A medida que los precios de la vivienda se han ido disparando e impidiendo su acceso a cada vez más capas de la población se ha hecho inevitable que PP y PSOE, onanistas ellos, se acaben fijando en ese problema para que el magma social que genera no les abrase. Créanme que es por autodefensa por lo que ahora sacan presuntas medidas para facilitar el acceso a la vivienda. No porque les preocupe el tema, que les da igual, sino porque puede suponer para ellos un serio problema de cara a sus expectativas electorales. En lo que hace a residencias, los responsables y altos cargos de esos partidos ya han demostrado ser capaces de conseguirlas, para ellos y sus amigas especiales, sin problema alguno.
Lo de la vivienda es un problema difícil y de solución lenta. Resumidamente, faltan pisos y la demanda se ha disparado. Hay muchas zonas de España donde el mercado inmobiliario está semi paralizado, porque no hay gente que quiera vivir allí, pero en las ciudades conseguir piso se ha vuelto imposible. Los visados de obra son escasos, cada vez hay más gente que acude a vivir de localidades pequeñas a las más grandes, y el enorme aumento de población registrado en España desde el fin del covid, fruto de la inmigración, ha hecho que la demanda de viviendas se haya vuelto enorme frente a una oferta restringida. Además se está produciendo un hecho significativo, que es el disparo del número de separaciones, y donde antes un piso acogía a dos ahora dos pisos son necesarios para que ambos puedan vivir. Sea por lo que sea, la demanda está desatada. Pro el lado de la oferta, se construye mucho menos de lo debido, y sobre los pisos existentes, ha salido una alternativa económica que hace la competencia al alquiler de toda la vida, que es el alquiler turístico, capaz de generar ingresos mucho mayores en un momento de boom en el sector de los viajes y estancias. Eso ha hecho que el parque de pisos en alquiler para uso residencial también haya caído notablemente, por lo que el precio de los que quedan, con una demanda disparada, no hace sino subir como un cohete de Elon Musk. En definitiva, para el que busca comprar o alquilar en grandes ciudades, que es donde la gente quiere vivir, las alternativas son muy malas o peores. Esto se da en Madrid, Barcelona, Málaga, Bilbao, Sevilla, Valencia… ciudades grandes gobernadas por distintos partidos políticos, que venden presuntas ideologías contrapuestas, pero que se enfrentan a una misma situación en sus cascos urbanos. Todos los partidos han propuesto, entre sus soluciones, la de incentivar la compra subvencionando más o a mayores edades a aquellos que quieren acceder a un piso, y eso es un enorme error que sólo genera el incremento del precio de la vivienda y el traslado de esa subvención directamente desde el bolsillo del comprador al del vendedor. Las órdenes que se han dictado para limitar los precios de los alquileres se traducen, en numerosas ocasiones, en un precio oficial fijado y en un mercado negro en el que se pagan suplementos que no tributan, de tal manera que todo queda más o menos como antes, salvo algo de propaganda que endulza oídos agradecidos. Una de las medidas anunciadas por Sánchez es imponer un impuesto del 100% a la compra de vivienda por parte de los no comunitarios, lo que incluye, ojo, a los ingleses. Por lo que se ha publicado tras este anuncio, aproximadamente un 5% de las viviendas vendidas en España el año pasado fue a este tipo de compradores, por lo que no parece que sea algo que pueda alterar mucho el mercado, salvo quizás en ciertas zonas turísticas de costa. Lo cierto es que no hay soluciones mágicas. Una de las que sí hay que hacer, y ya, dado lo lento que es el proceso, es disparar la concesión de licencias de obra, de tal manera que se empiecen a construir muchos más pisos. En la época de la burbuja se construían cerca de 600.000 al año, lo que era disparatado, y ahora estamos en poco más de 100.000, lo que es claramente insuficiente. De la resaca de aquello tenemos la insuficiencia de ahora. Hay que revertir eso y comenzar un proceso de construcción densificada en las ciudades, pública y privada, para que haya opciones.
Las pocas medidas intervencionistas que me parecen adecuadas tienen relación con la regulación de los pisos turísticos. No es posible que un propietario saque un rendimiento desatado de una vivienda mediante alquileres no regulados, que no tributan, que son realmente un negocio encubierto, y que genera externalidades negativas no sólo en el mercado inmobiliario sino, directamente, en la convivencia en la comunidad de vecinos. Registrar esos pisos, gravarlos, regularlos en definitiva, es algo que urge y que requiere la coordinación de ayuntamientos, comunidades y administración central. Pero que nadie espere milagros en semanas o meses. Mientras el ciclo siga al alza y al demanda suba, no habrá mucho alivio.
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