Al menos la vacunación avanza, en lo que sin duda es la mejor de las noticias en medio de tantas malas. El porcentaje de personas en España que ya ha n recibido una primera dosis está en el entorno del 36,5% y las franjas de edad presentan ratios de vacunación casi absolutos, lo que está permitiendo reducir la mortalidad de una manera evidente. El panorama, poco a poco se despeja, lo que es aprovechado por políticos sin escrúpulos para volver a cuestiones pasadas y a tratar de sembrar cizaña en forma de mal entendida concordia, pero así es la naturaleza humana, perversa como pocas. Lo trascendental, las vacunas están ganando al virus.
Y no será porque se lo estamos poniendo difícil con estorbos y polémicas inútiles. Parece que las de la marca AstraZeneca están en el ojo de todos los de miradas cortas. Son vacunas seguras, eficaces, que derrotan al virus con un elevadísimo porcentaje de eficacia y otorgan inmunidad duradera. El problema que hay tras esa marca es legal, de incumplimiento de los contratos pactados con la UE a la hora de las entregas que fueron compradas, pero no hay problema alguno con el medicamento en sí. Los casos de trombos descritos tras la administración de su primera dosis son realmente ínfimos, porcentajes de unidades sobre el millón de vacunados, y se sitúan a la altura de los ocasionados por Janssen, otro compuesto también basado en adenovirus modificados. Pero el lío judicial de la marca británica ha sido aprovechado por los gobiernos de varios países para ejercer una política restrictiva en su administración que compromete la seguridad y bienestar de los ciudadanos. Tras un injustificable retraso en la administración de la segunda dosis al personal esencial menor de sesenta años que, en su momento, recibió la primera dosis, hubo un acuerdo, entre políticos, del Ministerio de Sanidad y las CCAA, recomendado que esa segunda dosis no fuera de AstraZeneca, sino de Pfizer, lo que fue visto como una obscenidad por la comunidad científica y sanitaria. Es más, se determinó que quienes quisieran expresamente que se les repitiera la dosis de AstraZeneca firmasen un consentimiento expreso para, supongo, que los gobiernos de todo tipo queden exonerados legalmente por lo que pudiera pasar. Esto es completamente estúpido. La Agencia Europea del Medicamento, la EMA, que no está en Barcelona gracias a los independentistas aún no indultados, la OMS, los estudios del fabricante.. hay unanimidad sobre la seguridad de la marca británica y que su pauta debe ser completada por ella misma. La mera idea de mezclar tipos de vacunas de funcionamiento muy distinto (adenovirus modificados frente a ARN mensajero) resulta chocante. La consecuencia es que, mostrando una lógica ausente en nuestros irresponsables públicos, los vacunados de primera dosis están escogiendo, con un porcentaje casi tan alto como el de la eficacia vacunal, repetir con AstraZeneca, lo que muestra que los ciudadanos vuelven a ser más juiciosos que los que dicen ser sus representantes. Y en esas estamos cuando desde el Ministerio de Sanidad se emite ayer un comunicado, infame, en el que se destacan, por encima de todo, los mínimos casos de trombos detectados por la inoculación de esta vacuna, y se urge a la población a que no haga caso de las recomendaciones sanitarias sino de lo que los políticos han determinado. Este comunicado de ayer es infame, podía haber sido escrito por la oficina de negacionistas que Bolsonaro o Trump han usado durante toda la pandemia, y es un caso palmario de irresponsabilidad. Decenas de médicos, expertos, sanitarios y responsables del tema vacunal de toda España salieron ayer en tromba a denunciar semejante abominación, cuyo único efecto posible es el de meter miedo a la gente para que no se vacune, y demandar del Ministerio una postura científica, y si no es el caso, el silencio de quien no tiene ni idea de lo que habla. Menos mal que la gente cada vez hace menos caso de lo que se dicta desde los desgobiernos central y autonómicos, ese perfecto ejemplo de fracasados que la pandemia ha dejado completamente desnudos en su incapacidad.
¿Qué es lo que sucede aquí? Hay varias opciones, y una no descartable, dado que ese patrón se ha repetido con anterioridad, es que estemos ante no un error, sino una nueva mentira administrativa forzada por la ausencia de dosis. Quizás no haya las suficientes de AstraZeneca que se dijeron que se iban a guardar, y por eso los gobiernos emiten ese discurso, a sabiendas de que es falso. Más o menos como el de las mascarillas, que seguro recuerdan, que no eran necesarias porque no las había, y se mentía a sabiendas por la ausencia de material que no se quería reconocer. En fin, otro caso más de lamentable gestión en este triste episodio de pandemia, que no será nunca evaluado, auditado ni sancionado como se merece. Pase usted de todos estos inútiles de los gobiernos central y autonómico, y si se vacunó en primera dosis de AstraZeneca, pida repetir marca en la segunda.
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