Ayer fue un día de muchas noticias ruidosas, con mucho eco. El misil norcoreano, el debate aburrido de las elecciones europeas y la evolución de la gripe A cuyo rastro por los cuarteles marca el grado de desidia al que ha llegado el Ministerio dirigido, es un decir, por Carmen Chacón, pero de lo que vi por la tele hubo una cosa que me dejó impactado y que sospecho hoy no va a abrir ni portadas ni va a remover conciencia ni nada de nada. Me refiero a la muerte de dos mujeres aplastadas fruto de una avalancha producida en uno de los pasos de la frontera de Marruecos con Ceuta.
Y es que la historia tiene mucha bemoles. Si uno ve el vídeo de la noticia que emitió ayer el telediario de RTVE empieza a tener conciencia de qué es eso del tercer mundo, y el olímpico desprecio que se le tiene por parte de los países desarrollados como, por ejemplo en este caso, España. En las imágenes se ven a decenas, cientos de mujeres porteadoras, muchas de ellas ancianas, aunque por la labor que desarrollan es probable que alcancen esa condición a edades muy tempranas. Todas ellas llevan fardos y bultos encima, pero no una o dos maletas, como los viajeros de aeropuerto, o algunas bolsas como las señoras de al compra, no. Llevan unas sacas que ocupan un volumen mayor que ellas mismas sobre sus doblados cuerpos. Ropa, enseres, comida, artilugios varios, de todo puede caber en esas sacas que, de una manera inhumana, portan con el objeto de transportar cuanta más mercancía mejor a Marruecos, y así sacar algunas monedas a lo largo del día. La imagen me pareció tremenda, sonrojante, y no sólo porque sea un tráfico que sucede todos los días, sino porque no sucede en Corea del Norte, o en la frontera de Ruanda, o en un lejano arrozal asiático. Sucede entre Ceuta y Maruecos, a 15 kilómetros de la costa peninsular europea, en nuestro propio país, en la frontera entere España y Marruecos, si no recuerdo mal la línea que separa las dos mayores distancias económicas del mundo entre dos países, superior a la existente en El Paso entre Méjico y los EE.UU. El Delegado del gobierno, al hablar ayer sobre este episodio, se refería al mismo diciendo que hay un problema y hay que encontrar una solución, como si la muerte de esas dos mujeres y la explotación salvaje e ilegal que se produce allí todos los días a plena vista de las autoridades de los dos países fuese algo similar a la discusión sobre una derrama en una comunidad de vecinos. En cierto modo, no nos engañemos, lo que les pase a esas pobres mujeres no le importa a nadie, y si alguna se muere, pues mejor, pensarán las autoridades de ambos lados de la valla. Hoy el Tarajal, el mercado del que se surten esas personas, permanecerá cerrado como señal hipócrita de duelo fingido, y mañana todo volverá a la normalidad, se repetirán esas escenas indignas y al gobierno, la oposición y las ONGs se les llenará la boca sobre la necesidad de actuar en el Zaire, y tendrán razón, pero trabajarán con denuedo para ocultar que en España suceden cosas como esas.
Y por cierto, ya que las muertas son mujeres, y todas las que allí se dejan la piel y la sangre son mujeres, podía la ministra Bibiana Aido ir a darse una vuelta por allí. Ya se que es difícil que saque una tarde, y que no la dedique a pensar en como evitar que los padres “interfieran” sobre la vida de una “cosa” que no es humana que se desarrolla en la barriga de una mujer, pero si lo logra, que se de una vuelta para saber lo que es explotación sexual, humillación y vejación hasta sus últimas consecuencias. Que vea un ejemplo práctico de lo que sí es violación de los derechos humanos, y sin necesidad de usar el pasaporte...........
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