Parece que los ciclos de la historia siguen repitiéndose sin que nada ni nadie pueda evitarlos. En 1992, mientras Fermín Cacho corría a por la gloria olímpica y Greg Luganis asombraba al mundo tirándose desde el trampolín de las piscinas Bernat Picornell de Barcelona, en Bosnia se libraban cruentos combates, y un individuo extraño llamado Radoban Karazic (¿les suena?) planificaba con sus generales lo que sería el posterior asedio a Sarajevo y el exterminio Bosnio. Las imágenes olímpicas se mezclaban con escenas de muerte y guerra. Hoy, dieciséis años después, poco parecen haber cambiado las cosas, salvo los escenarios de los “eventos”.
El Caúcaso, nombre que da miedo. En el se juntan rusos, armenios, azerbayanos, georgianos, osetios, ingusetios, chechenios, abjasianos, y seguro que me dejo varios de los tipos de residentes, y encima mezclados en un revoltijo montañosos, inestable y peligroso. La guerra actual entre Rusia y Georgia parece un chiste malo. Veámoslo resumidamente. Para aplacar las ansias secesionistas de la provincia de Osetia del Norte, de mayoría rusa, el presidente georgiano, Mihail Saakashvili envió la semana pasada un contingente de tropas para ocupar la provincia y atajar una posible revuelta. Rusia, de cuyo pasaporte hacen ostentación los osetios, afirmó que defendería esa población de las ingerencias de Georgia, y tras un posicionamiento de tropas en la frontera de Osetia, decidió a finales de la semana pasada atacar al ejército georgiano. La desproporción entre las fuerzas rusas y las georgianas es enorme, y la capital de Osetia del Norte, Tsijinvali, cayó bajo el control ruso este fin de semana. Eso parecía el fin del conflicto, pero Rusia, que ha visto quizás la oportunidad de vengarse de la independencia de Georgia de su control en los noventa, ha decidido darse un paseo por el país. Pese a que la información que llega desde allí es muy confusa, y encima las olimpiadas y agosto contribuyen a ocultarla aún más, parece claro que Rusia está tomando posiciones dentro de Georgia, y se acerca peligrosamente a Tiflis, capital del país. Si a esto sumamos que se están empezando a producir ataques contra Georgia por parte de tropas sitas en Abjasia, otra provincia del país apoyada por Rusia, podemos afirmar que Rusia parece que está llevando a cabo una invasión en toda regla de Georgia, que no podemos olvidar que es un país independiente, reconocido internacionalmente. La posición actual del presidente georgiano Mihail Saakashvili bordea la catástrofe, y su país corre el riesgo de ser engullido por las fuerzas rusas sin que nadie parezca querer o poder hacer nada por evitarlo. La ONU, en la que Rusia cuenta con derecho de veto, está inutilizada. Sarkozy, al mando de la UE durante este semestre, se reúne hoy con Putin para tratar de aplacar la situación, pero es de esperar gestos vacíos y palabras huecas como respuesta, y como quien invade es Rusia y no los americanos, la población civil, la calle y los intelectuales de Occidente callan, asintiendo entre complacientes y acobardados a este nuevo ejercicio de matonismo por parte de Rusia, país que parece incapaz de abandonar su estilo agresivo e imperialista proveniente de la época comunista.
Y por si fuera poco, y no son muchos los que lo mencionan, está el petróleo y el gas. El Caúcaso nada en hidrocarburos, y Georgia es uno de los pasos obligados de los oleoductos que llevan los recursos petrolíferos de la zona a la rica y estrangulada Europa. Si se hace con la provincia Putin controlará aún más la gestión de esos recursos, y es probable que los europeos se acobarden ante la intimidación que supondría un recorte de los mismos por parte de papá Rusia. Vamos, que el matón de clase zurra a otro pringado y le quita la llave del armario de las golosinas, y el resto de alumno se calla.... les suena????
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