viernes, enero 10, 2025

Viva Venezuela libre, abajo la dictadura

Hoy está prevista la jura de la presidencia de Venezuela tras las elecciones celebradas allí en verano. El régimen de Maduro se encargó de inhabilitar a un montón de candidatos que pudieran hacerle la sombra, especialmente a la líder opositora, María Corina Machado, y finalmente fue Edmundo González, un diplomático jubilado, el que pudo presentarse como representación de la democracia real frente al tirano y sus secuaces. El amaño del recuento electoral, la farsa de la proclamación de Maduro como ganador sin mostrar las actas y todo lo que vino después no fue sino la constatación de que la dictadura chavista, ahora madurista, sigue en pie.

Ante un robo de esas dimensiones sólo hay tres opciones posibles. La resistencia armada, que nunca es aconsejable, la resistencia civil o la huida. Machado optó por la segunda. Tras el fraude en las elecciones el aparato del régimen empezó a inventarse causas contra ella de tipo penal y, sabiendo que no tenía garantía alguna de poder defender sus derechos ante tribunales y administraciones golpistas, optó por esconderse en la clandestinidad, dentro del país. Edmundo González, el candidato opositor, un señor ya mayor y con una pinta de salud endeble, se vio igualmente acosado por las estructuras del poder chavista y poco a poco el cerco del régimen se estrechó contra él. Las opciones que le quedaban eran escasas, y casi todas pasaban por la cárcel. Finalmente usó la tercera vía que antes les comentaba y huyó para salvar su pellejo, recalando en España, donde ha sido acogido con la parcial indiferencia de nuestro desgobierno, uno de cuyos socios comulga claramente con la dictadura de Maduro. Desde entonces Edmundo ha declarado que su estancia en España es temporal, y que el 10 de enero de 2025, fecha prevista para la jura presidencial, acudiría a Caracas para ser investido como legítimo ganador de las elecciones. Ese día ha llegado, es hoy, y desde hace unos días Edmundo realiza una gira por países latinoamericanos para recabar apoyos diplomáticos y respaldo a su figura. También ha sido recibido en la Casa Blanca por el ya saliente presidente Biden, y sigue con la intención de entrar hoy en Venezuela, a un país en el que la seguridad del régimen ha amenazado con actuar sin muchos miramientos ante esa posibilidad. Ayer mismo se produjo una masiva manifestación en las calles de Caracas de opositores a la dictadura y reapareció María Corina Machado, tras meses en la clandestinidad, para ser detenida de manera violenta por parte de algunos sicarios del régimen, y posteriormente ser puesta en libertad, en un episodio mafioso que no tiene otro mensaje que el de meter miedo a Edmundo y a cualquier otro opositor que intente plantar cara ante las formas del régimen. Hubo disparos en el incidente de ayer, el número de armas que hay en Venezuela es muy alto y el régimen se ha encargado de que muchos de los que le apoyan, que se organizan mediante bandas de motociclistas, estén perfectamente dotados de pistolas, munición y objetos contundentes para sembrar el pánico. Vamos, lo de siempre, el poder de las armas del dictador frente al de la palabra del opositor. ¿Quién gana? En demasiadas ocasiones lo que parece más obvio, y el cadáver del opositor suele dar testimonio de una entrega que ha terminado de manera criminal. Si hoy Edmundo González entra en Venezuela las opciones de que acabe siendo un “Navalny”, detenido, encarcelado y asesinado por la fuerza represiva de la dictadura, son muy altas. El riesgo que corre es evidente y, sinceramente, deseo que siga vivo y luchando, por lo que espero que no entre en el país. Pero el valor que han demostrado los opositores ante la infamia de Maduro y los militares que le sostienen va más allá de cualquier frío cálculo, y alguien cobarde como yo sólo puede expresar su admiración ante semejante muestra de gallardía. Ellos son un ejemplo de lucha por la democracia, cuando ésta lleva tiempo secuestrada.

Esta semana ha comenzado el desgobierno de aquí una vacía y cutre campaña de marketing sobre el medio siglo transcurrido desde la muerte del dictador que rigió España durante casi cuarenta años. Mucho alto cargo bien pagado en un acto vacío a mayor gloria del actual presidente del gobierno. La nada absoluta. Mucho postureo ante un dictador infame que lleva medio siglo muerto y nada, ningún gesto ni declaración de todos los allí presentes ante un dictador vivo, Nicolás Maduro, que oprime a una nación hermana, Venezuela, y que no dejará el poder nunca por su propia voluntad. Así se escribe la historia, y deja cada uno testimonio de sus hechos cuando los realiza, y cuando no.

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