jueves, febrero 14, 2008

Cómo cantan los ingleses!!!

Ayer tuvo lugar el concierto inaugural del XVIII Festival de Arte Sacro de Madrid, y que mejor manera de empezar que con un recital a cargo de Tallis Scholars, pequeño conjunto coral fundado por Peter Phillips especializado en el renacimiento vocal. Su repertorio es amplio, y abarca a polifonistas europeos de todo origen, como Thomas Tallis, Guerrero, Victoria, Lobo, Palestrina, Allegri, Desprez, etc. Como absoluto devoto de esta música y de este grupo no podía evitar ir, y allí estuve, además gratis, como todo el mundo, y es espectáculo fue de una belleza y profundidad conmovedora.

No se cuando descubrí este tipo de música, o porqué me entró al afición a la antigua y barroca. Lo cierto es que algún CD me pasaron de esa época y me resultó deslumbrante. Empecé a comprar y piratear otros CDs y empecé a acumular varios de los Tallis Scholars, grupo que me resultaba único. Era perfecto oírles, sonaba a gloria. En el querido viaje a San Francisco del año 2002, en el que tan bien me lo pase (verdad, ABG???) compré algunos discos en al Virgen Megastore de la ciudad, uno de ellos de los Tallis, que contenía las dos misas llamadas “ L'homme arme” de Joaquín Desprez. Para mi gusto, aún hoy no he logrado escuchar nada que, en polifonía, me parezca más perfecto que los dos Agnus Deis de esas misas. Obviamente debía llegar el día en l que pudiera ver a los Tallis en directo, y llegó hace cuatro años, en unas navidades en las que recalaron en Vitoria. Disfruté de un concierto casi enteramente dedicado a Francisco Guerrero, y me lo pesé en grande. En el de ayer eran el sevillano Guerrero y su discípulo Alonso Lobo los ejes fundamentales del programa. La primera parte consistía en un motete de Guerrero (Maria Magdalene) y al misa de igual nombre compuesta por Alonso Lobo.
Como había mucha cola para acceder a la iglesia donde tuvo lugar el acto me tuve que quedar muy rezagado, y en esa primera parte no oí lo suficientemente bien el repertorio. Tras el intermedio me adelanté, y me quedé de pies junto a una columna, a escasos metros del altar. La segunda parte del concierto consistía en motetes sueltos de los dos autores, pero se iniciaba con el Miserere de Gregorio Allegri, obra muy famosa, que fue interpretada a la manera veneciana, por decirlo de alguna forma, con el conjunto partido en dos bloques, uno muy detrás del otro, y un tenor subido al altar haciendo los recitativos, generando así el efecto estereofónico que “inventaron” los polifonistas venecianos en San Marcos y que luego se transmitió a la capital papal, donde Allegri compuso esta obra. Aquello fue precioso. Se llenaba todo el recinto de sonido puro, cristalino, de unas voces conjuntadas hasta un punto de perfección difícil de imaginar. Fue precioso.

En algunos pasajes, estando de pie, miraba al público de los laterales de la iglesia, la mayor parte de él de edad media o avanzada, y podía intuir que lo estaban disfrutando tanto como yo o mas. En todas las piezas se alcanzó un grado de “comunión” notable, pero en el Miserere fue espectacular, con esos tonos agudos de la soprano desde el fondo, con esa seriedad del tenor declamando... No se si religiosa, pero desde luego fue una auténtica experiencia. En la cola de salida del concierto sólo puede oír comentarios de alabanza, por lo que mi sesgada y exultante opinión quizás fuese más realista de lo que parece. Una auténtica gozada.

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