo cada vez más complejo, en el que las respuestas escasean y no son completas, nos refugiamos en nuestras percepciones, y nos convertimos en jueces absolutos. Quizá como vía para sobrevivir en la creciente complejidad que nos abruma, simplificamos hasta el extremo y desatamos iras y pasiones ante lo que nos lleva la contraria. Se hace muy duro asumir la adultez de nuestras decisiones, la responsabilidad de las mismas, que conllevarán éxitos y, desde luego, fracasos, y como alternativa infantilizamos el mundo, le quitamos color, aristas, matices. Todo es de un cuadriculado blanco y negro fantástico que no deja espacio para la incertidumbre y el miedo. Todo encaja en ese esquema rígido al que nos subimos y desde el que pontificamos. El que se sale de ese esquema es digno de hoguera, de lapidación, de escarnio, de eliminación. El discurso discrepante respecto a nuestra postura es peligroso, porque puede desestabilizar el marco estrecho que nos arropa y da seguridad, que nos tranquiliza. El sedante que hemos fabricado para afrontar la realidad pierde eficacia ante opiniones que no son las nuestras, y por tanto, debemos combatirlas, exterminarlas, hacer que se callen para que no pongan en riesgo la seguridad que nos ofrece la prisión mental que nos hemos autoconstruido. En el fondo anida un salvaje instinto de protección, que busca consolar el miedo al vacío, a lo desconocido, a lo que, como cuando éramos niños, se veía como un constante reto y riesgo. Ahora ese concepto, el de riesgo, nos domina, y no encontramos otra vía para acotarlo que ese marco rígido al que me refería. Buscamos a otros que compartan ese mismo marco, para autoafianzarnos, y desde la creencia compartida en la fe verdadera, la de uno mismo, dedicamos la mayor parte de nuestros esfuerzos a combatir a los que no siguen nuestros dictados. No realizamos autos de fe medievales con quema de infieles en la plaza del pueblo, porque no está permitido, pero en el ágora virtual de las redes ejecutamos esos mismos actos de venganza con la misma saña y pasión con la que se ponía en los llamados tiempos oscuros, frente a los cuales los nuestros demuestran no ser demasiado luminosos. Y reconfortados en la ceremonia del odio, afianzados nuestros marcos, no sentimos protegidos y seguros.

Debo ser un tipo muy raro, más aún de lo que de mi se dice, porque mi perspectiva se va emborronando con el paso del tiempo, cada vez tengo menos certezas, bien porque me han fallado, porque me surgen dudas o porque otras ganan peso, y ante un mundo que no deja de complicarse las dudas crecen sin cesar, y se que no hay manera de afrontar muchos de esos retos con recetas sencillas. Y sobre todo estoy seguro de que odiando será la única manera de no arreglar ninguno de los problemas. Por eso no entiendo cómo disfrutan las jaurías virtuales de sus aquelarres, como esas piras virtuales arden sin cesar buscando nuevas víctimas a las que ajusticiar, en espectáculos que cuentan con muchísimos seguidores y cómplices. Otra de esas cosas que, cada vez, entiendo menos.

lunes, mayo 24, 2021

Bielorrusia secuestra un avión

Ayer tuvo lugar un extraño y desagradable incidente aéreo que demuestra hasta qué punto las dictaduras son capaces de llegar para conseguir sus objetivos, y deja a las democracias en una postura tan ridícula como inoperante. El frenesí de la actualidad diaria ha dejado a Bielorrusia algo de lado, pero allí siguen las protestas populares y la represión del régimen tras el amaño de las últimas elecciones. Lukashenko, el hombre fuerte del país, no cede, y sigue deteniendo a todos los que le muestren la contraria. El número de exiliados del país crece y la condena internacional, sostenida, sirve de bien poco. Y los periodistas que aquello cubren apenas son nadie.

Pues en estas estamos cuando ayer por la tarde, un vuelo de Ryanair que hacía el trayecto Atenas Vilna es advertido por las autoridades bielorrusas de un posible riesgo de atentado en vuelo y, escoltado por cazas de esa nacionalidad cuando sobrevolaba su espacio aéreo, se le conmina a tomar tierra en Minsk para descartar riesgos. El avión aterriza, el pasaje es desalojado y, a las pocas horas, vuelve a la nave. ¿todo él? No, uno de los viajeros, el periodista Román Protasevich, no regresa a su asiento, y permanece detenido en la terminal del aeropuerto mientras el vuelo enfila la pista de despegue y abandona la ciudad. Protasevich es un periodista que denuncia los abusos del régimen bielorruso y ha participad como activista en numerosas acciones para despertar la conciencia internacional sobre lo que allí pasa. Desde hace tiempo el régimen le tenía echado el ojo, como a otros tantos opositores, y cuando lso servicios de información de Lukashenko advirtieron que iba a emprender el viaje de ayer no lo dudaron en lo más mínimo, y organizaron un acto que, como mínimo, puede ser calificado de piratería, y que ha violado todas las reglas de la aviación internacional, los derechos humanos y cualquier otra reglamentación que se les pueda ocurrir. A estas horas no se sabe mucho del periodista, salvo que está encarcelado en Minsk, y que es muy seguro que tardará mucho, mucho tiempo en volver a recobrar la libertad. Durante las horas en las que el vuelo privado permaneció en la escala bielorrusa no prevista la inquietud internacional fue creciendo a medida que lo que parecía un tema de seguridad aérea iba derivando en un ejercicio de autoritarismo propio de la guerra fría, por parte de un régimen que volvía a enseñar los dientes a los opositores y al mundo libre. El destino del vuelo, Vilna, lleva a la pequeña Lituania, en la que están refugiados varios opositores al régimen bielorruso, entre ellos Svetlana Tijanóvskaya, mujer del que fuera líder de la oposición en las últimas, y manipuladas, elecciones presidenciales. Tras el encarcelamiento de su marido tras las protestas que sacudieron Minsk tras la nueva proclamación de Lukashenko como presidente, Svetlana vio que su seguridad y la del resto de su familia se ponía en riesgo a medida que su propio papel como líder opositora crecía, y tuvo que optar entre el miedo a la represión y la búsqueda de la libertad, y huyó a Lituania poco antes de que finalmente las fuerzas represoras actuasen contra ella. En aquellos momentos la cobertura mediática de lo que sucedía en Minsk era intensa y Svetlana podía dar entrevistas a los medios contando su situación y haciendo ver a todo el mundo lo que pasaba en su olvidado país. Mostraba la mujer una imagen sobrepasada, de líder que no quería serlo, de persona común superada por los acontecimientos y que veía como su vida se había ido al garete por la presión de un régimen autoritario. Hoy la presencia en los medios de Svetlana es bastante menor, no por la gravedad de lo que pasa en su país, sino por las modas de los medios, que pasan de crisis a crisis sin esperar a que ninguna de ellas se solucione. Lo sucedido ayer vuelve a poner el drama bielorruso sobre el tapete y la desagradable situación que se vive allí.

Hoy hay reunión en Bruselas del Consejo Europeo, con los jefes de estado y de gobierno, con la pandemia como gran tema de fondo y dos crisis en las fronteras de la Unión, Ceuta y Bielorrusia, que se han desatado con fuerza en los últimos días. La fábrica de comunicados comunitarios está estos días a pleno funcionamiento, incluyendo esa expresión de “deeply concern” para mostrar su enojo y, también, frustración, por no poder hacer mucho más que acordar unas sanciones económicas y comerciales que no parecen hacer mella a dictadores que ven en el uso de la porra su principal baza para mantenerse en el poder. A medida que pasa el tiempo los “vecinos” de la UE se muestran más y más agresivos. Sí que es para estar profundamente preocupado.

viernes, mayo 21, 2021

Un adiós a Franco Battiato

Sepultada en nuestro país por la grave crisis de Ceuta, en el plano global por el desastre diario de la pandemia y por otras noticias de alcance, la muerte de Franco Battiato ha pillado a muchos por sorpresa, a mi el primero, y ha dejado menos recorrido en los medios de lo que hubiera sido necesario, dada la trayectoria de un músico tan especial. No sabía que estaba enfermo, y al parecer ha sido el Alzheimer el causante de su muerte. Llevaba ya algunos años retirado de la escena pública, quizás desde que la enfermedad empezó a enseñarle su cara más oscura y le privó del deseo de danzar y de experimentar, que eran algo inseparable en su creación musical.

