Ahora que la economía global parecer rearrancar con fuerza al ritmo de la vacunación en occidente se empiezan a ver los problemas estructurales generados por la pandemia, que en algunos casos van a suponer un cuello de botella para la recuperación global y van a tensionar las cosas. Otro día hablaré de la discusión que hay sobre los estímulos monetarios y los riesgos inflacionarios, debate que creo que es muy serio en el primero de sus términos y exagerado en el segundo, pero hoy vamos con las cosas físicas. Sí, física, porque en un mundo donde cada vez todo es más virtual los productos físicos hacen mucha falta, aunque ni se vean ni comprendan.
Uno de los más relevantes son los semiconductores, la base de los procesadores informáticos que antaño estaban sólo en los ordenadores pero ahora son omnipresentes. Equipos informáticos, relojes inteligentes, televisiones, electrodomésticos, pulseras de entrenamiento, coches, equipos de sonidos, los infinitos móviles que todo lo llenan… empiezan a ser minoría los equipamientos que no cuentan con semiconductores en sus tripas y que son los que les hacen funcionar, porque forman el “cerebro” que ejecuta el software que les da sentido y utilidad. Ahora mismo el mundo vive un auténtico boom de las compras de productos en los que estos componentes son imprescindibles y otro boom similar de instalación de infraestructuras que dan servicio al mundo digital, donde la demanda de estos componentes es aún más intensiva Consecuencia, el mercado está escaso de semiconductores, las plantas que los producen no dan abasto y las cadenas logísticas globales que suministran todos los elementos a las plantas que producen, pongamos, coches, no es que se resientan, sino que directamente no pueden hacer frente a los pedidos y se rompen. Los montadores de coches mantienen el suministro de acero y componentes metalúrgicos para componer carrocerías e ir ensamblando modelos, pero llega el punto de instalar los navegadores, sistemas electrónicos de arranque, de gestión de ABS y de otros tantos componentes digitales y faltan las piezas, que en este caso son los semiconductores, y el coche a medio hacer no puede terminarse. La fábrica debe optar por bajar el ritmo de producción de vehículos y tratar de almacenar, como sea, el mayor número de unidades mediohechas para ganar tiempo, pero el espacio es finito y el aprovisionamiento no llega, y la fábrica se ve obligada a parar las líneas para no seguir incurriendo en costes de producción que no se transforman en unidades vendibles. En España plantas como la de Figueruelas o Almusafes ya están bajando la producción por este problema, y en EEUU más de una ha cerrado temporalmente porque no puede seguir acumulando stocks. Y así, una tras otra, diversas empresas industriales se están viendo metidas en un serio problema por algo que no eran capaces de imaginar. Las entregas de consolas como la Playstation 5 llevan un retaros enorme, porque estos dispositivos, en el fondo, son potentísimos ordenadores que dependen de los semiconductores tanto o más que los fabricantes de portátiles o smartphones, y empieza a surgir un mercado negro de “plays” en el que la cotización de los que las tienen se calienta al ritmo de una demanda insatisfecha. Las esperas para las compras de portátiles, disparadas por la demanda de teletrabajo y la necesidad de muchos trabajadores de renovar los equipos de casa, que han dado mucho de sí durante los meses de encierro, no dejan de crecer, y esas empresas empiezan a priorizar el producir los equipos de alto valor añadido, los que les dejan más margen, destinados a empresas y otras industrias, frente al mercado de particulares, que ven como lo de ir a la tienda y llevarse el equipo empieza a ser algo poco frecuente. Los ejemplos están por todas partes y lugares, y reflejan un curioso e importante problema global, que no tiene una solución inmediata.
Los principales productores de semiconductores están en Taiwan, seguidos por EEUU y China, pero es en la isla asiática donde han surgido monstruos empresariales que llevan la voz cantante en el sector. Con inversiones requeridas de muchos miles de millones de dólares y tiempo, las fábricas que producen estos componentes no surgen de la noche a la mañana, ni mucho menos, y por ello, es una decisión estratégica, costosa en el corto y medio plazo, la de aumentar la producción local de estos componentes. Europa parece estar en ello pero, si se decide mañana que se harán nuevas fábricas no veremos sus resultados hasta dentro de unos años. Es lo que tiene el mundo físico, reproducir cosas es mucho más costoso de lo que parece
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