Quizás la historia social más impactante de esta última semana, que empezó a mediados de la pasada, haya sido el asunto de Enaitz. Este chico, de Durango, pueblo cercano a Elorrio y cabeza de su comarca, murió atropellado en 2004 mientras pasaba unos días de vacaciones con sus padres en un camping de La Rioja. El conductor se lo llevo a la tumba previo viaje celeste, porque el impacto de un coche a más de 170 km/h contra un ciclista debe ser como para volar. Enaitz murió y todo se sustanció en un acuerdo entre seguros. Entonces salta la noticia de que el atropellante reclama 20.000 por los daños que sufrió su Audi A8 en aquel accidente.
He dicho muchas veces que lo del tráfico en España no tiene solución. Es una muestra del incivismo y la incultura local. Al volante mucha gente transforma sus egoísmos en iras, y lo hace al mando de una máquina muy poderosa. Y siempre he sostenido que, si alguno odia especialmente a alguna persona, la forma más limpia de asesinarle en España es atropellándole. Es una muerte bastante segura para el peatón y que normalmente no reporta consecuencia alguna para el conductor, sea culpable del hecho o no. Lo que no me suponía es que se llegase al punto de intentar ganar dinero atropellando. No quiero calificar aquí al conductor del Audi, Tomás Delgado, porque quizás empezaría a escribir insultos, el Word se llenaría de palabras marcadas en rojo y la ira esa que he mencionado la descargaría sobre el telado, y mis dedos no tienen la culpa de su miseria moral. Independientemente de que Enaitz actuase correctamente en el día de autos (era de noche y se incorporó a una carretera desde una pista forestal sin prendas reflectantes ni nada), lo cierto es que este asunto ha vuelto a poner encima de la mesa la gestión del tráfico, y de sus consecuencias. El gobierno del PSOE ha hecho muchos esfuerzos esta legislatura en pos de reducir los accidentes de tráfico, en una de las políticas que, creo yo, más hay que valorar de su confusa y decepcionante gestión. A pesar de campañas de publicidad a veces no bien enfocadas o noticias raras (el Director de la DGT pillado por el radar) el esfuerzo realizado ha sido enorme, y hay resultados. Se ha implantado el carné por puntos (con un reglamento de aplicación chapucero, eso sí) y se ha modificado el código Penal para poder meter en la cárcel a aquellos que cometen un delito contra la seguridad en el tráfico. Por primera vez en los últimos años hemos conseguido bajar de los 4.000 muertos por tráfico en un año, en este recién acabado 2007, que cada vez está más lejos, y eso es un logro, y una señal de que se avanza en el buen camino.....
... pero que cifra. 4.000 muertos. Nos hemos acostumbrado a la muerte en la carretera, la vemos como un precio a pagar, y creo que no somos todavía conscientes de la sangría que supone en víctimas, heridos, destrozos familiares, sufrimiento y coste económico. Siguen saliendo todos los días noticias de gilipollas que hacen carreras con sus coches en paseos urbanos o carreteras viradas, que muchas veces acaban con la vida de inocentes, y aún no hemos visto a la policía ponerse en serio con esto. Quizás porque a la gente le divierte ver a dos coches picados... ¿Cuánto quedan como Tomás Delgado, orgullosos, chulos, a bordo de sus máquinas de matar, en nuestras carreteras? No se lo encuentre, por Dios.
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