Que un músico como Battiato alcanzase el éxito comercial que disfrutó es una de esas pequeñas joyas que le reconfortan a uno con la vida, porque nada podía hacer creer que un personaje así pudiera llegar al estrellato. Con aspecto serio, aburrido, con la estética de un Woody Allen espigado, más tirando a funcionario, pinta de lector empedernido, Battiato era el típico arquetipo empollón frustrado con las mujeres que uno pondría en mente al imaginar a ese personaje. Su música era extraña, experimental, mezcal a veces caótica de ritmos, estilos, instrumentos, de todo lo que se le pudiera ocurrir y encontrase. A modo de Andrés Trapiello deambulando sin fin por su querido rastro madrileño, Battiato exploraba mundos sonoros sin parar, llenos de exotismo y rarezas, y los incorporaba a sus canciones hasta crear una mezcla que sonaba bien, pero que todo el mundo notaba como rara. Y si la música era llamativa, ni les cuento sus letras, que nadie era capaz de entender. Alguna vez leí enteras varias de ellas y llegué a la conclusión de que la noche en las que fueron escritas los psicotrópicos hicieron efecto en todo su esplendor. Pero todo eso daba igual. Con sus rarezas, su vida a parte de cualquiera de las corrientes musicales del momento, sus formas alejadas del marketing, Battiato subía al escenario y cantaba, bailaba, se lo pasaba bien y contagiaba una cierta alegría de vivir que era recibida con agrado por parte de un público que empezaba a ver a la música comercial como un producto estrecho, excesivamente diseñado (y lo que quedaba por llegar). Imagino a productores musicales de la época, en la que las ventas de discos eran la base del negocio y el sector tenía en las casas discográficas a sus grandes monstruos empresariales, echándose las manos en la cabeza cuando un personaje como Battiato acudía a ellos con algo que, como el resto, eran incapaces de entender. Seguro que sufrió muchos rechazos por parte de varias marcas y eso retrasó el lanzamiento de su carrera, pero fue un hombre que creía en lo que hacía, que veía la música tanto como forma de creación como camino para conocer otras culturas y experiencias. Se acercó a formas ajenas completamente al canon occidental con la curiosidad del crío que las ve por primera vez y quiere probarlas, y no cambió de estilo ni de formas a lo largo de toda su carrera, a pesar de que el riesgo de ser parodiado crecía a la par que lo hacía su fama. Me da que ningún sistema de inteligencia artificial de los que hoy en día tratan de predecir las tendencias en el mundo de la música y otras artes comerciales hubiera sido capaz de atisbar que un señor con aspecto doctoral acompañado de unos derviches (quizás nunca antes habíamos oído ni que era eso) girando en escena sería capaz de arrasar en las listas de ventas de medio mundo y crear temas que hoy pueden ser tarareados en casi cualquier parte y, al instante, ser reconocidos. Eso está al alcance de muy pocos y, todavía, no se sabe lo que permite llegar a ese grado de éxito global. Se busca la fórmula para replicarlo, pero no se encuentra.

El gran mérito de Battiato, su originalidad, es algo que cada vez se encuentra menos en el mundo creativo, necesitado como cualquier otro de la venta y el ingreso para sobrevivir. Si algo funciona empiezan a salir réplicas por todas partes, y en el caso de la música comercial el ecosistema de músicas y variedades que contemplamos hoy es poco más que un erial en comparación a lo que las décadas de los setenta u ochenta nos ofrecieron, con un rango espectacular en el que había muchas cosas buenas y, también, claro, cosas malas. Y en ese mundo frondoso Battiato ya era extraño. El recuerdo que deja es enorme y su querencia por seguir un camino no trillado un ejemplo para valientes.

jueves, mayo 20, 2021

El caos de AstraZeneca

Sinceramente, creo que la historia de AstraZeneca en esta pandemia da para elaborar un manual sobre la mala gestión por parte de todos los actores implicados. Y el primero es la propia empresa, que ha dilapidado gran parte de su prestigio e inversión, que dio como resultado una muy buena vacuna, con una política de entregas oscurantista, tardona, incumplidora, y el descubrimiento de lotes desviados que ha hecho suponer a todos que una cosa era lo que firmaban los responsables de la compañía con las autoridades, en este caso europeas, y otra lo que realmente producían y destinaban al mercado comunitario. El caso ya está en manos de los tribunales belgas y, me temo, será tortuoso.

Y, a partir, de ahí, el desmadre por parte de las autoridades sanitarias que, en lo que hace a España, han creado un dilema a varios millones de personas que recibieron la primera dosis de la vacuna y que aún hoy tienen dudas sobre lo que va a suceder con la segunda dosis, requerida en este caso al ser un medicamento de doble pauta. En la bronca de esta semana en el Consejo Interterritorial de Salud ha habido una lucha entre el gobierno central y algunas CCAA, a favor de que la segunda dosis sea de Pfizer, y otras CCAA, que prefieren que esa segunda dosis sea nuevamente de AstraZeneca o que, en todo caso, el ciudadano pueda escoger. Parece que esta última opción, la de la elección ciudadana, va a ser el resultado final de esta discusión, pero ya veremos, porque podemos llegar a la divertidísima realidad de que unas CCAA dejan escoger, otras no, algunas inoculan AstraZeneca, otras Pfizer y así alcanzar el absurdo absoluto. Hay estudios científicos que avalan ambas opciones, pero tanto la EMA, la autoridad europea del medicamento, como la propia empresa fabricante recalcan que la pauta está diseñada para la repetición del medicamento, y no está nada claro que combinar vacunas de tecnologías muy distintas (Adenovirus atenuado en AstraZeneca y ARN mensajero en Pfizer) sea la mejor idea, no tanto por efectos adversos, sino como vía para maximizar la respuesta inmune, que es lo que se busca en última instancia. Los casos de contraindicaciones que generó la primera dosis de AstraZeneca fueron poquísimo, aunque muy bien magnificados por los medios y la histeria social que vivimos, y crearon un problema donde, la verdad, no lo había. La seguridad de esta vacuna y del resto que están siendo inoculadas, es enorme, y está avalada por las agencias internacionales que se dedican a esto y, sobre todo, está generando una respuesta contra el virus muy efectiva que se ve claramente en los datos de Reino Unido, que es quien más ha hecho uso de este medicamento, donde las curvas de infectados y fallecidos se han desplomado. Estamos ante un evidente caso del mal que puede hacer la sobredimensión de informaciones negativas por parte de los medios y profesionales de la comunicación que no conocen nada, o casi nada, de farmacología ni de cuestiones médicas (lo cual es lo normal entre los no profesionales de esas ramas) y del sensacionalismo informativo que nos invade por doquier. Es inevitable que todo medicamento posea contraindicaciones y efectos adversos, y más en el caso de estas vacunas, desarrolladas a una velocidad asombrosa. Y resulta, cruel paradoja, que las vacunas que nos estamos poniendo contra el COVID tienen menos tasa de incidencia de problemas que muchos medicamentos que la mayoría de las personas se los toman como si fueran caramelos. Sólo en el caso femenino, el porcentaje de supuestos trombos provocados por estas vacunas está muy por debajo de los que causan habitualmente medicamentos como los anticonceptivos, que se han asimilado como normales en gran parte de la población. Unos y otros cumplen su función y poseen riesgos, porque es imposible que no los tengan, pero los novedosos dan miedo y los conocidos no, aunque los daños provocados sean menores en los más nuevos. Así funciona la psicología humana.

