Aprovechando que esta semana se estrena la segunda película de la saga, anoche Antena3 estrenó Crepúsculo, primera película de las basadas en los libros escritos por la norteamericana Stephenie Meyer. Esta autora ha escrito cuatro novelas, tituladas Crepúsculo, Luna Nueva, Eclipse y Amanecer, en las que relata la historia de amor y desencuentros que surge entre Bella Swan, una joven adolescente apocada y Edgard Cullen, un apuesto y bello joven que resulta ser un vampiro, todo ello en un contexto sumamente moderno y alejado de los estereotipos al uso.
Comencé a leer los libros hace algo más de un año. Compré el primero sin demasiadas referencias, y antes de que la moda vampírica que nos gobierna se extendiese por todas partes. Me pareció entretenido, pero falto de garra y con un desarrollo bastante plano y simplón. Posteriormente me leí el segundo, que ya no me gustó, directamente, y me aburrió bastante. Decidí darle una oportunidad a la saga comprándome el tercero, y este ya me pareció infumable, lo acabé a duras penas y no he comprado el cuarto ni voy a hacerlo. Es cierto que Meyer escribe mejor que Dan Brown, pero eso tampoco implica mucho esfuerzo. Supongo que pese a que yo sea un alocado emocional y me debata en existenciales (y bastante inútiles, por cierto) debates sobre el amor, la incomprensión y el rechazo, no logré encontrar una semilla de amor verdadero, de pasión, de emoción, entre los dos personajes de la historia. Se ve que mi caso no es el habitual, porque el éxito que rodea a la saga es tremendo, y ha venido a reemplazar a Harry Potter de las salas. El protagonista masculino, Robert Pattison, se ha convertido en un ídolo de adolescentes, y levanta pasiones allá donde vaya. A mi me parece un chico algo desgarbado, con aire de perdido y que no tiene mucha gracia física que digamos, pero lo cierto es que las chicas de medio mundo darían todo lo que tuvieran porque el bueno de Robert les mordiese en la yugular, el brazo, los pechos o en cualquier otra parte. La protagonista de las películas, Kirsten Stewart, es una chica morena de ojos bonitos pero que me parece cada vez más fea y desgarbada en cada una de las comparecencias que hace ante los medios, y desde luego no es mi arquetipo de chica. Leyendo las páginas del libro me la imaginaba distinta, caso contrario que en el del protagonista masculino, que me parece estéticamente bien captado. Como no tenía vista la peli me puse ayer por la noche delante de la tele para comprobar si la adaptación en la pantalla era como la novela o no. Los de Antena3 alargaron la serie anterior para que la entrevista de TVE con la Ministra Chacón al respecto de la liberación del Alakrana no les pisase el estreno en exclusiva. Con retraso la película empezó, con los paisajes lluviosos de Forks, estado de Washington, como venían descritos en el libro, con el padre de la protagonista, un soso redomado sin carácter y sin papel, tal y como le describía el libro, y con una Bella Swan interpretada por Kirsten sin la más mínima expresividad ni emoción. Por lo que ví la actriz sólo posee un registro, asociado al papel de adolescente eternamente enfada. El desarrollo de la trama se presentaba ante mis ojos con un grado de frialdad y superficialidad inmenso. La cosa era aburridísima, y a los cincuenta minutos quité al tele y seguí con mi tertulia radiofónica, satisfecho de no haber pagado la entrad del cine en su momento.
Si alguien quiere ver unas buenas películas de vampiros, aparte de las muy antiguas, les recomiendo El baile de los vampiros” de Polanski o el “Drácula” que hizo Coppola en los noventa, ambas escalofriantes. Y si quieren leer una novela de vampiros moderna, bien escrita y aterradora, no lo duden, “Déjame entrar” del sueco (mmm, Lisbeth) John Ajvide Lindqvist, libro del que hay película, al parecer muy buena, pero que no he visto. Eso son buenas historias, terroríficas, y con sanguíneo amor de por medio, pero sinceramente, poca luz van a sacar de Crepúsculo, y muy poco les va a llenar la Luna Nueva.....
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