Hoy empiezan una serie de días en los que el protagonista no va a ser el PP y su trama de implicados por corrupción, ni el PSOE y sus propuestas vacías sobre la crisis, ni si quiera se va a hablar tanto de la crisis del Madrid y del éxito del Barcelona, aunque de eso siempre se dirá algo, seguro. Sospecho que el centro de las conversaciones de estos días va a ser una bola amarilla puesta sobre el cielo y el calor, el anticipo del verano, que nos va a hacer pasar a lo largo de la semana. Que se preparen quienes sufren con ello (atento DCM) empiezan los días malos.
Aunque nada es seguro en este raro año de 2009. Este puente en Elorrio he pasado bastante más frío del que esperaba, y mira que es mala suerte que todo el mapa, versión extendida en ETB, originaria en TVE o gigantesca en la imagen europea del Meteosat, muestre a toda España despejada excepto los mocordos de nubes que cubren la costa de Cantabria y el País Vasco, y se adentran lo suficiente en el interior como para chafarle a uno el día. ¿Tienen sus ventajas tantas nubes? Sí, una de ellas es que parece que en los últimos meses entre tanta lluvia del cielo han caído esteroides para la clorofila. La vegetación está desaforada, salvaje, como puesto en pie y preparado para la invasión. Árboles, ramas, hojas y hierbas han crecido sobremanera, y estas últimas salen por todas partes, y no sólo en el norte. En Madrid y en toda Castilla el verde brilla de una manera prodigiosa, y el espectáculo es precioso. Los brotes verdes primaverales han cogido consistencia y van a dar paso a un verano espectacular, pero recordemos que a lo largo de estos meses hemos tenido varios episodios de regresión al pasado. Llegaba Marzo y, contento uno al ver el sol, empezaba a dejar las chaquetas en casa convencido de que el eterno invierno de 2009 tocaba a su fin, pero no. Coincidiendo con la procesión de las llagas angustiosas e inmisericordes se revolvía el aire y el frío volvía, cogiendo desprevenido al personal y generándole un particular camino al calvario. Tras Semana Santa hubo otro periodo de bonanza que, nuevamente, se torció, y aún con el suave calor que ya hace en Madrid desde hace unos días es posible ver manchones de nieve en la sierra, restos de una temporada de esquí fascinante para los aficionados y de unas nevadas y unas acumulaciones que han dejado marcas históricas en las estaciones de Pirineo. Sierra Nevada ha cerrado la estación este pasado fin de semana, y creo que ha batido el record de duración de su temporada. Vamos, que no se confíen, que aunque estos días a lo mejor nos asamos un poco puede que todavía toque un retroceso. Lo que si es verdad es que estamos en los días con más horas de sol del año, máximo que alcanzaremos en escasamente un mes, el 21 de Junio, y la sensación de calor que producen las temperaturas se ve acentuada al ver que el sol parece no ponerse nunca.
Otro riesgo que lleva aparejado el calor es el de las tormentas, que puede que nos empiecen a visitar por la zona centro a partir de mañana. Soy de los (pocos, al parecer) que opina que pocos espectáculos hay más bellos y cautivadores que una tormenta, con sus rayos, truenos y goterones. Para los que les den miedo les queda el consuelo de que provocan que el aire se refresque y hacen, por así decirlo, de válvula de escape del calor acumulado tras días muy bochornosos. A ver si hay suerte y las nubes de desarrollo crecen con fuerza sobre la sierra y, puede que mañana, descarguen un bonito y ruidoso chubasco.
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