La guerra de Ucrania ha convertido a su presidente, Volodimir Zelensky, en una de las mayores celebridades mundiales. Muy a su pesar, a medida que los rusos destruyen su nación y matan a sus compatriotas, este presidente ha ido adquiriendo un rango y nivel que, sospecho, nadie podía llegar a imaginar, ni siquiera el mismo. Proveniente del mundo del espectáculo, arrasó en las últimas elecciones ucranianas con un discurso algo populista centrado en combatir la endémica corrupción de aquel país, pero nunca pudo sospechar que le esperaba la fama mundial a cuenta del riesgo existencial del país y de su propia vida.
Ayer, dentro de la ronda de intervenciones a distancia que Zelesnky está haciendo ante los parlamentos de las naciones occidentales, le tocó el turno al Congreso español. En un hemiciclo abarrotado, en reunión conjunta de congresistas y senadores, el presidente ucraniano realizó una intervención de poco más de diez minutos, traducida simultáneamente de una manera confusa, en la que agradeció el apoyo y ayuda recibido desde las instituciones españolas, y también, sobre todo, el envío de armas que se ha hecho por parte de nuestro ejército para combatir a los rusos. Su discurso repitió la estructura de los que ha realizado ante otras cámaras nacionales, haciendo hincapié en la determinación de la población ucraniana ante el enemigo, en la necesidad de que las sanciones económicas ya aprobadas se extiendan al camp de la energía, en la petición a las empresas nacionales que aún mantienen vínculos comerciales con Rusia que los cancelen y que no cese el envío de armas, cuantas más y más efectivas mejor, para combatir al enemigo. En todas sus alocuciones Zelensky hace algunos guiños a la historia cercana del país al que habla para que se haga alguna idea de lo que están pasando los ucranianos. En el caso de España, ajeno a la IIGM, no podía recurrir a los clásicos ejemplos de resistencia y victoria ante el nazismo que jalonan la memoria colectiva europea, por lo que se refirió a la última guerra que hemos padecido en nuestro suelo, la civil, y mencionó Gernika, un símbolo de los horrores de la guerra que Picasso inmortalizó en la memoria colectiva con su cuadro. En Gerniuka se produjo uno de los primeros bombardeos contra población civil por parte de aviación militar, en lo que fue un experimento a gran escala de una nueva manera de hacer guerra, sin límites ni frentes. La legión Cóndor alemana, apoyo aéreo de las tropas franquistas, arrasó esa pequeña población vizcaína no por su carácter estratégico o por lo que suponía como lugar en un frente de batalla, sino por el simbolismo de representar los fueros, la norma atávica que regía en parte del territorio vasco. La idea de ese ataque, además de la destrucción en sí misma, era dar un golpe de moral. Por eso, además de por sus mortíferos efectos, el bombardeo de la ciudad supuso un mensaje claro de eliminación de lo que se suponía era la legalidad preexistente. Llegaba un nuevo tiempo en el que lo anterior sería purgado, limpiado, a la manera en la que hoy lo hace Putin en las zonas que ocupa en Ucrania. La elección de Gernika como símbolo por Zelensky es, vista con retrospectiva, bastante obvia, y supone apelar a un sentimiento colectivo que va bastante más allá de la propia guerra española. Ese acto fue la chispa que, en medio de la neutralidad de las potencias que ahora algunos querrían, provocó el alistamiento de muchos combatientes extranjeros, alineados en las brigadas internacionales, que acudieron a defender el orden republicano. A pesar de las obvias diferencias que existen entre ambas guerras, empezando porque una fue civil y la otra de es de conquista, hay paralelismos asombrosos entre la legitimidad de uno de los bandos y la necesidad de apoyo que reclamó la república en el pasado y la que hace Zelensky en nuestros días.
Aquella infame guerra civil, que comenzó con un golpe que se pretendía rápido, acabó durando casi tres años y dejó al país arrasado y cientos de miles de muertos y exiliados, en una lucha que no tuvo parangón con nada del pasado español. Hoy Ucrania vive una guerra, que Putin pensaba que también sería quirúrgica, y que puede extenderse en el tiempo sin que nadie sea capaz de precisar hasta cuando. Curiosamente, muchos de los que durante toda su vida han echado en cara a países occidentales que se pusieran de perfil ante la demanda de ayuda de la república española han sido de los primeros en tratar de negar esa misma ayuda a la ataca Ucrania. A más de uno la alusión de Zelensky a Gernika le habrá dolido en su hipócrita interior. Tres hurras por Volodimir.
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