Uno de los chistes más divertidos que se pudieron leer ayer en twitter, ya muy avanzada la noche electoral, era de la cuenta de Coronavirus, y decía que el CIS, en su última encuesta, indica que tú haces el amor doce veces a la semana. Si alguno, ingenuo, ha hecho caso a las encuestas manipuladas del CIS de estas últimas semanas, meses, años, se habrá sorprendido por el resultado electoral de ayer. Sino, era evidente que la posición de ventaja con la que contaba el PP le iba a hacer ganar las elecciones, aunque es cierto que la ventaja que ha conseguido en algunas regiones ha resultado incluso mayor de lo que los pronósticos más optimistas indicaban.
Hoy es un día de luto par el gobierno, que cosecha una derrota estrepitosa. La idea extravagante de Sánchez de transformar la campaña municipal y autonómica en un plebiscito sobre él mismo le dio al PP la oportunidad de hacer lo que quería, que era eso mismo, enfocar estos comicios como una primera vuelta de las generales. Y el resultado es palmario. La pérdida de poder que experimentan los socialistas es tremenda, con el derrumbe de la mayoría de los gobiernos en los que, vía coalición, regían autonomías y municipios. Se vendió Valencia, comunidad y ayuntamiento, como termómetro para medir la victoria o derrota electoral, y en ambos campos el PSOE y sus socios han perdido. A esa comunidad se suma La Rioja, Aragón, Extremadura, Baleares, Canarias… Permanecen bajo mandato socialista Asturias, Navarra con el permiso de Bildu y Castilla la Mancha, donde Page, el barón más crítico con Sánchez, es el único que revalida su mandato. Esto mismo es una medida del signo del voto emitido. Sánchez se ha convertido en una marca tóxica que hace perder votos allá donde se presente. Sus políticas a lo largo de estos últimos años, y los enormes errores, siendo benévolos al llamarlos así, de sus socios de gobierno, que el avala día tras día manteniéndolos en sus cargos, han hundido a un socialismo que es, por primera vez en la historia democrática, derrotado en las elecciones municipales en Andalucía. Cerca de 800.000 votos son los que ha sacado el PP al PSOE en esa elección, la única realizada en el conjunto de todo el país. Ese resultado es el que permite elevar la moral de Feijóo y los suyos hasta poder pensar que la Moncloa es algo que se encuentra al alcance de la mano. El desastroso papel que han tenido las candidaturas a la izquierda del PSOE resulta llamativo, siendo en las urnas donde esas formaciones han sido castigadas por sus medidas absurdas y peligrosas. Por sólo mencionar una, durante meses el empecinamiento del gobierno en no alterar la ley del sólo sí es sí ha sido una sangría obvia que todos veían, menos los propios y allegados a esas formaciones. Podemos se ha convertido en un enorme lastre mientras que Sumar sigue siendo una entelequia, lo que ha dejado a un debilitado PSOE sólo en el lado de la izquierda. Curiosa y tristemente, uno de los más beneficiados por los pactos del PSOE es Bildu, que ha sacado unos excelentes resultados allá donde se ha presentado, desbancando a la propia marca socialista en no pocos escrutinios y desesperando al PNV, la derecha local vasca, al ver como algunos de sus feudos empiezan a ser asediados por Otegi. Alguien debiera pensar muy seriamente en Moncloa sobre el hecho de que Bildu, que sigue orgullosa de sus crímenes pasados, les ha dado una puntilla en la campaña electoral con la decisión de las listas y les ha quitado votos en sus fueros, a cambio de hacerles perder miles y miles de votos en el resto del país. Los estrategas del gobierno y sus medios afines han realizado una serie de pactos muy peligrosos, que no han sido entendidos por nadie, ni entre sus filas ni entre las ajenas, y que han propiciado que la marca socialista esté gravemente herida. A seis meses de las generales las opciones de Sánchez de remontar se antojan casi imposibles, y con una enorme marejada interna por la pérdida del poder.
En el PP cunde la euforia, con la que siempre hay que tener cuidado. El hecho de que varios de sus posibles gobiernos dependan de un pacto con un Vox que resiste sea un detalle que envenena la imagen. A favor de Génova está que ahora podrá negociar con los de Abascal en una posición de fuerza que no tuvo, ni por resultados ni por directiva, en el caso de Castilla y León. De los azules es la victoria de ayer, y Ayuso y Almeida, con Moreno Bonilla de fondo, encarnan el éxito, desde distintas formas de hacer política, que les ha otorgado la vuelta al poder local. De los fracasos, esperado y total en Ciudadanos, quizás pueda decirles algo mañana.
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