Ayer fue un día de datos económicos, aunque mejor hubiese sido que las estadísticas se hubieran ocultado en un armario. El paro registrado en el INEM subió en Julio y se situó cerca de los dos millones y medio de personas, y esto no hace más que minar la confianza del consumidor, que cayó nuevamente a un mínimo histórico. Si ves que hay gente en tu entorno que se queda en paro te entra la angustia, aplazas tus decisiones de consumo, gastas menos, y realimentas un círculo negativo que no deja de crecer desde hace ahora un año, cuando estalló ese extraño caso de las “subprime” que se dijo que nunca iba a llegar a España.
Ante esta situación el ciudadano de a pie mira asustado sobre su cabeza, buscando respuesta en los dirigentes políticos, porque para eso están. ¿Y qué se encuentra? A una oposición de vacaciones, con portavoces de guardia pero sin un mensaje claro, y a un gobierno que no hace otra cosa más que huir de la realidad. Al respecto de esta crisis que ya es recesión, el gobierno ha adoptado la táctica del avestruz, negando el problema, hasta donde ha podido, que ha sido mucho, por cierto. Es “comprensible” que así actuase antes de las elecciones, porque todos los políticos mienten y engañan para obtener votos, estos de ahora, los del pasado y los que vendrán. El problema es mantener el engaño cuando ya nadie te cree, y salir a un escenario actuando de teatrero cuando no haces ninguna gracia. El resultado es que, a día de hoy, casi toda la población española coincide en creer que el gobierno no sabe que hacer ante la crisis. Se ha producido un fenómeno muy grave, que lo expresaba muy bien el editorial del suplemento Negocios de este Domingo de El País, al quebrarse la confianza de loas agentes económicos en el gobierno. Continuas declaraciones minimizando el problema, huyendo de la realidad o apelando a esa incapacidad de crear empleo por parte del pesimismo han hecho que lo que diga el gobierno al respecto de la crisis sea tomado más a burla que a acción efectiva. Ayer Solbes analizaba las cifras de desempleo, las calificaba de malas (faltaría más) pero las relativizaba al afirmar que nunca ha habido tanta gente trabajando. En eso tenía razón, pero es lógico que haya mucha gente empleada si nunca ha habido tanta gente en España como la hay ahora, por lo que el argumento de disculpa era falaz. ¿Por qué Solbes, reputado economista y funcionario de carrera, y poseedor de un sólido prestigio dentro y fuera de España, se ha entregado como el primero a esta labor de despiste y ocultamiento? Es algo que se me escapa. Quiero pensar bien en él y suponer que habrá sido cumpliendo órdenes de su jefe, o de otros miembros del partido, pero no logro comprender cómo el gobierno permite la quema pública de uno de sus principales valores y referentes. Si esperaba el PSOE que la figura de Solbes actuase de cortafuegos ante la marea económica las últimas encuestas le han debido dar un disgusto. La intención de voto entre el PSOE y el PP se iguala, la imagen pública de ZP se hunde, y ha derrochado en unos seis meses el enorme capital que amansó tras su rotunda victoria electoral en Marzo. Y de paso los datos son cada vez peores, y ojo a partir de septiembre, que de ahí a navidades es cuando nos vamos a dar el gran batacazo, ya verán.
Pese a ser un simple laboral temporal del Ministerio, sin estabilidad y con un horizonte complicado, me permito darle desde aquí un consejo a Solbes. Debe irse. Sí, sí, abandonar el barco. No puede seguir enfangado en este lodazal en el que se ha convertido la gestión económica del gobierno. Además, una dimisión daría a la opinión pública la imagen de que se está agarrando la crisis por los cuernos, y reconciliaría a votantes y gobierno. La mayor pega de esa postura es que dejaría al Ministerio en manos de un personaje como Miguel Sebastián, el hombre bombilla, amigo del intervencionismo y de la política de imagen, pero sin contenido ni calado, pero ya se sabe, las crisis es lo que tienen, que nos complican la vida a todos.
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