martes, noviembre 18, 2008

Pero... esto es absurdo!!!

Ya que estamos de museos y de historias artísticas, mezclémoslas con asuntos más prosaicos, pero creo que igualmente interesantes. Conocido es mi escaso estilo decorativo, el desinterés absoluto que muestro al respecto y las pocas cosas que hago para personalizar el hogar en el que vivo. Tras algún tiempo por fin he tenido una idea para decorar la pared sobre la que se apoya el cabecero de la cama de mi cuarto, blanca inmaculada desde hace cuatro años. Es una tontería, pero me ha hecho gracia. Para elaborar la composición que tengo en mente necesito algunas láminas de cuadros, y me fui hace dos Sábados a la tienda del Thyssen para echar un ojo.

La tienda está bien, pero ninguna de las láminas que allí venden encajaba en lo que yo tenía en mente. Así, radiante Sábado al mediodía, crucé la plaza de Neptuno y fui al Prado, a ver si allí estaba lo que me interesaba. Llegué a la entrada de la ampliación, acceso principal actualmente y donde se encuentra ubicada la tienda y la cafetería, y al entrar me pararon los guardias de seguridad porque no tenía entrada. “No, mire, es que no vengo a ver la exposición, sino a la tienda”. “No puede acceder a la tienda sin entrada” Y yo empecé a pensar.... “pero.. si la entrada cuesta 6 euros, me está diciendo que el acceso a la tienda, sin comprar nada, sólo para verla, cuesta 6 euros???” “Sí señor, salvo que venga en el horario gratuito a partir de las 18:00”. Asombrado, añadí “Y supongo que la cafetería funciona igual, verdad???” “Sí, claro” contesto el guardia del acceso como si fuese una obviedad de esas que caen por su propio peso. “Pero, pero.... esto es absurdo!!!” dije yo ya un poco mosqueado, “si el objeto de la tienda es vender, por qué limitan el acceso? No tiene sentido” A esto el guardia empezó con evasivas y que si no me gustaba aquello que me fuera. Así, me fui, claro, y ese mismo Sábado por la tarde volví, con el horario gratuito, a coger una entrada libre, pasar el control de seguridad y acceder a la tienda, que encima cierra media hora antes que el museo, por lo que uno debe darse prisa si quiere comprar algo. Eché un vistazo a las láminas y vi dos que sí encajaban en mi idea. A lo largo de la semana repensé la composición y decidí finalmente comprar los cuadros, cosa que hice el pasado Viernes, en el horario gratuito, y corriendo como un poseso para que no me cerrasen las puertas de la tienda. El Sábado comprobé, para mi horror, que una de las que había cogido estaba equivocada, pese a estar en el lugar que le correspondía a la imagen que yo deseaba (supongo que alguien, por equivocación, la puso allí) así que este Domingo por la tarde, nuevamente en horario libre, fui corriendo a descambiarla y coger la que deseaba. Para hacer el cambio y el canjeo del ticket de compra salió una de las responsables de la tienda a la que, tras efectuar el reembolso, asaeté a preguntas sobre como es posible que uno de los museos más importantes del mundo tenga un sistema de venta, comercio y acceso a su negocio más propio de Corea del Norte por su estrechez de miras que de una institución moderna.

La chica no supo muy bien que contestar, salvo que la opción del acceso gratuito paliaba en parte ese problema. “La tienda antigua tenía el mismo problema“ señaló, y ahí le espeté yo que para algo se había efectuado la ampliación, y que el Thyssen, o el Reina Sofía, o la Nacional Gallery de Washington, cuyo edificio es una copia del de Villanueva, poseen tiendas (y en el caso norteamericano un enrome restaurante) de acceso libre para sacar ingresos a cuenta del museo, cosa lógica y normal. Amablemente la mujer dio por terminada la conversación y allí me quedé yo, con mi lámina buena y sin entender nada. Y luego nos extrañamos de que los productos españoles no se vendan, y que si no se hace nada por el marketing.... si es que a veces no te dejan ni comprarlos!!!!!

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