Si ayer podíamos contemplar la realización de un sueño, de un escenario fantasioso en el que un negro llega a la Casa Blanca, hoy tengo que centrarme en aspectos más prosaicos y tristes, dado que ha fallecido uno de los escritores norteamericanos a los que yo tenía más cariño, que quizá no fuese el que desarrollaba los relatos más profundos y emotivos, no, pero tenía el genio y el don para enganchar con sus novelas, su afán divulgativo, y su capacidad para crear escenarios fantásticos, algunos de pesadilla, todos de intranquilidad.
Ayer falleció Michael Crichton. Habrá a quién no le suene para nada ese nombre, pero si uno empieza a escarbar entre los títulos que tiene publicados empieza a toparse con algunas de las novelas más famosas de la década de los noventa y de la presente. Parque Jurásico, Rescate en el Tiempo, Congo, Sol Naciente, Presa, Esfera, La Amenaza de Andrómeda... y un largo etcétera que está lleno de títulos famosos. Además, como estudiante de medicina que fue, Crichton se dedicó no sólo a escribir algunas novelas ambientadas en hospitales, sino que también colaboró en la creación y en la escritora del guión de una serie que en Estados Unidos se llamó ER y en España “Urgencias”, que eso seguramente ya le será familiar a todo el mundo. Crichton empezó a hacerse muy famoso cuando en los noventa se puso de moda adaptar sus novelas al cien, y fueron los dinosaurios revividos los que le lanzaron al estrellato, aunque para entonces yo ya me había leído casi todas sus novelas. Tras esta película vinieron adaptaciones mejores (Sol Naciente) que otras (Esfera y Congo, películas malas como ellas solas). En los últimos tiempos había causado bastante polémica con la publicación de Estado de Miedo, en al que, a través de un relato de ficción, cargaba contra el alarmismo injustificado que él veía en los agoreros del cambio climático. Sus novelas, siempre apasionantes, estaban llenas de referencias técnicas, y quizás sean las que, en mi opinión, continúan de manera más fiel la estela trazada en un principio por Julio Verne y seguida luego por Isaac Asimov. Crichton desarrolla escenarios verosímiles y les da consistencia técnica. Leyendo Rescate en el Tiempo uno puede imaginarse realmente la construcción de una aparato que, mediante la tecnología cuántica, pueda teletransportar personas a épocas remotas, en este caso el medioevo europeo. Como toda novela de ciencia ficción, ha recibido críticas por parte de autores y editores “serios” pero desde aquí debo romper una lanza a favor de la novela de evasión, en este caso la ciencia ficción, y especialmente hacia autores como Crichton, que me han proporcionado muchas horas de placer y emoción. He aprendido muchas cosas de sus novelas, me han entretenido y las he terminado con un regusto de esos que se siente al acabar algo bueno, y desde luego no es algo que se pueda decir de todos lso autores o de muchos de lso textos que se agolpan en las librerías.
En una novela autobiográfica titulada “Viajes y experiencias” cuenta Crichton como se enfrentó al reto de subir al Kilimanjaro, de su poca pericia para el deporte, y de cómo su envergadura, medía más de 1,90, dificultaba su ascensión y le hacía orzar más que el resto de sus compañeros. Al final llegó, aunque más subido sobre sus llagas y dolores que sobre sus botas, pero coronó la cima, y vió que si se proponía alcanzar algún reto, con esfuerzo y dedicación, podía lograrlo. Así Crichton nos ha llenado algunas décadas de magníficas novelas, que conviene releer y disfrutar placenteramente como lo que son. Una magnífica combinación de entretenimiento y divulgación. Descanse en paz.
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