Lo primero, resaltar que la decidida actuación del gobierno de ayer, enviando contingentes de refuerzo de policía y guardia civil, y militarizando la zona de Tarajal y aledaños para mantener el control de la frontera eran pasos que había que dar y, en efecto, se llevaron a cabo. Los efectivos desplegados tuvieron un incesante trabajo de control de perímetro y de rescate de personas, y deben ser valorados por ello. Así mismo, el mensaje de Pedro Sánchez y su decisión de viajar rápidamente a Ceuta es lo que cabía esperar de un Presidente del Gobierno, por lo que se debe alabar su comportamiento de ayer. Dijo lo que tenía que decir y estuvo donde tenía que estar, animando a los refuerzos enviados y con las instituciones y ciudadanos de Ceuta.
Ahora viene la gestión del problema, y sus consecuencias, asuntos complicados y enormes. La decisión de ofrecer asistencia sanitaria al líder del Polisario en un hospital de Logroño ha sido señalada por casi todos los analistas como la última decisión que ha llevado al gobierno de Marruecos a lanzar un golpe contra la seguridad de Ceuta y, por tanto, de España, como no se veía desde hace décadas. Tras el respaldo de EEUU, al final de la administración Trump, a las reivindicaciones marroquíes sobre el Sáhara occidental a cambio de la normalización de relaciones entre Marruecos e Israel, desde Rabat se demanda una posición similar por parte de España, y las presiones por parte de los enviados y agentes marroquíes han sido constantes para lograrlo, y en paralelo el uso de la política de inmigración como herramienta de presión. Que España acogiera al líder Polisario es un mensaje justo en la dirección opuesta, y Marruecos ha respondido con un órdago de primera división que ha descolocado a todos. Tras el golpe, el escenario ha cambiado, la tensión diplomática a ambas orillas del estrecho es muy elevada y será complicado volver al estatus quo anterior de relaciones, haya o no intercesión de las casas reales mutuas. Marruecos ha quebrado toda la confianza que pudiera ser tenida con él y ha enseñado hasta el extremo su chantajista comportamiento, sin que le importe en lo más mínimo la vida o seguridad de las personas de las que se ha aprovechado para realizar esta acción, algunas de ellas ciudadanos de su propia nacionalidad, en muchos otros casos terceros provenientes de otras naciones. ¿Se ha pasado de frenada el régimen de Rabat? Una de las posibles derivadas positivas de lo que ha pasado es que, a ojos del mundo, Marruecos ha quedado como lo que es, un país chantajista que desprecia los derechos humanos y que busca ventajas utilizando la miseria de los propios y ajenos. Esto nos puede venir muy bien ante nuestro principal foro de actuación internacional, la UE, que ha respondido diplomáticamente con un mensaje de apoyo a su socio, recalcando que las fronteras de España también lo son de la UE, y su integridad atañe e importa a todos los socios. En ese flanco no estamos solos, y eso nos viene bien, pero falta una pata, enorme, de apoyo internacional para asegurarnos el respaldo a nuestra posición, que es la de EEUU. El silencio de la administración Biden, o incluso que los pocos mensajes de apoyo que se hayan escuchado hagan más referencia a Marruecos que a otra cosa, y la sensación de que será muy difícil que desde Washington se de marcha atrás al reconocimiento de la soberanía marroquí del Sáhara nos pone en un brete, y muestra de paso que las actuales relaciones del gobierno con EEUU son malas, realmente malas. Es imposible que Rabat se modere del todo y recapacite si no recibe una clara advertencia desde Washington, que es quien tiene la porra y el dinero que ayuda a todos a recapacitar. Hemos parado el envite, sí, pero nada impide a Rabat seguir en el empeño o realizar acciones similares en, pongamos, Melilla, o las costas cercanas a Canarias.
Por ello, la pregunta es obvia, ¿Cuál es nuestra estrategia de ahora en adelante? ¿Cómo vamos a gestionar la relación con un vecino, socio comercial, con el que la gestión de la seguridad yihadista es clave? ¿Cómo forzar a que Marruecos se comporte como es debido? Más allá de soltar dinero para comprar tranquilidad y tiempo, necesitamos una política estratégica en la zona, que sea vista como política de estado por el PSOE y el PP, y que nos otorgue fuerza y actitud decidida ante este grave reto y los que se planteen en el futuro, y que nos permita recabar apoyos internacionales para defender nuestra posición. No somos un paria, no, pero no tenemos el peso y el poder de una gran potencia, y necesitamos que nos respalden. El gobierno tiene un enorme trabajo por delante para definir cómo actuar y llevar a cabo esos movimientos.
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