Ayer el Tribuna Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana decidió sobreseer (todos decimos esa palabreja como si tal cosa y creo que nadie entendemos exactamente que es lo que quiere decir) las acusaciones de cohecho impropio que caían sobre al figura de Francisco Camps, Presidente de la Generalitat Valenciana, hombre fuerte y poderoso dentro el PP nacional, y una de las grandes piezas de caza que el PSOE quería cobrarse a cuenta de la trama de corrupción llamada Gürtel en la que participan personajes con pinta de mafiosos como “El Bigotes” o Francisco Correa, al parecer la cabeza pensante de todo ese tinglado corrupto.
Supongo que Camps y el resto del PP debieron sentirse ayer bastante aliviados, tras meses de sospechas que, de haber acabado no en un sobreseimiento, sino en una imputación, hubieran obligado a Camps a dimitir sin excusa alguna. De hecho era el único de los acusados de pertenecer a esta trama dentro del PP que aún no había dimitido, tras la renuncia, cese o fusilamiento interno de Luís Bárcenas de la semana pasada, uno que no quería irse ni a tiros pese a que las pruebas que pesan sobre él son muy graves. Sospecho que después de unos gritos de alegría Camps se habrá sentado en el sofá de su casa y habrá empezado a sudar al comprobar lo cerca que ha estado de arruinar su carrera política y personal, tocadas ambas inevitablemente para siempre después de lo sucedido, y todo por haberse relacionado con unos sujetos que parecen sacados de un tebeo de Mortadelo. El bigotes, Correa y compañía tienen una pinta de ser estafadores que no se la pueden quitar de encima, y si Camps le hubiese concedido favores contractuales porque le regalaron unos trajes, que por muy caros que sean no dejan de ser unos pedazos de tela, unos tristes trajes, Camps hubiera tenido que dimitir, pero no tanto por corrupto, sino sobre todo por estúpido, porque sería de estúpidos dejarse comprar por semejante baratija. Este era mi principal argumento estas semanas para sospechar que el caso Camps era una bola mediática que no se sostendría, como así ha sucedido, pero independientemente de eso la malas compañías que han rodeado al Presidente valenciano le han dejado tocado. Si alguna vez tuvo aspiraciones políticas nacionales sus opciones han quedado muy reducidas, y va a tener que dedicar esfuerzos enormes para limpiar su imagen ante una opinión pública española que, cada vez que le vea, va a pensar si las pinzas del pantalón le quedan bien o si la americana le tira correctamente. Para Rajoy lo de ayer le permite irse de vacaciones tranquilo, después de haber sido él y los que le rodean algunos de los mayores consumidores de tila del país, porque insisto, un resultado contrario al de ayer hubiese puesto muy difíciles las cosas a Rajoy. El gobierno, a través de la fiscalía, va a recurrir el auto ante el tribunal Supremo, pero mucho me sorprendería que el dictamen fuera distinto. Poco caso hay aquí si no aparecen contratos amañados por parte de la Generalitat a favor de los mafiosos como pago de los regalos trajeados, y eso no se ha visto por ningún lado.
De todas maneras el PP no debiera estar muy tranquilo, porque donde sí me apuesto que va a haber condenas por corrupción es por la parte madrileña de este asunto. Albergo fundadas sospechas de que Bárcenas, el tesorero del PP, si se ha llevado dinero de la trama de los mafiosos, y ahí habrá que estudiar hasta que punto eso ha sido sólo un delito de enriquecimiento privado o de financiación ilegal del partido, en ambos casos punible, pero con evidentes consecuencias políticas en el segundo escenario. Intuyo que deberemos esperar algunos meses para saberlo, pero mientras en Valencia se ha visto que sólo hay horchata puede que en Madrid si haya chocolate espeso.............
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