Si yo hubiera sido uno de los vacunados con AstraZeneca en primera dosis y, tras esta absurda espera, me dieran la opción de escoger, no dudaría nada en pedir una segunda dosis del mismo medicamento, a sabiendas de que expertos que saben infinitamente más de lo que yo llegaré a conocer nunca sobre este tema la avalan. Y sin miedo alguno, porque lo que da miedo es no estar vacunado con el virus dando vueltas por ahí, lo que da miedo es la posibilidad de enfermar por COVID, no de evitar el mal con una vacuna. Lo que da miedo es la inconsciencia de quienes, sin saber, pontifican, y condicionan las decisiones de políticos y administraciones. Y ante eso aún no hemos descubierto una vacuna efectiva.

miércoles, mayo 19, 2021

¿Cuál es nuestra estrategia en Ceuta?

Lo primero, resaltar que la decidida actuación del gobierno de ayer, enviando contingentes de refuerzo de policía y guardia civil, y militarizando la zona de Tarajal y aledaños para mantener el control de la frontera eran pasos que había que dar y, en efecto, se llevaron a cabo. Los efectivos desplegados tuvieron un incesante trabajo de control de perímetro y de rescate de personas, y deben ser valorados por ello. Así mismo, el mensaje de Pedro Sánchez y su decisión de viajar rápidamente a Ceuta es lo que cabía esperar de un Presidente del Gobierno, por lo que se debe alabar su comportamiento de ayer. Dijo lo que tenía que decir y estuvo donde tenía que estar, animando a los refuerzos enviados y con las instituciones y ciudadanos de Ceuta.

Ahora viene la gestión del problema, y sus consecuencias, asuntos complicados y enormes. La decisión de ofrecer asistencia sanitaria al líder del Polisario en un hospital de Logroño ha sido señalada por casi todos los analistas como la última decisión que ha llevado al gobierno de Marruecos a lanzar un golpe contra la seguridad de Ceuta y, por tanto, de España, como no se veía desde hace décadas. Tras el respaldo de EEUU, al final de la administración Trump, a las reivindicaciones marroquíes sobre el Sáhara occidental a cambio de la normalización de relaciones entre Marruecos e Israel, desde Rabat se demanda una posición similar por parte de España, y las presiones por parte de los enviados y agentes marroquíes han sido constantes para lograrlo, y en paralelo el uso de la política de inmigración como herramienta de presión. Que España acogiera al líder Polisario es un mensaje justo en la dirección opuesta, y Marruecos ha respondido con un órdago de primera división que ha descolocado a todos. Tras el golpe, el escenario ha cambiado, la tensión diplomática a ambas orillas del estrecho es muy elevada y será complicado volver al estatus quo anterior de relaciones, haya o no intercesión de las casas reales mutuas. Marruecos ha quebrado toda la confianza que pudiera ser tenida con él y ha enseñado hasta el extremo su chantajista comportamiento, sin que le importe en lo más mínimo la vida o seguridad de las personas de las que se ha aprovechado para realizar esta acción, algunas de ellas ciudadanos de su propia nacionalidad, en muchos otros casos terceros provenientes de otras naciones. ¿Se ha pasado de frenada el régimen de Rabat? Una de las posibles derivadas positivas de lo que ha pasado es que, a ojos del mundo, Marruecos ha quedado como lo que es, un país chantajista que desprecia los derechos humanos y que busca ventajas utilizando la miseria de los propios y ajenos. Esto nos puede venir muy bien ante nuestro principal foro de actuación internacional, la UE, que ha respondido diplomáticamente con un mensaje de apoyo a su socio, recalcando que las fronteras de España también lo son de la UE, y su integridad atañe e importa a todos los socios. En ese flanco no estamos solos, y eso nos viene bien, pero falta una pata, enorme, de apoyo internacional para asegurarnos el respaldo a nuestra posición, que es la de EEUU. El silencio de la administración Biden, o incluso que los pocos mensajes de apoyo que se hayan escuchado hagan más referencia a Marruecos que a otra cosa, y la sensación de que será muy difícil que desde Washington se de marcha atrás al reconocimiento de la soberanía marroquí del Sáhara nos pone en un brete, y muestra de paso que las actuales relaciones del gobierno con EEUU son malas, realmente malas. Es imposible que Rabat se modere del todo y recapacite si no recibe una clara advertencia desde Washington, que es quien tiene la porra y el dinero que ayuda a todos a recapacitar. Hemos parado el envite, sí, pero nada impide a Rabat seguir en el empeño o realizar acciones similares en, pongamos, Melilla, o las costas cercanas a Canarias.

Por ello, la pregunta es obvia, ¿Cuál es nuestra estrategia de ahora en adelante? ¿Cómo vamos a gestionar la relación con un vecino, socio comercial, con el que la gestión de la seguridad yihadista es clave? ¿Cómo forzar a que Marruecos se comporte como es debido? Más allá de soltar dinero para comprar tranquilidad y tiempo, necesitamos una política estratégica en la zona, que sea vista como política de estado por el PSOE y el PP, y que nos otorgue fuerza y actitud decidida ante este grave reto y los que se planteen en el futuro, y que nos permita recabar apoyos internacionales para defender nuestra posición. No somos un paria, no, pero no tenemos el peso y el poder de una gran potencia, y necesitamos que nos respalden. El gobierno tiene un enorme trabajo por delante para definir cómo actuar y llevar a cabo esos movimientos.

martes, mayo 18, 2021

Marruecos colapsa Ceuta

Las relaciones con Marruecos, el vecino del sur, siempre son difíciles, y la base de todo ello está en que, frente a nosotros, o al resto de países europeos, que somos democracias formales regidas por derecho, el reino alauí no deja de ser una autocracia en la que hay elecciones controladas por un régimen que tiene los derechos civiles como una posibilidad teórica, pero no práctica. Si no protestas y discrepas de las autoridades puedes progresar y vivir, sino te arriesgas a sufrir persecución y abusos por parte de unas instituciones que son un desastre vistas desde nuestros ojos. Por eso, por su capacidad para recurrir a la violencia y ser “carnívoro” frente a los “herbívoros” europeos, Marruecos juega en otra liga de relaciones. Una llena de aristas.

