Hoy como cada 23 de Abril, se celebra el día el libro. Puestos callejeros y tenderetes, que podrán aprovechar el soberbio día que va a hacer en Madrid (y en toda España) trataran de trasladar las ventas a la calle y, con el señuelo del 10% de descuento, animar un mercado que no parece estar tan afectado por la crisis como otros, pero en el que se empieza a notar una ralentización en lo que hace al volumen de títulos publicados y tiradas medias. Además, las editoriales están inmersas en grupos mediáticos, y si ellas no pierden, otras ramas del grupo sí, y al final lo malo se contagia.
En cierto modo es lógico que el libro sobreviva mejor a la crisis, y fíjense que he utilizado el término “sobreviva” porque también nota la bajada, ya que si hay menos dinero se compra menos de todo. En esta coyuntura lo de leer tiene sus ventajas. Al gente sale menos a la calle de noche a cenar y a efectuar otros gastos, y el libro en el sofá se convierte en una buena alternativa. Además, el consumo de un libro lleva su tiempo, nos guste mucho o poco. En general, siendo economicistas, es quizás el ocio que más tiempo proporciona de disfrute por euro, Así, ir al cine nos cuesta como algunas ediciones de bolsillo, e incluso a veces más, pero para la mayor parte de la gente no es tan sencillo ventilarse un libro de, digamos 200 páginas, en dos horas, sin contar con el hecho de que en el cine no puedes hacer interrupciones ni paradas, y en el libro sí. De hecho se nota que las editoriales están invirtiendo en el bolsillo, tradicional olvidado del producto bibliográfico español. Nuevas ediciones, sustancialmente mejores y más bonitas, con tipografías más claras, y sin relevantes aumentos de precio, destinadas a ser competencia directa de ese ocio del ciudadano. En los países anglosajones, al contrario que en España, pasa poco tiempo desde que se edita el libro en tapa dura hasta que sale en bolsillo, y son la inmensa mayoría los que conocen estos dos tipos de edición. Aquí, sin embargo, el plazo entre ambas ediciones se alarga no menos de un año, y eso si todo va bien y se realiza, porque el porcentaje de títulos en ambos formatos es menor. Depende bastante de la política de la editorial, el autor del libro, dado que hay editoriales que elaboran colecciones de autor que acaban por poseer íntegras los dos formatos y, desde luego, del éxito de la publicación, aunque esto no es garantía de nada. Por ejemplo, no hay versión en bolsillo de “El niño con el pijama a rayas” y, aún más clamoroso, tampoco de ninguno de los volúmenes de Harry Potter, y eso que los primeros llevan ya bastantes años en el mercado. Se ve que para esto Salamandra, que es la editorial de ambos títulos, ha decidido hacer la mayor cantidad de caja posible y no sacará la edición barata hasta que los títulos desaparezcan del mercado. En mi opinión, esto es malo, muy malo.
Ahora, en títulos de enorme éxito, se están sacando ediciones intermedias a precio también ajustado, que no son la de tapa dura ni el bolsillo pequeño, algo que puede verse en los libros de “El juego del ángel” y “Un mundo sin fin”, de editoriales distintas (Planeta y Plaza y Janés respectivamente). Sea inventiva contra la crisis o nuevas tácticas, es otra manera de poner los títulos en el mercado. Y sea en bolsillo, tapa dura, blanda, descargado de la red (otro asunto interesante) regálense un libro, sumérjanse en su interior y, como si fuera San Jordi, dejen que una rosa fructifique en su corazón y en su imaginación. Disfrútenlo.
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