La imagen es bastante clara y resulta llamativa. Se observa una de las cúpulas del complejo del Kremlin, creo que es la que cubre el Senado, no estoy seguro, y en un momento dado un pequeño aparato volador aparece en la escena, proveniente del lado izquierdo de la imagen, y explota junto a la linterna que corona la cúpula. La explosión no parece causar daños en la estructura, aunque sí un pequeño incendio que no va a más. El resultado práctico es más aparatoso que efectivo y no ha dejado ni heridos ni destrozos en la fortaleza moscovita, pero la fuerza de la escena es grande, y su capacidad para abrir todos los informativos del mundo, indudable.
Si la escena es fácil de interpretar, mucho más complicado es saber quién está detrás de ella. Hubo una carrera entre las acusaciones rusas y los desmentidos ucranianos que fue mucho más rápida que la velocidad de vuelo del dron. Moscú, indignado, calificó el acto como intento de asesinato de Putin, de magnicidio, por parte del gobierno de Kiev, y dejó claro que un acto así tendrá respuesta. Por parte de Dimitri Mevdeved, ex primer ministro, antaño un rostro amable y pro occidental del poder ruso y hoy en día camorrista primero de la guardia pretoriana putiniana, se expresó el deseo de asesinar a Zelensky como respuesta a la altura de lo que había sucedido. El presidente ucraniano, que no estaba en ese momento en el país, afirmó que nada tenía que ver con lo que había pasado, que no quiere matar a Putin, sino ganarle la guerra, y llevarlo ante un tribunal internacional para que sea juzgado como el criminal de guerra que es. Ante esto es evidente que saber quién ha sido el autor del acto resulta, como mínimo, difícil. Ambas partes tienen intereses a los que les conviene una imagen como la sucedida. Ucrania dispone de drones que, por distancia, pueden llegar desde su frontera hasta Moscú, y parece evidente que lo que enseña la escena no es la actuación de un dron de gran potencia o capacidad. Putin normalmente no duerme en el kremlin, y la idea de atentar contra el con un petardo de este estilo resulta absurda, pero Kiev, si es el autor, podría estar muy orgulloso al haber demostrado la inutilidad de los sistemas de defensa rusos, que han permitido que la aeronave se cuele hasta el corazón del poder de Putin. Si fuera Kiev y el objeto de la acción fuese realizar un acto de propaganda y humillación a Rusia, objetivo logrado. La otra opción es que sea una acción rusa, es decir, un acto de lo que se llama falsa bandera, autoataque, o intento de algo similar, para enardecer a los propios y aumentar la tensión sobre la población rusa, permitiendo así que los reclutamientos estén más justificados o que nuevas acciones de campaña rusas en territorio ucraniano se puedan vender como respuesta a la agresión. Desde la maquinaria de propaganda rusa se sigue insistiendo machaconamente en las ambiciones nazis e imperialistas de Zelensky y del peligro que supone para la madre Rusia la acción del gobierno de Kiev, y un acto así puede estar dirigido a meter el miedo al ucraniano entre la población de Moscú, urbanita, que vive ajena a la guerra, donde las levas de soldados apenas se han dado entre su juventud, y que poco ha notado los efectos de lo que sucede más allá del aumento de la represión del estado y el cambio de logotipos de empresas antaño occidentales, convertidas ahora en réplicas rusas. No son infrecuentes las operaciones de este tipo, autoinflingidas, en momentos en los que se quiere movilizar a los propios y aumentar el odio ante el enemigo, y Rusia es experta en este tipo de operaciones. Por lo tanto, ambos bandos poseían intereses para que algo así sucediera, y eso dificulta mucho esclarecer quién se encuentra, realmente, detrás de lo que ha pasado.
En todo caso no parece que estemos ante un movimiento determinante en el curso de la guerra. El lanzamiento de la muy anunciada contraofensiva ucraniana y la respuesta de las atrincheradas defensas rusas será lo determinante para saber si el estancamiento de los frentes que se viven desde hace meses se romperá o no. La sangría mutua de material y soldados se mantiene, con miles de víctimas en Bajmut y localidades próximas, y con un constate proceso de degradación de las fuerzas de ambos ejércitos. Se supone que esta primavera verano serán determinantes para el futuro de los combates. Entre tanto, la distracción y la propaganda pro rusa no cesa, y la posición de Kiev es más débil de lo que me gustaría. La prolongación de la guerra beneficia más a Putin que a Zelensky.
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