Es habitual que ese gobierno nos chantajee por una u otra causa, y la inmigración siempre está de fondo. Rabat hace de policía de control de la orilla sur del estrecho, y exige un precio a cambio. Cada vez que hay oleadas migratorias de cayucos a la península o a Canarias, provenientes de las costas marroquíes, es porque el gobierno de ese país así lo ha consentido, lo ha tolerado, y lo usa como arma de presión ante nuestro gobierno, el que sea, que sabe que no puede ningunear a los recelos de la opinión pública, cosa que al otro lado del estrecho importa bastante menos. A Marruecos no le importa lo más mínimo la seguridad o salud de los migrantes, es más, migrante que desaparece de su territorio es un problema menos, y da igual cómo desaparezca. Cuando ejerce su labro de control de fronteras es sabido que la policía marroquí se ensaña con los migrantes que permanecen en su territorio, con unas formas llenas de brutalidad que espolean aún más las ganas de huida de los retenidos, que subsisten en campamentos de precariedad extrema. A todo esto tenemos que sumar, obviamente, Ceuta y Melilla, ciudades españolas que desde hace unos cinco siglos se asientan en la orilla sur del Mediterráneo, que son pequeñas en población y extensión, y que presentan, a pesar de su pobreza relativa respecto al resto de España, un nivel de renta disparatado respecto a la nación vecina. Esas dos fronteras son, de hecho, una de las líneas divisorias del mundo que separan mayor diferencia de calidad de vida y de riqueza. Las tentaciones de saltar las vallas que separan ambas ciudades del territorio marroquí son enormes, y los problemas que pueden generar una actitud pasiva de Marruecos en el control de su lado a las autoridades españolas son igualmente inmensos. Más allá de los reiterados deseos de Marruecos de anexionarse esos territorios, su existencia le supone un excelente punto de presión a las autoridades españolas, y los chantajes en forma de asaltos y colapsos son comunes. Pero nunca hasta el punto de lo visto esta noche, en la que cifras enormes de personas, se habla de 5.000 pero pueden ser más, han entrado en Ceuta nadando, sorteando el espigón y valla que, en el mar, separa a esa localidad del país del sur. La población de Ceuta es de unas 85.000 personas, en un espacio físico acotado y que no se puede extender, por lo que pueden hacerse una idea de la inmensa presión que supone, sólo en el plano físico, lo que ha pasado allí la pasada tarde noche. Un problemón de enormes dimensiones que nos ha estallado a todos, al gobierno el primero, y que casi todo el mundo relaciona con la presencia en un hospital de Logroño de uno de los líderes del Frente Polisario, enemigo acérrimo de Marruecos. Desde que ese militar fue internado, aquejado de coronavirus grave, el gobierno reiteró que permitir su presencia en España era un asunto meramente humanitario, sin tener relación con un cambio de postura en la ambigua situación española en el conflicto del Sáhara, pero con unas relaciones que no son muy claras con Marruecos desde hace meses, entre otras cosas por las constantes declaraciones pro saharauis de la parte de Podemos del ejecutivo, eta puede haber sido la gota que ha hartado la paciencia de Rabat.

Lo cierto es que ahora mismo Ceuta afronta una crisis de una gravedad extrema. El gobierno ha ordenado que medio centenar de guardias civiles y centenar y medio de policías se trasladen a la ciudad para tratar de contener un orden alterado, pero son medios que, a todas luces, parecen insuficientes. El control de la frontera por el lado español está completamente sobrepasado y, o se repatrían a gran parte de las personas que esta noche han irrumpido en la ciudad o la crisis se puede agravar aún más. En esto el gobierno tiene que ser firme, actuar con cabeza, frialdad y, desde luego, con determinación, no tanto con discursos buenistas y sí con hechos, ante un problema muy serio. Hoy será un día tenso en aquella ciudad.

jueves, mayo 13, 2021

Guerra Israel Hamas

Hay algunas constantes en la vida que es mejor asumir para sobrellevarlas. Hace calor en verano, frío en invierno, la policía es decepcionante, ellas nunca te harán el caso con el que sueñas y la guerra es constante entre Israel y Hamas. Esta última puede que sea la más certera de todas, porque a veces hay inviernos suaves o políticos que pueden sorprender para bien. Sí, parece que lo de las mujeres también se puede considerar como constante. Lo cierto es que desde cree tener uso de razón las noticias sobre enfrentamientos en esa zona son constantes, se pierde la cuenta del número de guerras, asaltos, ataques, intifadas y demás conflictos, y año tras año, generación tras generación, los odios no dejan de crecer.

La actual guerra abierta entre Israel y Hamas, no declarada, pero militar como pocas, puede que tenga su origen en la tensión surgida hace unas semanas por unos desalojos de asentamientos palestinos en viviendas que iban a ser otorgadas a colonos israelíes, o eso al menos se dice, pero son infinitas las causas que allí pueden desencadenar los enfrentamientos, porque la lista de agravios que cada uno de los pueblos tiene es tan larga como la creencia en que su Dios es el verdadero, lo que quizás sea auténtico motor del odio mutuo. Lo cierto es que esta ha sido otra noche de constante lanzamiento de cohetes desde la franja de Gaza, en la que rige el islamismo yihadista de Hamas, y algunos de ellos han logrado superar el sistema de defensa israelí, la “cúpula de hierro”, causando víctimas judías. El gobierno de Netanyahu, frágil como en pocas ocasiones tras los sucesivos desacuerdos e infinitas elecciones, ha respondido con la dureza de siempre, bombardeando la franja y eliminando edificios en los que se encuentran líderes de la resistencia palestina. Cohetes y bombas son más o menos inteligentes, usando esos eufemismos de hoy en día, pero cuando impactan en sus blancos se llevan a los que allí estén, sean los objetivos buscados o cualquier otro, por lo que el balance de víctimas es elevado y, como siempre, lleno de tragedias. Más de sesenta son, por ahora, los palestinos muertos, y se acerca a la decena el de israelís. Si me apuran, el conflicto que vivimos estos días tiene un grado de vileza aún más elevado que pasados enfrentamientos, porque estamos viendo luchas callejeras en ciudades de Israel entre ciudadanos de aquel país, mayoritariamente de origen judío, pero con una minoría muy significativa de árabes israelíes en su seno. Ciudades como Lod, al sur de Tel Aviv, han sido escenarios de enfrentamientos, quemas de mobiliario urbano y edificios, e incluso linchamientos, que van bastante más allá de algaradas provocadas por violentos, y que empiezan a parecerse demasiado a un conflicto civil en el seno de la propia sociedad israelí. El alcalde de esa localidad ha tenido que pedir al ejército que tome las calles e imponga un toque de queda no por el allí ya derrotado coronavirus, sino por la situación de violencia desatada. En todo momento el estado de Israel sabe que se encuentra en peligro de existencia porque está rodeado de enemigos que se la tienen jurada, y eso condiciona mucho la visión de los estrategas y políticos de aquel país, pero hasta ahora no se habían visto fisuras entre la población israelí al respecto, más allá de las visiones más o menos duras que se asocian a las distintas tendencias políticas del espectro, muy occidentalizado en su mayoría. Esta lucha interna entre judíos y árabes, todos ellos israelitas, es un factor nuevo que añade aún más inestabilidad y odio a una región llena de ambos ingredientes, y que ve como todos los intentos de encontrar no ya una salida a este entuerto, sino un mero pacto duradero de no agresión se convierten en frustración. El movimiento de los últimos años de Israel de establecer relaciones con las monarquías del golfo parecía querer abrir un nuevo escenario en esta bronca local, pero no parece haber sido así.

A eso que llamamos comunidad internacional la actual guerra le ha pillado a contrapié, y más allá de las típicas llamadas a la calma no se ve acción alguna, con todos los esfuerzos globales centrados en la vacunación y en la búsqueda del final del túnel del Covid. La nueva administración Biden aún no ha perfilado su estrategia en esa zona, una de las habituales de gran interés para EEUU, y ya tiene ante sí un fregado de los gordos en los que meterse. La UE, como potencia diplomática, sigue a dos velas en una región en la que no tiene la influencia que desearía y China, que es bastante ajena a lo que sucede en oriente medio, mira, espera y a saber qué opina realmente de las desgracias que allí se suceden año tras año.

Me cojo un par de días de ocio para subir a Elorrio, mañana y el lunes no habrá artículo. Sean felices y nos leemos el martes 18 si no pasa nada raro.

miércoles, mayo 12, 2021

Morir en una escuela

Ayer Rusia vivió una de esos horrendos episodios que son tan típicos en EEUU, en los que un exalumno cargado de odio y armamento arremete contra la escuela en la que estudió de pequeño, y a saber qué le pasó, y decide matar para purgar sus dolores o, como disolvente, extenderlos por doquier. El balance es el de siete críos muertos, y una profesora y una empleada de la institución también asesinadas por el instinto homicida de un chaval de diecinueve años que no se suicidó, sino que se entregó a la policía, haciendo declaraciones de posesión, de diablo, de odio. Será juzgado y condenado, pero el horror que ha creado ya nadie lo redimirá.

