Los informativos en España siguen centrados en todo lo relacionado con el accidente de Spanair en Barajas de hoy hace una semana. Esto nos está sirviendo para hacer un cursillo acelerado de lo que consideran nuestros medios de comunicación, especialmente las televisiones, como honesto, íntegro, y no morboso. El espectáculo está siendo tan triste como era de esperar. De mientras, fuera de nuestras fronteras, la crisis georgiana empieza a adquirir unas dimensiones y una gravedad alarmantes, y seguimos mirando desde la barrera como si no nos fuese nada en ello.
Recapitulemos acontecimientos. Amparado por la ceremonia de inauguración de las olimpiadas, el presidente georgiano Mijail Saaklashvili lanzó una incursión militar en la provincia de Osetia del norte, lindante con Rusia, y de población mayoritariamente pro rusa. El efecto sorpresa del momento del ataque y la confianza en que occidente, su aliado, le defendiese de las intenciones rusas envalentonó a Georgia, pero no supuso reparo alguno para que el ejército ruso reaccionase rápidamente, y aprovechando la coyuntura, declarase una guerra sobre todo el país. La breve incursión de osetia se transformó en dos días en una maniobra de defensa del país frente al imparable avance de la maquinaria rusa, implacable ante todo lo que se pusiera en su camino. La comunidad internacional, como es habitual, dijo buenas palabras y no le quedó más remedio que cruzarse de brazos y esperar. Poco a poco los rusos empezaron a retirarse de Georgia, pero ahora está claro que esa retirada no será ya nunca ni completa ni permanente. Lanzado en su envite, Rusia alentó las anexiones independentistas no ya sólo de Osetia del Sur, sino tambien de Abjasia, otro territorio georgiano lindante con el eximperio y con acceso a la costa del Mar Negro. Así, hace pocos días los prorusos de estas regiones declararon su independencia de Georgia, y antes de ayer el Parlamento ruso, la Duma, las reconoció como entidades soberanas, una declaración provocadora pero de pocos efectos prácticos, hasta que ayer mismo el presidente ruso Dimitri Medvédev rubricó ese reconocimiento y lo hizo “oficial”. Todo ello en una aparición pública de corte imperial y de aspecto algo siniestro, rodeado de banderas como un fantoche que, reconozcámoslo, imponía lo suyo. ¿Qué significa la declaración rusa de ayer? Esencialmente que Rusia aboga por la partición de un estado soberano, partición provocada por una previa intervención militar de su ejército, lo que es un comportamiento imperial clásico, y que muestra un criterio tan hipócrita como oportunista a la hora de valorar las secesiones de los territorios. Recordemos su profunda oposición al (gran error) reconocimiento de la independencia de Kosovo, simplemente porque no era algo partidario para sus intereses. En la actual situación el gran perdedor es Georgia, que ha visto como casi la mitad de su territorio ha sido devorado por su poderoso vecino, cuyas aspiraciones de control sobre el país van mucho más allá de los recursos naturales y conducciones estratégicas de gas y petróleo que por allí pasan. Hágase, amable lector, con este plano que aquí adjunto y entenderá algo más todo este complejo problemas.
Por tanto, Rusia parece haber entrado en una escalada de comportamiento irresponsable que ataca seriamente a la llamada legalidad internacional. Fortalecida financieramente por el alto precio del petróleo, y sabiendo que la mayor parte de Europa depende de sus recursos energéticos de cara a un invierno que se acerca, sabe Rusia que pocos serán los intentos disuasorios que tanto Europa como EE.UU., enfangado este último en el largo proceso electoral, puedan llevar a cabo para defender los intereses georgianos. Sin embargo, la tensión crece día a día, y el polvorín del Caúcaso corre el riesgo de estallarnos en las manos un día de estos. Habrá que seguir lo que allí ocurra con mucha atención.
1 comentario:
Sólo añadir mi querido David, que Dimitri Medvédev no pinta nada...todo lo maneja EL OTRO, el ex...que lo único que ha hecho es poner un muñeco, un hombre de paja, pero sigue siendo el que manda...
Saludos
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