viernes, abril 24, 2009

¿Queremos un Irán nuclear?

En medio de la crisis, que todo se lo lleva, incluida la cordura y capacidad de nuestros dirigentes ante ella (bueno, si la hubo en un momento dado) hay noticias que están pasando bastante desapercibidas. Una de ellas fue al cumbre de la ONU sobre el racismo celebrada hace pocos días en Ginebra. La cosa empezó mal, ante el plante de varios países por, entre otras cosas, la presencia en la misma del presidente de Irán, el simpático Ahmadineyad, que no decepcionó, y volvió a su retórica antijudía y occidental, digna de un matón de barrio de los arrabales de Teherán. Al final de la conferencia poco se supo.

Lo cierto es que el pulso entre las aspiraciones nucleares de Irán y el resto del mundo sigue, y cada vez se decanta más hacia el lado iraní, aunque sea por el hecho de que el tiempo avanza y sus labores de desarrollo de combustible y tecnología siguen igualmente adelante. Durante el gobierno Bush el guión era más o menos así. Los Lunes salía un portavoz de la Casa Blanca anunciando sanciones duras contra Irán por su desprecio a la comunidad internacional y los riesgos que entraña su programa nuclear. El Miércoles era el turno de Ahmadineyad que, desde una tribuna siempre repleta de flores (qué hortera queda la imagen..) lanzaba bravatas contar EE.UU., y todos aquellos que se opongan a los designios de Alá, reencarnados en la miles de centrifugadoras que día tras día, concentran el gas del uranio en el desierto iraní. El Viernes se producía una reunión de un foro internacional en el que se debatían algunas propuestas de sanción y no se alcanzaba ningún acuerdo. Y así se acababa la semana, y empezaba la siguiente con el mismo guió, sólo que el número de centrifugadoras citadas en el discurso del líder iraní cada vez era mayor. Si no fuese porque su destino es muy distinto diríase que Ahmadineyad pretende montar la lavandería del planeta, con un enorme centro de secado en el Golfo Pérsico. La llegada de Obama ha supuesto un cambio en la estrategia norteamericana. La administración actual parece enarbolar un discurso más enarbolada en las zanahorias de la cooperación financiera y empresarial que en el palo de las sanciones, todo ello con el objeto de impedir que Irán se haga con el combustible necesario para un reactor que, no lo duden, se acabará transformando en un arma atómica, de eso es lo que se trata. ¿Cuál ha sido la respuesta de los agentes implicados en este asunto? La Unión Europea, fiel a su tradición, no posee respuesta alguna salvo el habitual discurso de vaguedades y buenas palabras, y el amigo Ahmadineyad repite, en su últimos discursos floridos, que Alá desea que las centrifugadoras sigan trabajando y que nadie va a impedir que Irán desarrolle un programa de energía nuclear civil, así que parece que todo sigue igual bajo el ardiente sol del desierto persa.

Bueno, todo todo no. Las centrifugadoras trabajan todos los días y es muy probable que en poco tiempo (dos años??) Irán pueda tener combustible nuclear para uso civil y militar.
Ante esto la Casa Blanca empieza a virar de discurso y vuelve a la política del palo preventivo, visto el éxito que ha tenido la inicial postura de acercamiento. El paso de los días sigue jugando a favor del régimen iraní, y cada uno de nosotros debiera hacerse la pregunta que encabeza este blog y, de manera sincera, darse una contestación. El como llevar eso a la práctica es otro asunto, pero no duden que este va a ser uno de los Problemas, con mayúscula, de los próximos años, y sino al tiempo. Feliz fin de semana.

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