Si esta desgracia ha sido causada por un atacante solitario, lo que se ha vivido en Afganistán este fin de semana es algo muy distinto, fruto del odio sectario de los talibanes, del yihadismo, que considera a la mujer poco más que un felpudo sobre el que poder restregarse. El atentado perpetrado por esos extremistas contra una escuela femenina chií se salda con un balance tan atroz como difícil de asumir. Unas 85 fallecidas y camino de las dos centenas de heridos en una acción casi de guerra con coche bomba y explosivos de distinto tipo. El objetivo era eliminar la escuela, exterminar a quienes allí se encontraban. Así de simple y aterrador. Un lugar dedicado a la enseñanza, en este caso también de corte islámico, en el que las alumnas eran todas mujeres, más bien niñas, crías inocentes que apenas estaban empezando a conocer el amargo mundo que los adultos les habían fabricado, y que estudiando trataban de encontrar no se si un mundo mejor, pero sí al menos herramientas para poder entenderlo y enfrentarse a él. Todo eso, arrasado por una concepción sectaria de la vida tan absurda como cruel, que cree que la mujer no es un ser humano como tal, y que debe ser recluida, estabulada, sometida a vejación con el único fin de procrear a la mayor gloria de un Alá convertido en monstruo y de sus seguidores, fanáticos asesinos. La presencia de tropas norteamericanas en Afganistán durante dos décadas no ha evitado que se produzcan atentados con mayor o menor frecuencia, pero ha otorgado un mínimo de estabilidad a aquel país y ha permitido que generaciones jóvenes, especialmente de niñas, puedan nacer y crecer en una sociedad islamizada muy rigorista, con un elevado grado de opresión, pero al menos con acceso a educación, servicios y otras posibilidades profesionales. Toda esa endeble estructura social corre el riesgo de venirse abajo ahora que los EEUU empiezan, de verdad, la retirada de sus tripas en aquel país, con la vista puesta en el 11 de septiembre, vigésimo aniversario del atentado de las Torres Gemelas, cuando se prevé que la retirada haya terminado. Y claro, a medida que se marcha el guardián, se revuelve la perrera en la que algunos ejemplares desean morder sin cesar. Los talibanes, que nunca se fueron del todo, y que siguen imbuidos de su rigorista doctrina yihadista, esperan, no tienen prisa, no conocen de ciclos electorales, opinión pública, presión social y demás pamplinas occidentales. Sólo Alá en su mente enferma es lo que les llena, y quien no se pliega a Ala y a la visión que de él tienen sólo posee un destino; la muerte. Las acciones armadas de los talibanes han ido creciendo a lo largo de este año de una manera lenta pero constante, y está por ver la capacidad que pueda tener el gobierno sito en Kabul para detenerlas. Las, por ahora, autoridades del país, han alertado de su incapacidad para controlar el territorio con unas fuerzas armadas que han sido entrenadas por las tropas occidentales, pero que carecen del arrojo y determinación de los asesinos yihadistas, y si bien es cierto que pueden ser efectivas ante un enfrentamiento militar convencional, tienen poco que hacer ante ofensivas de guerrilla que se aprovechan de la escarpada geografía local y de las infinitas tribus que viven dispersas por aquel territorio. Nadie sabe lo que puede acabar pasando en aquel territorio cuando se deje a merced de los que allí están, ni cuánto aguantará el gobierno ni si el país se mantendrá como tal. Las perspectivas para los afganos son, como mínimo, sombrías.

Y para las afganas ni les cuento. Sólo pueden ir a peor, o mucho peor. Es una constante de los grupos yihadistas el asalto y destrucción de escuelas, especialmente femeninas, algo que los salvajes de Boko Haram llevan practicando en Nigeria desde hace años, porque saben esos asesinos que la enseñanza dota a la persona de herramientas para comprender lo que le rodea, y no caer tan fácilmente en la manipulación y la mentira. Explotar y someter a alguien es mucho más sencillo cuanto menos sepa. Por eso buscan arrasar con las escuelas femeninas, y si de paso se elimina a algunas mujeres, mejor que mejor. Nos regodeamos en distopías televisivas sobre regímenes teocráticos que someten a la mujer, y ni la más retorcida ficción alcanza el grado de sordidez y crueldad al que llegan los talibanes. Y, me temo, nada haremos para combatirles.

martes, mayo 11, 2021

Tarjeta de desplazado

Por manías mías, propias de mi cabezonería en ciertos aspectos, sigo empadronado en Elorrio pese a llevar ya varios años trabajando, residiendo y tributando en Madrid. Esto no me genera problema alguno salvo el hecho de no tener médico en la gran ciudad, por lo que me fío de mi salud para ir tirando, sin que haya sido necesario visitar a un especialista en muchos años, ni aquí ni en el pueblo. Ojalá esto se mantenga muchos años, y por lo menos me queda el consuelo de que no creo que en nuestra vida lleguemos a vivir una grave crisis sanitaria, una pandemia o algo por el estilo, hecho propio de épocas remotas y olvidadas (sí, amarga ironía a raudales)

De cara a la vacunación, que avanza, y con la idea de que es más práctico que me llame para ello la Comunidad de Madrid que el País Vasco, pasé ayer por el centro de salud que me toca en mi barrio para, tal y como vi en la tele, pedir el estatus de desplazado para apuntarme al listado de vacunables en Madrid. Llegué al centro médico y había bastante gente en la calle, la mayor parte de ellos llamados a voz en grito por una enfermera que salía cada poco de las instalaciones, para ser vacunados, mientras que no éramos muchos los que estábamos para otras cosas, en una pequeña cola. Cuando me llegó el turno me acerqué a los mostradores, cubiertos de plástico, cercados por mamparas de vidrio, y dotados de micrófono y altavoces para poder escuchar algo de lo que las secretarias pudieran decir a través de tanta protección y las obligadas mascarillas. Les comenté que había visto en la tele la posibilidad de pedir el desplazamiento para la vacunación y les pedí realizar el trámite. La persona que me atendió, la más joven e las tres que estaban en el grupo de trabajo, me pidió la documentación, pero, por lo que vi, empezó a mosquearse cuando tecleaba en su ordenador mis datos, que al parecer no salían por ninguna tarde. Le comenté que nunca había estado dado de alta en el servicio madrileño de salud en los años que llevo viviendo aquí. “¿Años?” me preguntó, sí, unos quince, contesté, y me quedé corto. Y al instante, con mi DNI y mi vieja y casi nunca utilizada tarjeta de Osakidetza, se giró donde una compañera, la mayor de las tres, y empezó a comentarle cosas y a enseñarle lo que le mostraba su pantalla de trabajo. Comentaban cosas entre ellas y al poco me empezaron a decir que por qué no me había dado de alta mucho antes, que por qué no me había empadronado allí desde hacía tiempo y que si consideraba normal lo que hacía. Les dije que me interesaba seguir empadronado en el pueblo, sin extenderme en explicaciones, y que mi salud, por ahora, funciona bien y no uso servicios médicos de ningún tipo ni compro medicinas ni nada de nada. Ellas no se mostraron muy convencidas y empezaron a decir que lo que había estado haciendo era bastante irresponsable y que no tenía sentido, y que les parecía bastante mal. Como obligado contratante de un seguro de salud del que no puedo escabullirme, llamado cotizaciones a la Seguridad Social, y como nulo demandante de prestaciones, sigo siendo el ejemplo deseado de pringado tributante para cualquier gobierno y administración, la vaca lechera que le cubre sus cuentas, por lo que no demando una medalla de reconocimiento, pero sí la menos la indiferencia administrativa. La cuestión es que en un par de minutos las dos, a dúo, me echaron un buen rapapolvo sin que apenas tuviera muchas oportunidades de contestarles. Creí que lo mejor era salir de allí con el trámite hecho y olvidarme de todo lo demás, y tratar de no volver en varias décadas. Finalmente la administrativa joven me imprimió una hoja con mis datos, que me otorga es estatus de desplazado por sólo dos meses y medio, ni siquiera los seis que se supone que debe cubrir, “y ya es mucho tiempo” añadió con displicencia, y me dio un número de teléfono para llamar para solicitar la vacunación. Salí del local con el papel tras haber sobrevivido a la bronca administrativa mientras que, en la calle, la cola de vacunación seguía engordando por su extremo y vaciándose por la cabecera, en un proceso que no paraba.

