Hoy, esta mañana, al límite del plazo establecido, como siempre, las ministras de Economía y Hacienda, y quizás algún representante de Bildu con ellas, presentarán la actualización del cuadro macroeconómico que debe ser presentado a Bruselas, hoy como muy tarde. Recordemos que en los presupuestos vigentes se prevé un crecimiento del PIB para este año en España del 7%, cifra maravillosa elaborada en un escenario de salida de la pandemia que parecía ser el final de todas nuestras pesadillas, pero, como notará usted cuando va a la compra, no resultó ser así. El recorte será de varios puntos, aunque sospecho que aún así será optimista frente a la realidad que se nos viene.
En la avalancha de datos macro de estas fechas, que nos permiten ver cómo avanza el año, ayer salió uno que de bastante miedo, y es el dato de crecimiento trimestral del PIB en EEUU, y da miedo como les decía porque es negativo, el PIB ha caído este trimestre en aquel país, un 1,4%, lo que pone a la economía norteamericana a las puertas de la recesión, que como es sabido se define como un periodo de dos trimestres consecutivos de caída de la producción. EEUU está más adelantado que nosotros en el ciclo en todos los términos. Empezaron a crecer antes, los precios se dispararon antes allí y las subidas de tipos a las que se resiste el BCE ya han comenzado, siguiendo un calendario preciso y duro. Si ellos son la avanzadilla uno puede pensar que un destino similar nos espera a nosotros, con el agravante de que la crisis energética es mucho más intensa y peligrosa en Europa que al otro lado del charco. Aunque hayan subido los precios de la gasolina hasta niveles no vistos, lo que enfurece al norteamericano medio, el país es autosuficiente en la producción de hidrocarburos y no se va a enfrentar a restricciones de oferta, lo cual para ellos es una gran ventaja. Y aun así su economía ya nota la influencia de la guerra de Ucrania, el desastre de la logística global y todas esas piedras que entorpecen el camino económico. Cabe pensar cuál es la situación que podemos esperar en España. No hemos logrado todavía alcanzar los niveles de PIB previos al estallido de la pandemia, siendo uno de los muy pocos países que no lo ha hecho. Los precios crecen desaforadamente, más que en nuestro entorno, como ayer mostró el INE con el dato adelantado de Abril. La subida de los precios en este mes se modera ligeramente respecto al pasado, cayendo del 9,8% al 8,4%, lo que es bajar algo en infame nivel de sufrimiento que se vive, pero la subyacente, la que no tiene en cuenta ni energía ni alimentos frescos, acelera su subida del 3,4% al 4,4% muestra de que ya tenemos aquí los efectos de segunda ronda tan temidos, en los que la escalada de precios de las materias primas y energía se filtra a todos los sectores de la economía. La recaudación tributaria crece con fuerza gracias a esa subida de precios y a la injusta medida del gobierno de no deflactar las tarifas, lo que penaliza sobre todo a las rentas medias y bajas. La confianza del consumidor y las empresas cae por el miedo a las consecuencias de la guerra en Ucrania y al efecto que eso provoca en la economía. Todo esto son frenos al crecimiento. También hay factores que estimulan el crecimiento, especialmente tres. Uno es la recuperación real del turismo, tras los dos años pandémicos que, como se pudo ver en esta Semana Santa, mantiene una fuerza enorme y anticipa un verano que sería como los de antaño, quizás no pleno al no reincorporarse todo el turismo extranjero, pero sí muy significativo. El segundo factor, menor y lastrado por la burocracia, son los fondos europeos, que algunos creían que serían como el maná y ahora todos empiezan a descubrir como una ayuda ligada a los procedimientos de gestión y control de la Comisión Europea, que son una pesadilla. Y el tercer factor, de fondo pero poderoso, es que sigue habiendo ahorro embalsado de los tiempos pandémicos, que sale con fuerza. Quizás sea en el imparable ritmo de compraventa de viviendas donde estemos viendo la plasmación principal del destino de ese ahorro.
¿Quién va a ganar en este juego de fuerzas opuestas? Conocida es la capacidad de la economía española de resistir lo indecible pero, también, de comportarse con excesos tanto en las alzas como en las bajadas. El daño que nos hace a los europeos y, particularmente a nosotros, el alza de precios energéticos es, creo, el factor más relevante, y seguramente sea el que condicione el signo de lo que va a pasar. Sean cuales sean las previsiones que se presenten hoy, sospecho que pecarán de optimistas. Ojalá me equivoque, a sabiendas de que en estos tiempos prever se ha convertido en un ejercicio de adivinación que sólo conduce al error y la melancolía. Por si acaso, pónganse en lo peor y preparen reservas, financieras y, como les comentaba ayer, de jerséis.
El Lunes es fiesta en Madrid, por lo que no habrá artículo. Hasta el martes 3.
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