Técnicamente se definen como noches tropicales aquellas en las que el termómetro no baja de los 20 grados, y recordemos que la temperatura mínima, en condiciones normales, se da justo al amanecer. Este fenómeno es poco habitual en el norte, y de producirse suele estar ligado a los temporales de viento sur de septiembre y octubre, que caldean el ambiente y llevan el termómetro a lo alto de sus valores y, si no está sujeto, a lo alto del cielo. En Madrid es un fenómeno más dentro del verano típico, aunque este año se está convirtiendo en una costumbre que amenaza con desquiciar al personal.
Es muy difícil dormir por encima de los 20 grados, no sólo porque el cuerpo no se relaja, sino porque a poco que uno se mueva en la cama puede sudar, y la sensación de las sábanas húmedas y el saber que uno mismo es el causante de dicha mojadura, no la inexistente compañera de lecho y los amoríos que con ella se pudiesen disfrutar, generan una incomodidad palpable. Habitualmente yo duermo poco, pero creo que estas semanas muchos de mis vecinos se están convirtiendo al sueño “davidiano”. Desvelado tota esta semana desde las 4:20 más o menos, oigo a mi vecino de arriba levantarse de vez en cuando, y por el ruido del grifo del lavabo me da que se pega una friega cada vez que entra en el baño para intentar aliviarse el calor. En el bloque de enfrente de vez en cuando se encienden las luces del cuarto que da hacia mi casa, y pese a que no lo veo, sospecho que hay una excursión similar al baño, y al poco las luces se apagan, y vuelve la tranquilidad, pero no por mucho tiempo, y me imagino la cara del vecino, cada vez más dura y enfadada, consciente de que pasan las horas, no duerme, no descansa, se agobia, eso le genera más calor, y no duerme, y vuelta a empezar. Los aires acondicionados de mi bloque pasan toda la noche despiertos, las cajas emiten esa pequeña vibración asociada al giro de las aspas que tratan de absorber aire del exterior para enfriarlo y meterlo en el hogar de sus propietarios. El criar de los grillos y el ronroneo del aire acondicionado es la banda sonora de una noche sofocante de agosto. Afortunadamente no me consta que a ninguno de mis vecinos insomnes a la fuerza le ha dado pro ponerse a disfrutar en su DVD de las mejores películas de acción a eso de las 5 de al mañana, y si alguien lo ha hecho usa auriculares, pero algún salón si veo iluminado a esas horas durante bastante tiempo, así que puede que los haya pasando el rato con el mando a distancia, saltando de canal en canal y logrando resolver una de esas preguntas que asolan a la humanidad, ¿Qué narices echan las cadenas de televisión a las cuatro de la mañana? Quizás la respuesta sea de pesadilla, pero resulta ser una pesadilla consciente, despierta. Seguro que el pobre vecino que está pagado al mando a esa horas desearía estar sufriendo una pesadilla de verdad, de esas en las que uno duerme y siente que se muere perseguido por el monstruo. Pero no, esta despierto, y lo único que le persigue es ele calor.
Oí al principio de verano una de esas predicciones generales que decía que este año el verano sería algo más cálido en el Levante, pero normal o un poco más fresco en el resto del país. Seguro que los más viejos del lugar no recuerdan un verano tan caluroso, lo que muchas veces no es sino síntoma de la mala memoria de los viejos preguntado, pero creo yo, a falta de datos que me lo confirmen, que este es el verano más seco y caluroso en Madrid desde el de 2003. Y todavía nos quedan algunos días, con sus santas y maravillosas noches, para disfrutarlos plenamente. Ánimo, nos hará falta.
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