Llegué a casa y llamé al número que me habían dado, y ahí las cosas fueron bastante más rápidas y claras. Di mi DNI y, tras haber sido dado de alta en el tortuoso proceso anterior, sí le aparecían mis datos a la operadora con la que estaba tratando, por lo que en apenas un par de minutos me añadió a la infinita lista de personas que esperamos ser vacunados, y ahora solo queda esperar para que en unas semanas o meses, me llamen, espero que antes del 31 de julio, cuando se acaba mi reconocimiento legal en la sanidad madrileña. Lo que tengo claro es que, una vez vacunado, no cambiaré mi situación legal y trataré de no pisar ningún centro médico ni del norte ni de aquí. Que la suerte me acompañe, y la genética, mala, me respete unas décadas.

lunes, mayo 10, 2021

Estado de irresponsabilidad

A las 0 horas de ayer domingo decayó el estado de alarma aprobado hace seis meses, por lo que se acabó el paraguas jurídico que amparaba las medidas restrictivas que las CCAA han ido dictando para acotar la expansión del coronavirus. No prorrogarlo es un grave error por parte del gobierno central, que no ha querido someterse a la necesaria votación en el Congreso para, probablemente, no forzar a sus socios de ERC a apoyarle en medio de las tensas y psicóticas negociaciones de los independentistas para construir un desgobierno en Cataluña. Otra vez Sánchez poniendo por delante sus propios intereses en vez de los del conjunto del país. Nada nuevo.

El que decaigan toques de queda y otras medidas coercitivas no tiene mucha influencia sobre la evolución de los contagios si la actitud de la población es responsable y se atiene a unos criterios mínimos de prudencia. ¿Es lo que se ha producido? Es difícil contestar a esta pregunta, porque nuevamente tenemos imágenes y pruebas del comportamiento irresponsable de unos cuantos y la ausencia de noticias y testimonios que implican al resto del país, que no ha considerado que la caída del estado de alarma sea el fin de la pandemia. Para algunos este sábado ha sido una especie de Nochevieja, una señal de fin de la enfermedad, y es obvio que no estamos en esa situación, ni mucho menos. Lo sensato hubiera sido mantener el estado de alarma y las restricciones hasta finales de junio, permitiendo que la campaña de vacunación se extendiera por las cohortes de 70, 60 y 50 años de manera extensa, reduciendo así la gravedad de la enfermedad en esos estratos de población y con ello las hospitalizaciones y las muertes, y a partir de ahí sí abrir la mano. Aún es pronto para ello, aún las vacunas no están lo suficientemente puestas entre todos los grupos de edad vulnerables y el riesgo de rebrotes de contagios que supongan ingresos en UCIs y fallecidos es real, muy real. Poco importaba eso a los miles que, concentrados en plazas de ciudades de media España, en una noche calurosa, celebraban festejos con imágenes no vistas desde antes de que esta pesadilla comenzase, con desmadres absolutos y sensación tanto de invulnerabilidad como de absoluto desenfreno. El hedonismo desatado de nuestras sociedades puede contenerse por poco tiempo y ante situaciones excepcionales como las que vivimos, pero parece que para cada vez más grupos de población la situación se vuelve insoportable, ansían por encima de todo dedicarse a la juerga y les da igual todo lo demás. Escenas como las de este fin de semana en España se han vito en EEUU, y otras naciones europeas, con datos epidémicos equivalentes a los nuestros, lo que viene a significar que el mal de la irresponsabilidad social, del nihilismo que anida en nosotros no es solo una cuestión de nuestro país. En esto “Spain is not different” Tristes escenas de impotencia policial gritando por megafonía ante muchedumbres abarrotadas que están prohibidas las reuniones de más de seis personas en un paseo de Barcelona en el que habría cientos, miles, son el reflejo de como la sociedad, o al menos una parte, ha dado al virus por amortizado y bien poco le importa lo que le suceda al resto. Supongo que algunos de ellos tendrán cerca casos de dolor causado por la enfermedad, no lo se, pero si así es no ha resultado disuasivo, en lo más mínimo. Quizás más de uno se ha preguntado, y no sin razón, por qué ellos tienen que seguir siendo responsables mientras que las autoridades púbicas demuestran una absoluta dejadez en sus obligaciones y pasan de todo. Ante eso no hay respuesta válida que darles.

Y es que lo que ahora vivimos es una repetición del inicio del verano pasado, cuando oficialmente se dio por ganado al virus, y sólo se consiguió fabricar, entre todos, una segunda ola, que forzó a la reinstauración del estado de alarma. Ni las incapaces autoridades del gobierno de Sánchez ni las inútiles de las CCAA han logrado modificar el marco legislativo, en un año de tiempo como han tenido, para dotarse de una nueva ley sanitaria que les permita mantener restricciones Simplemente han hecho lo mejor que saben, nada. La única diferencia, trascendental, es que ahora tenemos vacunas, pero alguno no vacunado que, gracias a estas juergas, se contagie, puede enfermar gravemente y fallecer. Y esa muerte será fruto de nuestro fracaso político y social.

viernes, mayo 07, 2021

Vacunas y patentes

Cuando se vio que la efectividad de las nuevas vacunas frente al coronavirus era mucho más elevada de lo que nadie había imaginado se empezó a poner fin a esta pesadilla que vivimos, o al menos horizonte final. El arma funcionaba. Y eso abrió una carrera sucia, no tan visible como la vivida en marzo de 2020 con los respiradores y suministros médicos, más soterrada, pero igualmente dura, entre empresas, gobiernos, instituciones y países para hacerse con dosis. En esa batalla ha habido, como en todas, ganadores y perdedores, y una gestión de la imagen muy importante. Y eso, la imagen, ya lo saben, lo es casi todo hoy en día. Quien la tiene buena, gana.

Esta semana EEUU ha apoyado la eliminación de las patentes de las vacunas que están actualmente en uso, dos de ellas, las de tecnología ARN mensajero, desarrolladas por empresas de aquel país, Pfizer y Moderna. Es un movimiento legal de enorme trascendencia, porque apenas hay precedentes al respecto, y menos por parte de ese enorme país, y aún menos desde luego con la capacidad de generar perjuicio a empresas de su nacionalidad, pero esconde una jugada de marketing global de muy primera división y un elevado grado de hipocresía. Liberar las patentes implica que otras empresas acceden al conocimiento necesario para copiar el producto que realiza la empresa que posee la patente de manera gratuita, y se convierten en competencia de la original. Esto destroza los beneficios que la empresa inicial pueda obtener con la venta del producto, y hace que soporte en exclusiva costes, derivados de la investigación y desarrollo que le han servido para crear, en este caso, un nuevo fármaco. Dar margen a la I+D+i y que sea rentable investigar y crear, a sabiendas de que muchas veces es un riesgo que no lleva a nada, es lo que está detrás de las patentes. De un vistazo, la decisión de EEUU es lo más solidario imaginable con los países que no tienen actualmente acceso a las vacunas y muestra una enorme generosidad de aquella nación, pero las cosas no son tan sencillas, por al menos dos razones. Liberar la patente hace que todo el mundo pueda fabricar lo que sea, sí, pero eso no quiere decir ni mucho menos que tenga los medios o la capacidad para ello. En el caso de estas vacunas, son decenas de componentes los necesarios para producirlas, altísimo nivel biotecnológico y, en definitiva, un montón de factores que., incluso para un país como España, limitarían las opciones para las empresas propias para replicarlas, no quiero ni pensar lo que pueden hacer países del tercer mundo al respecto (piensen sólo en el problema de la cadena del frío a -70º). Por poner un ejemplo bruto, que me dejen un ordenador para escribir si no se ni leer es algo que suena bien pero que no sirve para nada. Por ello, esa liberación, aunque sea aprobada por todas las naciones, no se va a traducir, ni mucho menos, en un crecimiento acelerado y generalizado e inmediato de la producción mundial de las vacunas, ni mucho menos. El otro factor, el más hipócrita, tiene que ver con que EEUU toma esta medida cuando sus tasas de vacunación se encuentran entre las más elevadas del mundo, y YA dispone de dosis suficientes como para inocular a toda su población, da igual el rango de edad del que hablemos. Hasta que ha llegado a este punto esa nación no ha exportado ninguna dosis, ninguna, de ninguna vacuna. Todo lo que ha producido allí se lo ha quedado. En frente tenemos a la ingenua UE, que aún no tiene un stock de dosis para toda su población, que ha visto como algunos contratos, especialmente los relacionados con AstraZeneca han salido como han salido y que SÍ ha exportado dosis, millones de dosis, a otras naciones, en algunos casos a través del programa Covax de la OMS para destinarlos a naciones sin recursos. La UE necesita imperiosamente dosis para suministrarlas a sus poblaciones, enojadas al ver el ritmo de vacunación de otras naciones, como EEUU o Israel, y a pesar de ello sí ha ayudado a terceros países, pero la decisión norteamericana de esta semana le deja como el malo de la película frente a los bondadosos EEUU, que hasta ahora sólo se ha ayudado a sí mismos. Imagen, pura imagen.

