Se atribuye a Mark Twain, pero lo he leído de varias fuentes, el dicho de que lo único que se aprende de la historia es que no se aprende de la historia. Casi dos años después del inicio de la pesadilla pandémica es obvio que no hemos aprendido nada de todo esto, y que la sociedad sigue instalada en los mismos patrones mentales que tenía antes de que el coronavirus lo pusiera todo patas arriba. Por no aprender ni lo hemos hecho a la hora de valorar aquellas profesiones que, para una sociedad, son imprescindibles y las que no lo son tanto. Seguimos maltratando, laboral y económicamente a sectores como el sanitario, los reponedores y otros tantos que nos salvan y cuidan. Y antes de que me lo pregunten no, mi profesión no es de las imprescindibles.
Los deportistas son uno de los grupos de trabajadores que más se creen que están por encima de las reglas y leyes de las que nos hemos dotado. Sus desplantes a la norma fiscal y a muchas otras son constantes, y lo hacen encima jaleados por una gran parte de la masa que los aplaude cuando ejercitan actitudes reprobables. Siguen ejerciendo una labor completamente prescindible, que no aporta nada valioso, que entretiene y divierte a muchos, pero nada más (más de uno opinará que nada menos). De entre estos deportistas instalados en la élite de lo social y, desde luego, lo económico, estos días se está hablando mucho de un tenista apodado, con mucha gracia “NoVac YoCovid” que está metido en un lío en Australia por su público esfuerzo negacionista en lo que hace a las vacunas y, hasta cierto punto, a la propia enfermedad. A YoCovid, como a no pocos, nunca le han importado las consecuencias económicas y sociales de esta pandemia, el sufrimiento y la ruina que ha traído. Todo eso le ha dado igual instalado en su burbuja de altos ingresos, vida fulgurante, aplauso fácil y alabanzas abundantes. Ahora, en Australia, país con unos estrictos protocolos anticoronavirus y con una legislación muy cerrada en lo que hace a la inmigración, que algunos han descubierto ahora, por primera vez NoVac se ha visto metido en un lío de verdad que le puede causar, por fin, un perjuicio cierto en lo único que le importa, su carrera como tenista. A pesar de que el juez ha determinado que la entrada de NoVAc en el país fue regular y no tiene potestad para expulsarle, el gobierno de Australia todavía tiene la oportunidad de denegarle la visa que le permite estar en su territorio a cuenta de la no vacunación de la que el tenista alardea, y que está detrás de toda la polémica. Para tratar de esquivar el caso judicial NoVac ha alegado que se ha contagiado más de una vez de la enfermedad, por lo que tendría defensas fruto del paso del virus por su cuerpo y no necesitaría inyecciones, pero como si se tratase de un mal político, de uno de tantos que todos los días nos mienten en sus discursos, por cada uno de los detalles que el tenista y sus abogados han ido dando de sus presuntas infecciones, esas justificaciones para poder estar en Australia, se han ido descubriendo fallas y mentiras, una tras otra, que hacen poco creíble que esas infecciones se hayan producido y, de haberse dado, el comportamiento de NoVac sería un perfecto ejemplo de irresponsabilidad. Si realmente estuvo infectado los días navideños en los que afirma estarlo los testimonios en los que realizó actos públicos durante esas fechas son muy abundantes, y en ellos aparece muy rodeado de personas, sin mascarillas ni distancia ni nada. Lo más parecido a una cuarentena que ha hecho NoVAc en su presunta enfermedad es la cuarentena de trolas en la que los medios le están pillando a cada paso que da en sus alegaciones. Todo ello aderezado con el patético espectáculo orquestado por su familia y cercanos, que lo han erigido en un héroe de la nación serbia, perseguido por el mundo occidental, y del movimiento antivacunas en general, que lo ve como un mártir de la libertad, en una de las campañas de propaganda más chuscas, cutres y falsas que se hayan contemplado en bastante tiempo.
¿Qué hará el gobierno de Australia? Ya veremos, pero todos sabemos que con una sola de las mentiras a las que le han pillado a NoVac a usted o a mi nos deportarían de la isla con una patada digna de canguro enfadado. Aquí los intereses económicos son enormes, el revuelo mediático organizado de los de aúpa y el conflicto diplomático entre la nación de las antípodas y Serbia una absurda, pero cruda, realidad. En cierto modo da igual lo que decidan las autoridades australianas, el personaje de NoVac ha quedado perfectamente retratado, y su calidad tenística, indiscutible, es una faceta más en una personalidad dominada por el egoísmo, la mentira y el cinismo. Reconozco que tiene futuro para esto de la política, puede llegar muy lejos cuando deje de pegar raquetazos en las pistas.
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