Es muy curioso el artículo que publicaba El País hace algunos días sobre como en épocas de crisis aumenta el gusto por las historias de catástrofe y Apocalipsis. Algo parecido pasó en los setenta, cuando el cine se plagó de terremotos, incendios en rascacielos y aviones estrellados. Como muestra actual, a parte de la invasión zombie, se tiene que estrenar antes de final de año “La carretera”, película basada en la corta pero impactante novela de Cormac McCarthy, dura como pocas y que les aconsejo que lean, en la que no hay zombies, pero si humanos, los pocos que quedan tras una aparente guerra nuclear, que saben que van a morir.
Con toda la lógica del mundo es la guerra nuclear la mayor pesadilla que podemos imaginarnos, y de desatarse estaríamos ante el final de verdad de nuestro mundo, tal y como lo conocemos. Sin llegar a ese punto, el peligro de las bombas atómicas en manos de terroristas, o que Irán haga uso de ella contra sus vecinos vuelve a poner en primera página peguntas del tipo de qué efectos tiene una guerra, o una bomba atómica aislada en una ciudad. En Internet hay un artículo ya clásico que relata las consecuencias para el caso de Madrid, con una graduación de colores en función de la destrucción alcanzada a partir del punto de la explosión, pero siempre se puede ir más allá, y es que la combinación de ingenio, googlemaps, java y tiempo libre puede ser fantástica. Hay una web, llamada Grounz Zero, zona cero en inglés, en la que uno puede escoger cualquier lugar del mundo a través de googlemaps y simular en él la explosión de una bomba nuclear. Sí, sí, uno escoge la localización que desee, que bien puede ser la casa de la suegra, la del jefe, o la del vecino que tanto molesta por las noches, o al delegación de Hacienda. Luego escoge la bomba a hacer estallar, cuya potencia explosiva oscila entre los 15 kilotones de la bomba de Hiroshima y los 50 megatones que puede llegar a alcanzar un misil intercontinental de cabezas múltiples, le da al botoncito y y booooom!!! Un gráfico de colores se genera alrededor del punto seleccionado indicando el grado de destrucción que se alcanza, graduado por colores. Tremendo. Se le puede objetar a esta pequeña aplicación que supone que el mundo es plano, y que los efectos de una explosión serían similares en una ciudad como , pongamos, Madrid, que es completamente plana, frente a otra como, digamos, Barcelona, en la que uno de los lados de la urbe lo forma una montaña, lo que generaría un gráfico de curvas de nivel destructivas bastante distinto. Asimismo, intuyo que el programa parte del supuesto de una explosión a ras de suelo, supuesto en el que la bomba la lleva un terrorista en una furgoneta o similar, cuando en las bombas lanzadas contra objetivos la explosión siempre se produce en altura, mayor cuanto más potente es la bomba, con el objeto de que la potencia que la bomba usa para generar un cráter de estar sito en el suelo se aproveche de manera destructiva contra el objetivo, de ahí que probablemente los radios de afectación marcados por el modelo, en lugares planos sin obstáculos, puedan ser incluso mayores de los señalados. Tampoco se dice nada de la nube radiactiva asociada a la bomba, pero desde luego en al zona donde se produzca la explosión esa nube no tiene importancia alguna, así que puede ser obviada con facilidad.
Desde luego el modelito es adictivo. Coja uno la localidad que desee, por ejemplo Elorrio (se lo imaginaban, jejeje) y resulta que con 1,5 kilotones explotados en el cruce del Inter bastan para destruir la plataforma de Eroski, sita en San Agustín. Con 400 kilotones la destrucción total llega hasta Atxondo, y con 50 megatones es casi todo el País Vasco lo que queda arrasado por completo. Si el Doctor Strangelove hubiese tenido en sus manos algo así lo que hubiera hecho, cómo se lo habría pasado....
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