Dice la UE, en medio de una presión mediática y social que entiende la liberación de patentes, de manera errónea, como la panacea, que estudiará la idea, a sabiendas de que puede verse perjudicada. Alemania, sede de Biontech, laboratorio que colabora con Pfizer en el desarrollo de su vacuna, sabe que liberar la patente puede destruir a su empresa germana frente al daño, soportable, que sufrirá la multinacional Norteamérica. Sería mucho más eficiente y rápido invertir en las fábricas que ahora mismo ya producen y suministran componentes para las vacunas para multiplicar la producción y exportarla a todas las naciones, pero esa eficacia lucha contra la batalla de la imagen, y sospecho que la tiene perdida. Los perdedores de todo esto, sin duda, las naciones pobres.

jueves, mayo 06, 2021

Líderes que huyen

Quizás pase lo mismo en otros países, pero no lo se. Lo cierto es que aquí resulta obscena la vacuidad del liderazgo de quienes ejercen las más altas responsabilidades de los partidos políticos y su capacidad para el escaqueo cuando vienen duras. Dice el dicho clásico que la victoria tiene muchos padre pero la derrota es huérfana, y en las noches electorales, en las que todos pretenden ganar, y sólo algunos lo hacen, la imagen que se ofrece es tan patética que debiera sonrojar a los que huyen, y a los que les incitan a ello para salvar su imagen de cartón piedra, tan grande como hueca. No se de que debiera extrañarme a estas alturas, pero me sigue causando rubor esta exhibición impúdica de líder que sólo lo es para unirse al carro ganador.

La noche del pasado martes vio un triunfo arrollador, absolutos, de Ayuso en las elecciones madrileñas. Ella era la ganadora de una contienda en la que todos iban a su contra. Salió al balcón de Génova a celebrarlo, en esas escenas que mezclan lo ñoño con lo norteamericano que organiza el PP, y que uno siempre acaba preguntándose cómo se financian. No estaba sola en el balcón, junto a ella estaba Casado, que no tardó ni un segundo en acercarse lo más posible para compartir la victoria. Él es el líder del partido, cuestionado, que no ha ganado aún unas elecciones. Ella es un fenómeno social que esa noche se coronaba en el panorama político nacional, y ahí estaba el líder para compartir el poder logrado, para quedarse con una parte de la victoria y que le sirviera para sus propios fines. Por contraste, el PSOE vivía una derrota humillante, que le coloca en el tercer puesto en la Comunidad de Madrid, y que, en palabras de ayer de una Carmen Calvo superada por la realidad, no se esperaban. En la noche electoral organizada en un hotel, no en la sede del partido, Gabilondo compareció acompañado de parte de su lista electoral, pero sin que ningún dirigente del partido, ninguno, le arropase en medio del desastre. Estaba por allí el secretario del partido en Madrid, Jose Manuel Franco, que nada ha dicho y hecho en esta campaña, y nada tenía que decir esa noche. Gabilondo estaba solo, abandonado por todos los votantes y, también, por sus líderes, los que le han mangoneado estas semanas como si fuera un títere, pero que tras el fracaso absoluto de su estrategia ni se dignaron a sostenerle la mirada en las horas de la derrota. Noche de aprovechamiento en un caso y de escaqueo en otro. Pero no se crean, no, que esto es propio de un partido y de otro. Veamos el caso simétrico. Hace unos meses se celebraron las elecciones catalanas, de las que salió un reparto de poder que sigue sin ser capaz de constituir un gobierno y que se reúne en las cárceles con dirigentes detenidos, en lo que algunos calificarán como normalidad democrática. Pues bien, en esa ocasión en PSOE, bajo la marca PSC y con Illa a la cabeza, obtuvo un excelente resultado, quedando primero en votos, y en su noche electoral estaban todos los jefazos de su campaña, empezando por Iván Redondo, el todopoderoso jefe de gabinete de Sánchez, a quien Illa dio expresamente las gracias por su trabajo. Todo el que era algo en el PSC estaba bajo el confeti de una noche histórica para el socialismo catalán, aunque fuera el preludio de la cruel irrelevancia impuesta por el sectarismo nacionalista. En algún otro lugar de la ciudad estaba Alberto Fernández, candidato del PP, aparentemente un buen tipo, que cosechó un resultado desastroso, humillante. ¿Y cómo estaba? Solo. No se pasaron gerifaltes del partido por allí, ni rostros conocidos de la ejecutiva que lo acompañasen, no. Una sensación de abandono al apestado que ha perdido que era tan evidente como sucia, y que dejaba claro quién se iba a comer la derrota.

Esto, que la política nos lo muestra de la manera más cruda posible, es algo que vemos en nuestro día a día en el mundo laboral y personal. El éxito atrae, une, llama, concita voluntades, mientras que el fracaso provoca huidas y escaqueos de todo tipo. Es humano que así sea, pero el líder, el que tiene una responsabilidad y cobra por ella, no puede actuar como un simple humano, sujeto a sus pasiones y tendencias. Debe estar a las duras y a las maduras, los éxitos son suyos, los fracasos también, y esa sobreactuación que vemos en las noches electorales nos muestra hasta qué punto son falsos los liderazgos que se proclaman a bombo y platillo en nuestras formaciones políticas. Sólo son ego, capacidad de comprar voluntades cuando se tiene el mando y la chequera. Nada hay de líder en ellos.

miércoles, mayo 05, 2021

Ayuso

Lo primero, la participación, un elevadísimo 76,25% que se tradujo en colas en colegios de todas las localidades de la Comunidad. Los politólogos, como los economistas, viven enganchados a mantras que creen siempre ciertos y que la realidad demuestra que no lo son. Una alta participación es beneficioso para la izquierda abstencionista hasta que deja de serlo. Gana el que moviliza a más de entre los que asisten. Cuanta mayor participación, más respaldo tiene el resultado obtenido y, no tanto legitimidad, pero sí un cierto poder suplementario que otorga la masiva afluencia. Y por cierto, en tiempos de pandemia, como pasó en Cataluña hace unos meses, hemos vuelto a demostrar al mundo que se pueden hacer elecciones y recontar en una noche.

