Ayer fue 24 de enero, día bastante cubierto en Madrid, capa de nubes altas que ocultaron el perpetuo Sol de este mes. Frío intenso, pero menos que el riguroso de los pasados días. No cayó una sola gota en la ciudad ni en los alrededores. De hecho, apenas hubo precipitaciones en toda España salvo unas gotas en Huelva y en pocas regiones del Levante, especialmente en Alicante y Murcia. En todo caso apenas mojaron el suelo sin tener relevancia alguna ni, desde luego, servir para paliar la acuciante sequía que arrastran varias regiones desde hace tiempo. Este enero que llevamos, en el que sólo ha llovido con consistencia a primeros, es una pesadilla para el campo y los embalses, y nada parece indicar que, a medio plazo, la cosa cambie.
Sin embargo, desde hace meses, no me pregunten ustedes porqué, varios medios de comunicación, no precisamente emisoras locales, llevaban anunciando la llega de una nueva Filomena para Madrid precisamente para ayer, lunes 24. Se basaban en la predicción que ha hecho un crío de 15 años, al que no voy a mencionar ni referenciar porque no me da la gana, que leyendo uno de esos falsos sistemas de predicción que tienen arraigo en algunas zonas, en este caso las cabañuelas, veía otro temporal de las dimensiones del absolutamente extraordinario que colapsó el año pasado la capital y otras muchas zonas de España. Cuando las noticias empezaron a hacerse eco de esta tontería lo primero que pensé es que había vuelto la tradición de los inocentes, pero al ver que no era 28 de diciembre la cosa me alarmó. Un “pronóstico” elaborado sin ninguna base científica, sin ningún criterio ni rigor, emanado por un chaval, era objeto de atención de radios, prensa y televisión día sí y día también. La cosa pasó de sorprenderme a cabrearme, y cada vez más, porque era evidente, con un porcentaje e precisión elevadísimo, que esa “predicción” no se iba cumplir, pero que los medios ya se habían montado el negocio de la gran exclusiva a cuenta del nuevo temporal que lo iba a colapsar todo. Entrevistas, reportajes, consejos para avituallarse ante la segura nevada, análisis de “expertos” sobre lo que se nos venía encima… incuso pude ver una noticia en la que el ayuntamiento de Madrid reforzaba sus efectivos por si llegaba otra Filomena. Era todo tan patético como infame, pero ahí seguía la noticia, y el bombo, haciendo de esa mentira algo muy rentable. Miles y miles de clicks se habrán dado pulsando a enlaces en los que los medios “informaban” sobre ese peligro inminente y cierto que se nos avecinaba. El chaval que lo pregonaba era la excusa para montar un espectáculo lamentable en el que el rigor y la información era lo que más se echaba en falta. Lo cierto es que era tan probable que llegase ese temporal como que se dijera alguna verdad en todos aquellos artículos y entrevistas. Ante el revuelo creciente, organismos oficiales como AEMET y meteorólogos de verdad empezaron a sacar comunicados diciendo que es imposible prever a meses o semanas vista un acontecimiento semejante, por lo que las informaciones que se estaban dando eran falsas. Filomena fue un acontecimiento excepcional, al que se le calcula un periodo de retorno de un siglo, y eso viene a decir que la probabilidad de que se repita este año es, más o menos, de un uno por cien. ¿Es imposible que pase? No, no, pero usted, ante ese porcentaje, qué cree que es lo más probable. Evidentemente, en tiempos de espectáculo, mentiras, caza de la audiencia a cualquier precio y ausencia general de rigor y profesionalidad, esos mensajes de la comunidad científica no tuvieron el eco que del que sí dispuso el chaval y su “previsión”. Es imposible luchar contra la demagogia cuando es rentable. En fin, llegó el 24, ayer, y como decía la lógica, no pasó nada de nada de nada.
Martes 25 de enero, siguen las nubes altas y medias en Madrid, probabilidad muy escasa, no nula, de que llueva en la ciudad. Falta hace. Durante el día de ayer no vi en ningún medio mensaje alguno sobre el fracaso estrepitoso de su campaña filoménica II, ningún mensaje en sus radios, televisiones y prensa de que se habían equivocado, habían hecho caso a un bulo que es tan fiable como echar una moneda al aire y que habían engañado a los que habían leído so seguido sus informaciones. Cero disculpas, nada de nada. Tanta como nieve recogida. Y hoy la cosa será igual, nada de nieve y ninguna petición de perdón. Eso sí, las arcas repletas con toda esta mentira, que ha rentado durante meses. Donde sí nevó ayer, y mucho, y no es habitual, fue en Atenas.
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