Ayer, comiendo con un compañero de trabajo, y sin embargo amigo, y recordando al fallecido José Luís López Vázquez, coincidimos en que los superhéroes no existen, sólo están en las películas y la imaginación, pero que necesitamos referentes, personas en quién creer o admirar, y más cuando grandes hombres como Vázquez, o Ayala se nos van, en lo que es ya una “semana horribilis” y no vemos relevos. Pensaba esto ayer por la noche en casa de mientras ponía algunos CDs y escuchaba canciones bonitas, y no sólo de música clásica.
Hace una semana me hice con el CD de una cantante norteamericana llamada Melody Gardot, concretamente con su segundo trabajo, titulado My one and only thrill. La portada muestra a una mujer rubia, atractiva, con una mirada oculta tras unas grandes gafas de sol y en una pose de paseante en gabardina que insinúa mucho y oculta aún más. Leí por ahí que la señorita Gardot, a sus veinticuatro años, era una gran cantante de jazz vocal, un género adulto en el que hay relumbrones como Norah Jones y Diana Krall, por poner algunos ejemplos conocidos. Me gusta el estilo y me hice con una copia. A medida que lo oía leía la historia de la cantante, una joven que a los diecinueve años fue atropellada por un coche de mientras paseaba en bicicleta. El accidente no le mató, pero casi, ocasionándole un grave traumatismo craneal del que aún se recupera, pero que le ha dejado graves secuelas, como una pérdida parcial de visión, problemas de movimiento, cojera permanente y otras más. Vamos, un desastre. A la edad en la que todos tenemos la cabeza llena de sueños, ansias y deseos, y un cuerpo que nos puede responder a la hora de perseguirlos, un maldito coche se cruzó por la vida de Melody y la destrozó. Ante este panorama muchos se hubiesen hundido mentalmente, agobiados por el dolor y la pérdida de un futuro soñado, y puede que yo me encontrase entre ellos, pero no es este el caso de Melody. Ya antes del accidente tocaba la guitarra y cantaba canciones, aunque parece que en un plano muy amateur, pero el verla en ese estado uno de sus médicos pensó, gran acierto, que la música podría ayudarle a superar su convalecencia y otorgarle las fuerzas que otros avatares de la vida le habían negado. Y es que la música es una de las cosas más maravillosas que tenemos a nuestro alcance, y al menos para mi supone una de las grandes FUENTES de alegría, así, en mayúsculas, de las que te dan fuerzas cuando estás débil, que te hace llorar de emoción y te llena. Bien, pues Melody cogió su guitarra, empezó a componer y grabar cuando todavía estaba en el hospital, y ya lleva publicados dos discos. Su estilo es uan mezcla entre jazz y blues, con toques de canciones de otra época, sofisticadas, con arreglos de cuerdas, bajos profundos y contundentes armonías, y una voz que no logro creerme que esté la veintena, porque posee una profundidad, una calidez y una belleza apabullante. No son temas tan comerciales como los de Amy Winnehouse o Duffy, por poner otros recientes ejemplos de grandes vocalistas femeninas. Melody ni puede físicamente ni creo que le gustase, competir en el mundo de la música comercial a gran escala, pero canciones como BAby i´m a fool o if the stars were mine son, simplemente, perfectas.
Entonces, volviendo al principio, ¿es Melody una heroína? Si por eso entendemos a alguien por encima de los demás, que supera las dificultades, que logra lo que muchos no podrían y que puede servir como ejemplo al resto, y que le proporciona belleza y placer, lo es. Cierto que no lleva un vestido de mallas de colores ni vuela ni posee una gran fuerza física, pero al fortaleza que emana de su música y vida se parece bastante a uno de esos superpoderes que hacen que el resto de los mortales se queden admirados. Escúchenla, y sabiendo todo lo anterior, pregúntense que sensación tan les queda en el cuerpo.
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