El apabullante triunfo de ayer es, parcialmente, del PP, pero completamente, de Ayuso, de una Isabel que ha arrasado a propios y extraños con un estilo difícil de clasificar y unos discursos y gestos a los que no estamos acostumbrados en la política española. Ridiculizada hasta el extremo por los que la odian, incomprendida por muchos de los supuestos suyos, elevada a los altares por algunos extasiados, no tomada en serio por casi nadie, el personaje de Ayuso se ha ido construyendo en directo, ante todos nosotros, durante estos dos años de una manera tan curiosa como contundente. De no ser nadie, de no tener referencia alguna salvo cuatro tonterías soltadas de su boca, se ha convertido en la ganadora absoluta de unas elecciones convertidas en plebiscito nacional por los ineptos gurús de Moncloa, que han fracasado por completo. Son esos gurús algunos de los principales responsables de la creación del mito de Ayuso, por demonizarla hasta la caricatura, por convertirla en el pim pam pún de todas las broncas y por encontrarse con una candidata que, lejos de quedarse encerrada en el fondo de la pista, sube a restar todas las bolas que le lanzan. Ayuso ha sido forjada por su propio gurú, Miguel Ángel Rodríguez, que la ha transformado, y convertido en el reactivo para la derecha. Su capacidad de gestión, sospecho, es bastante menor de lo que es su estilo de discusión y genio cortante, pero en unas elecciones los gestores tienen poco que hacer frente a las estrellas (ay, Edmundo, ay). Pero sería un ejercicio absoluto de machismo por mi parte, y de reiterarme en el error de la incomprensión que han cometido casi todos, achacar los deméritos de Ayuso a ella y los méritos a los que la han ayudado y aconsejado. No, la victoria que ha logrado es aplastante y ella es la que lo ha logrado. Su campaña, personalista, como las de todos los políticos de hoy en día, ha sido un revulsivo y ha contado con una mujer diferente que opina diferente y que ha sacudido el tablero en el que muchos hombres no han sabido posicionarse, o no han querido, o simplemente han despreciado. El ninguneo de tantos a su figura, el ridiculizarla con un deje de superioridad no ya paternalista, sino simplemente superior se traduce hoy en unos resultados que dejan en ridículo a casi todos. Sólo otra mujer, Mónica García, de Más Madrid, con un estilo muy distinto, pero habiendo mostrado que es más lista que sus jefes, y que los que pretendían serlo, ha sobrevivido a la tormenta de fuego griego arrojada desde los trirremes de Ayuso, que lo han arrasado todo. En la Comunidad de Madrid la presidencia es para una mujer y el liderazgo de la oposición lo es para otra. Antitéticas en casi todo, pero triunfadoras en sus respectivos bandos y erigidas en líderes de sus partidos en la región. Está por ver la carrera que puedan tener más allá de los límites de esta comunidad, pero si quieren su techo no existe, porque han roto todas las barreras que uno pudiera imaginar.

Tres son los fracasos absolutos de estas elecciones. Sánchez y Moncloa lideran uno de ellos, en una estrategia caótica y necia que ha hundido al PSOE hasta ser tercera fuerza, y deja tocado el proyecto nacional del partido. Ciudadanos llegó al cielo de Madrid y desde ayer circula por alguno de sus túneles subterráneos, con el pobre Edmundo como cara visible de una formación útil y necesaria que, pena, se descompone. Y el tercer fracasado, un personaje oscuro, siniestro, que todo lo que toca lo emponzoña, que ve la política como enfrentamiento y rencor, que sigue viviendo en su ego infinito y es victimista hasta en el anuncio de su marcha. Acabará en un programa de televisión, que es lo que le gusta. De noche, porque madrugar no le va. Y espero que sea otro fracaso, en este caso de audiencia.

martes, mayo 04, 2021

Extraño día electoral

Sí, extraño el día de hoy, de elecciones locales en jornada laboral. Nunca los adivinos y profetas pudieron atisbar que en esta jornada se dirimiría el futuro de occidente. Tolkien sitió en los campos de Pelennor, frente a Minas Tirith, el lugar en el que se dirimiría el futuro de la Tierra Media y de las generaciones que la poblaron, y desde entonces no se ha visto confrontación igual, en intensidad y trascendencia para el devenir de la especie humana. ¿Hasta qué punto la necedad de los consultores políticos nos ha llevado? A vestirnos a todos de orcos y soltarnos garrotazos en medio del Manzanares que, este año de lluvia, viene más crecido que su habitual nadería.

Observo las elecciones de hoy desde una barrera extraña. Son los primeros comicios que no vivo en domingo, lo que ya en sí mismo es raro, y en los que no puedo votar, porque sigo empadronado en Elorrio. No son pocas las elecciones que he vivido ya en Madrid pero en las que, por ser de ámbito nacional o local, sí podía participar, y había realizado todo el ritual del voto por correo, que de tantas veces repetido debiera saber de memoria su funcionamiento pero que me sigue creando dudas cada vez que tengo que rellenar los impresos. Esta vez no, ni paseos a la oficina postal ni sobres que se cierran ni enseñar el DNI ni nada. En estos comicios no habrá papeleta alguna depositada por mi. Y es absurdo, porque no figuro en el censo, pero me hace sentirme un poco abstencionista. He votado en todas las elecciones que ha habido desde que la edad legal me lo permite y espero hacerlo en todas las que vengan hasta el último de mis días, esté convencido de mi elección o arrepentido antes de realizarla, y por eso el vivir la jornada desde fuera, por obligación, se me hace extraño. Pasaremos una noche electoral rápida y clara, dada la proporcionalidad pura del reparto de escaños del parlamento regional, y mañana ya se habrá acabado todo, pero a lo largo de este día veremos escenas de líderes acudiendo al colegio electoral, de declaraciones a la salida, de porcentajes de participación y demás ritos de una jornada como esta mientras seguiré en la oficina fabricando números y sin el periódico del domingo. Todo anómalo, como remate de una convocatoria extraña, forzada por carambolas externas, y cuyo desarrollo ha sido excusa perfecta para que los descreídos se conviertan en abstencionistas perpetuos. En cierto modo, desde esta barrera desde la que contemplo la lucha de fieras políticas, es agradecido el no tener que tomar partido por ellas, el no tener que escoger en el menú que se nos ha preparado, que ha indigestado a casi todo el mundo y que es tan nutritivo como arrojarse en el cubo donde el feriante hace el algodón de azúcar de las verbenas. Si la política camina hacia su degradación absoluta lo vivido estas semanas en Madrid es la apoteosis, el éxito del “sálvame” político y mediático elevado a su más alta dimensión, con un griterío constante, un insulto a la inteligencia y una ausencia total de propuesta de una serie de candidatos convertidos en marionetas de los consultores políticos que sueñan con la infinita trascendencia de sus decisiones. Encantados de conocerse, ellos, a los que les encanta ser apodados como “spin doctor” siguen jugando al ajedrez unos contra otros, usando como piezas a candidatos que manejan a su antojo, a los que eliminan personalidad y discurso, capacidad e imaginación, para que se limiten a leer lo que toca cada día, lo que se ha fabricado en los sótanos de sus guaridas, a oscuras, lejos de todos y de todo. Y cada noche evalúan los golpes dados, los daños sufridos y causados, los peones cobrados y sacrificados.

Así, las elecciones de hoy son el reflejo de lo que serán las próximas y las siguientes, el nuevo modelo de confrontación elevada al extremo, de la hipérbole del mensaje, del abuso obsceno del símbolo y el concepto. Asqueados como estamos casi todos de que las cosas se hagan así, podría esperar uno que, tras la furia desatada, venga la calma y la reflexión, y se cambie la manera de hacer las cosas, pero mucho me temo que no. Los ganadores verán reforzada su estrategia y los perdedores dirán que esto es una meta menor, que la batalla decisiva tendrá lugar frente a la puerta negra de Mordor. Y todos tan felices. Y los votantes, ciudadanos, convertidos por ellos en vulgares y enfrentados orcos.