Ayer fue en Madrid, y hace dos días en Bilbao. Los Jonas Brothers han arrasado en los conciertos que llevan en su gira española. Miles de adolescentes histéricas esperaban a las puertas del palacio de los deportes de Madrid, como ya lo hicieron muchas otras hace dos días en el BEC de Baracaldo, para ver a un grupo de adolescentes de New Jersey que no se como cantan (me lo imagino) pero que las vuelven locas. Pensará algún experto en finanzas que estos Jonas son primos de los caídos Lehman, pero no, no lo son, y a estos brothers les va mucho mejor que a los otros.
Lo del fenómeno de los fans es algo que ha existido toda la vida, especialmente en el sector femenino. Las adolescentes con las caras repletas de rótulos de sus grupos favoritos, y más concretamente del cantante del mismo, son algo intemporal. Recuerdo como mi hermana adoraba a Miguel Bosé, pensaba que estaba buenísimo (quizá los siga pensando y todo) y escuchaba arrebatada todas sus canciones pensando más en al sonrisa y ojos del miguelón que en las estrofas y acordes, así que en principio tiene poco de novedoso lo que rodea a los Jonas, aunque algo hay. Lo principal es que este grupo, y otros similares, son producto de una misma factoría, la Disney. Sí, sí, la Disney, a través del Disney Channel, canal que ahora está disponible en la TDT nacional en abierto, ah revolucionado el mundo de la música adolescente a través de series como High School Music, Camp Rock (de alguna de estas creo que surgen los Jonas) y Hannah Montana, una auténtica bomba que ha lanzado a su protagonista, la joven Miley Cyrus, al estrellato mundial. Por cierto, esta chica es hija de Billy Ray Cyrus, un cantante de country que se hizo famoso hace algunos años a cuenta de un único éxito musical, y que ahora vive de las suculentas rentas que le proporciona su hija. En definitiva, un montón de personajes y series que nacen de un mismo lugar, y que se alimentan así mismas, como si fuera Tele Cinco. Hay rumores por ahí que lían a Miley con Zack Efron, actor de una de esas series y adorado por las adolescentes de dos o tres mundos como este, y entre bulos desmentidos, montados y organizados la audiencia sube y el éxito es global. También hay que reconocer que Disney ha innovado en este asunto de las adolescentes, porque ha ampliado notablemente la franja de edad. Así, las seguidoras de estos programas ya no sólo tienes catorce o quince años, no. Empiezan a los siete u ocho, y siguen hasta la adolescencia, lo que supone un aumento considerable del mercado potencial de consumidores y fanáticos tanto en volumen como en franja de edad, garantizando así una sostenibilidad de ventas a largo plazo. En cierto modo Disney ha infantilizado el mercado adolescente, y muestra de ello es que en los conciertos de esta semana había muchas madres con sus hijas de menos de diez años tratando de entrar en recintos inmensos donde su pequeñez quedaba aún más a las claras. Aquí hay que quitarse el sombrero ante los ejecutivos de la casa del ratón Mickey, porque han logrado crear mercado, y eso en estos tiempos es muy difícil, y lo cierto es que están obteniendo beneficios ingentes gracias a ello.
Hay otro aspecto más retorcido de estos grupos Disney que también es novedoso, que es el supuesto respeto que proclaman a la virginidad antes del matrimonio. Esto es algo que en Estados Unidos tiene mucho mercado, y se marca con insignias como los anillos de virginidad que se exhiben en público y cosas así. Esto sí que me suena a comercial a más no poder, y de paso ayuda a que las madres acompañen a las hijas encantadas a los conciertos. Y recuerden que otra que proclamaba esto a los cuatro vientos era una tal Britney Spears, y luego ya saben como acabó la cosa virginal.....
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