Pasar del anonimato absoluto a que todo el mundo hable de ti. De pasear solo por la calle, a sentirse objeto de miradas, preguntas y cámaras indiscretas que quizás ya nunca le abandonen. Así debe sentirse el personaje francés del momento, Jérôme Kerviel, empleado del banco francés Société Générale, SG, el segundo mayor de Francia, incriminado en un delito de corrupción y estafa financiera que casi hunde a la entidad y que ha logrado una de las cosas más difíciles del mundo. Desbancar a Sarkozy de los titulares de los periódicos. Sólo por eso Kerviel se merece un premio.
Adelanto que no se si Kerviel es culpable de lo que se le acusa, una estafa de 5.000 millones de euros, o no. Me da la impresión de que no. Leyendo su currículum (circula por Internet, lo obtuve antes de ayer, y eso también sería interesante saber como es posible) se aprecia que el chico ha hecho toda su carrera financiera en la SG, desde muy abajo hasta su puesto actual. Es muy probable que Kerviel asumiera posiciones arriesgada, y en estos días de pánico, presagio de lo peor, esas posiciones se revelasen débiles y se derrumbaran, pero me huele que todos sus compañeros de trabajo están en una situación similar. Porque un banco gana dinero moviendo el nuestro mientras nos lo custodia. ¿Alguien se imagina que los operadores de cualquier banco no arriesgan para obtener el máximo... para la entidad?? Es más, seguramente estarán obligados a hacerlo, porque parte de su sueldo será un variable que dependerá de ese margen extra y porque se establecerá una especie de competición entre los “brokers” y demás figuras para ver quién es el mejor, como es público y sabido que existe entre las oficinas, donde se publican internamente, con periodicidad mensual habitualmente, los ranking de las más eficientes en hipotecas y demás productos. Por lo tanto me huele que Kerveil es un “soldado raso” al que le ha estallado una caja de minas. Quienes debieran dar muchas explicaciones debieran ser los encargados de custodiar el arsenal, la Santa Bárbara. Resulta que algunos directivos han sido descubiertos efectuando operaciones más que dudosas, que huelen al uso de información privilegiada, y que, visto el posterior comportamiento del mercado, les han supuesto sustanciosos beneficios. Ahora, como una piña, todos se unen en su defensa, porque si un alto ejecutivo cae varios más serán arrastrados. Y de mientras tanto Kerviel, que ya ha sido interrogado por la policía, y que al parecer no ha obtenido ingresos “extras” en estos últimos tiempos, llegó a amenazar con el suicidio, práctica que no parece muy extraña en el comportamiento de los empleados de SG, lo que sin duda demuestra que el problema está en la entidad, en su funcionamiento, y que algo huele a podrido en lo más profundo del banco francés.
Pero, ¿por qué ahora pasa todo esto? Pues porque se acabó la fiesta, la barra libre del dinero gratis a espuertas, la confianza y la alegría. Noches alegres mañanas tristes, suele decirse, y SG está empezando a sufrir una enorme resaca. No será el único, y esperemos que no suceda en España, pero es lo que tienen las crisis. Como la necesaria quema de rastrojos tras la cosecha (en una metáfora que no se porqué no le gusta a nadie) la crisis limpia el campo, lo despeja de lo sobrante, y ayuda a que en el futuro se vuelva a plantar. Lo malo es que es difícil controlar un incendio ya iniciado, y desde luego en SG están en plenas fallas valencianas. Pobre Kerveil.
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